"El periodismo es el mejor oficio del mundo"

"Uno de mis pr¨®ximos libros se va a llamar El mejor oficio del mundo, y es parte, probablemente, de un volumen completo de mis Memorias. Me refiero al periodismo". As¨ª comenz¨® ayer Garc¨ªa M¨¢rquez su charla con los alumnos de la Escuela de Periodismo de EL PA?S, una clase extraordinaria porque el profesor era para muchos -entre otros, para Pablo Neruda- "el mejor escritor en lengua castellana desde Cervantes". "Creo que hay que escribir siempre para que no se enfr¨ªe el brazo, y por eso, entre novela y novela, escribo parte de mis, Memorias". Su lealtad y agradecimiento al periodismo qued¨® patente en numerosas ocasiones a lo largo de los 90 minutos de exposici¨®n y coloquio, y dentro de ¨¦l, el reportaje como g¨¦nero estrella.

"Me sorprende que siempre me pidan entrevistas y nunca un reportaje" -a?adi¨®-, "un g¨¦nero que inventaron los periodistas norteamericanos y que, a mi juicio, es lo mejor de la profesi¨®n: contar lo que ocurri¨® para que el lector conozca y viva lo sucedido". El inter¨¦s de Garc¨ªa M¨¢rquez por la profesi¨®n no es s¨®lo te¨®rico: una de sus mayores preocupaciones actuales es la creaci¨®n de una Escuela-Taller de periodismo en Cartagena de Indias (Colombia) en la que sin t¨ªtulos, ni diplomas -"cada uno debe de tratar de sobrevivir o triunfar en la vida con su oficio y con su talento"- se formen quienes tienen deseos de hacerlo.

El preferido

"Mi libro preferido, y el primero que escrib¨ª, fue en realidad un gran reportaje: Relato de un n¨¢ufrago. Yo trabajaba en El espectador, un diario de Bogot¨¢, y me encargaron que atendiera a un hombre que hab¨ªa sobrevivido 14 d¨ªas tras un naufragio. Me sent¨¦ con ¨¦l y reconstruimos d¨ªa a d¨ªa -como as¨ª consta en el pr¨®logo del libro- su odisea. Al tercer d¨ªa ¨¦l ya estaba aprendiendo el oficio. Si al principio me contaba los gestos o los detalles que consideraba heroicos, enseguida se di¨® cuenta de que lo que me interesaba de verdad eran los peque?os detalles de la vida cotidiana en la balsa. Al sexto d¨ªa del relato, que se publicaba diariamente en el peri¨®dico, el due?o estaba ya completamente implicado en la historia hasta el punto que no pudo evitar el preguntarme si era novela o verdad, a lo que le contest¨¦ que era novela porque era verdad"."Cuando terminamos se hablaba de otra cosa. Durante la publicaci¨®n del diario no tuve nunca conciencia de lo que hac¨ªa: estaba contando al lector lo que ocurr¨ªa en la balsa, tratando de colocarle en la piel del n¨¢ufrago. Era un reportaje. La verdad es que cuando se public¨® en forma de libro jam¨¢s se vi¨® como un libro de periodismo que es en verdad lo que yo creo que es, y estoy encantado de que as¨ª sea. Es m¨¢s, es mi libro favorito. Lo que tratamos de hacer en la Escuela-Taller de periodismo es precisamente el transmitir las experiencias ajenas".

El Premio Nobel de Literatura es un perfeccionista del estilo. Valgan un par de ejemplos para demosotrarlo: de su ¨²ltima novela, reci¨¦n aparecida en el mercado, Del amor y otros demonios, hizo 11 versiones diferentes y corrigi¨® seis pruebas completas de imprenta. Otro de sus libros, El general en su laberinto, vi¨® retrasada tres semanas su publicaci¨®n porque no encontraba un adjetivo calificativo satisfactorio. "Creo que uno de los peores males del periodismo actual", explic¨®, "es que no se tiene tiempo para leer, ni siquiera el peri¨®dico. El trabajo de periodista necesita un tiempo, distinto en cada caso y en cada persona, pero un tiempo prudente para que el resultado sea bueno".

Record¨® no sin nostalgia sus inicios en El Espectador, a finales de los a?os 40; las tertulias que se hac¨ªan en la redacci¨®n en las que en realidad se estaba preparando el peri¨®dico del d¨ªa siguiente casi sin darse cuenta. Y apunt¨® la contradicci¨®n evidente entre los avances tecnol¨®gicos y la capacidad de respuesta para contar los hechos. "Antes, sin casi medios, las noticias eran m¨¢s calientes, m¨¢s inmediatas. Se pod¨ªa escribir una historia ocurrida un par de horas antes. Es verdad que las tiradas eran m¨¢s modestas pero ahora es todo m¨¢s complicado. Por ejemplo, en mis tiempos de juventud el reportero no opinaba jam¨¢s sobre lo ocurrido. Para eso estaba la secci¨®n de Editoriales que, a su vez, no informaba puesto que daba por hecho que el lector ya conoc¨ªa lo sucedido. Ahora no, ahora se entremezcla la informaci¨®n con la interpretaci¨®n y eso, naturalmente, exige una mayor especializaci¨®n".

Revel¨® que trabaja en un libro en el que ha seleccionado seis reportajes suyos y los est¨¢ contrastando con quienes los protagonizaron en mayor o menor medida: "contar¨¦ los reportajes y c¨®mo se hicieron, los reportajes de los reportajes". No ocult¨® su relativa obsesi¨®n por los medios tecnol¨®gicos, "hay que aprender a usar bien las grabadoras por que ellas tambi¨¦n piensan" y no dud¨® en afirmar que "se nace periodista como se nace poeta, pintor o m¨²sico. Creo que es un g¨¦nero literario m¨¢s, como el teatro o la novela".

Un largo y ameno desgranar de recuerdos en tomo a una profesi¨®n a la que debe mucho como novelista ("gracias al periodismo aprend¨ª a tener los pies en el suelo"). Sus elogios hacia el reporterismo encuentran cumplida coherencia con sus escritores favoritos. Cit¨® a Faulkner y a Truman Capote, autor de uno de los mejores libros-reportajes conocidos: A sangre fr¨ªa. Fue la lecci¨®n de un sabio narrador de historias.