El Deportivo, sin margen de error
El Rayo Vallecano vuelve a escribir en la historia negra de los coru?eses
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El Rayo Vallecano volvi¨® a inscribir su nombre en la historia negra del Deportivo. S¨®lo al final de la Liga se sabr¨¢ el verdadero valor del punto perdido anoche por los coru?eses frente al conjunto que dirige su paisano David Vidal. De momento, el inesperado tropiezo de los blanquiazules les deja ya sin margen para el error hasta el final de Liga. En un partido angustioso, los deportivistas se estrellaron una y otra vez contra la impenetrable muralla madrile?a. Desperdiciaron sus ocasiones cuando el encuentro todav¨ªa estaba vivo y quemaron sus municiones a ¨²ltima hora con un bombardeo tan reiterado como ineficiente.Las leyes del f¨²tbol son ineluctables. Una de las principales es aqu¨¦lla que advierte contra los peligros de los equipos dedicados exclusivamente a defender: o les marcas un gol pronto o corres el riesgo de que te pille el toro.
El Rayo se present¨® en Riazor como una flota entera de autobuses aparcada frente al ¨¢rea de Wilfred. Todas las aspiraciones de los madrile?os mor¨ªan en el empate sin goles. No les preocupaba ni la posesi¨®n de la pelota. Durante muchos minutos incluso la rechazaron inconscientemente. Daban tres pases y se la entregaban sin rubor al contrario, cuando no a la grada directamente. La presencia de On¨¦simo en la punta de ataque era una simple an¨¦cdota. El Deportivo trat¨® de no obsesionarse con el gol. Apost¨® por manejar el bal¨®n con calma a la espera de alg¨²n crujido en el cerrojo vallecano. Su f¨²tbol fue poco lustroso pero tuvo la virtud de la sensatez. Y eso le permiti¨® llevar la angustia al ¨¢rea madrile?a. Empez¨® el Deportivo con los lanzamientos a bal¨®n parado de Bebeto, un argumento al que se a?ad¨ªa m¨¢s tarde la movilidad de Manjar¨ªn y Mauro Silva. Fueron estos dos ¨²ltimos los que dilapidaron las mejores ocasiones de la primera parte, en los minutos 17 y 21. Ambos entregaron la pelota mansamente a Wilfred.
Los errores en la boca del lobo causaron el previsible da?o an¨ªmico en los de Arsenio Iglesias. Su f¨²tbol entr¨® en una crisis de credibilidad y comenz¨® a desvanecerse. Le fallaron adem¨¢s sus asideros habituales, especialmente Fran, demasiado escondido entre los matorrales rayistas.
El juego madrile?o creci¨® al mismo ritmo que se encog¨ªa el de su rival y en los cinco ¨²ltimos minutos de la primera parte los de David Vidal se permitieron el dispendio, impensable hasta entonces, de pisar el ¨¢rea blanquiazul. El siguiente aviso fue mucho m¨¢s serio, al poco de iniciarse la segunda parte, con Rodr¨ªguez disputando un mano a mano frente a Lia?o.
Arsenio trat¨® de subsanar la aver¨ªa intercambiando las posiciones de Manjar¨ªn y Fran. Apareci¨® por fin el capit¨¢n blanquiazul para entregar una asistencia a Bebeto, a quien se anticip¨® en el ¨²ltimo cent¨ªmetro Wilfred con una fulminante salida.
Las maldiciones empezaron a recorrer la grada, sobre todo cuando en el minuto 60 Gracia Redondo se trag¨® una mano de Cota dentro del ¨¢rea. El paso del tiempo iba dejando sin fuerza los argumentos puramente futbol¨ªsticos para introducir el partido en el terreno de las pasiones, la peor de las circunstancias previsibles para el Deportivo. Por encima, On¨¦simo estuvo m¨¢s abastecido y los contraataques rayistas comenzaron a llevar ponzo?a a los dominios de Lia?o. En una de estas acciones, los visitantes estuvieron a punto de hacer un agujero a¨²n mayor en la nave del l¨ªder. Quedaban s¨®lo cinco minutos y la pierna de Djukic evit¨® que On¨¦simo fusilase a Lia?o.
Hasta el final, el Deportivo golpe¨® el blindaje madrile?o pero no pudo impedir que se le escapase un valioso punto.
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