Ejercicio de autoafirmaci¨®n
Rominger mantiene bloqueada la carrera pese a los ataques de Zarrabeitia
Una Vuelta se gana de muchas formas. Una de ellas es demostrando una superioridad aplastante y desmoralizando al rival. Casi c¨®modamente puedes seguir despu¨¦s, dependiendo m¨¢s de la econom¨ªas de tus fuerzas que de la energ¨ªa ajena. Rominger ha elegido la v¨ªa m¨¢s sibilina, ¨¦sta misma con un ligero toque s¨¢dico. Demoledora as¨ª. Para demostrar la superioridad a veces es m¨¢s fuerte un segundo sobre el siguiente que una minutada. Dos etapas de monta?a y dos segundos sobre los m¨¢s fuertes rivales. Segundo a segundo, Zarrabeitia, el atacante de ayer en la dura subida a Cerler, termina diciendo: "A ver si aguanto y logro terminar en el podio". Z¨¹lle sigue busc¨¢ndose en las cuestas y espera que le llegue la forma. Ayer, tampoco aguant¨® a Zarrabeitia. Y van dos llegadas en alto en las que cede.Rominger no ataca m¨¢s que para dejar clara la jerarqu¨ªa de la Vuelta. Para que nadie se haga ilusiones. Al suizo no le gusta ver gente a su altura, quiz¨¢s le entran las dudas. Y autoafirm¨¢ndose niega a los dem¨¢s. Muy fuerte se siente cuando act¨²a a la defensiva. Uno de sus motivos es: "Atacar es m¨¢s f¨¢cil que defender; entonces, si yo ataco, los dem¨¢s se defienden y yo lo tengo m¨¢s f¨¢cil". Pero a estas alturas, todos sus lemas son papel mojado. M¨¢s parece un director esc¨¦nico. Preocupado porque se le dice que la Vuelta entre ¨¦l, Rold¨¢n, Rubio y el padre de Romario no interesa apenas, parece que se preocupa de dar dramatismo a la obra. Calcula cl¨ªmax y anticl¨ªmax. Deja que se desarrolle la peripecia del h¨¦roe malhadado para al final entrar ¨¦l, el bueno, en su caballo blanco. Se regodea en su papel de jerarca: manda a su equipo que controle con calma. No desboc¨¢ndose. El d¨ªa de Andorra se irrit¨® por el af¨¢n de sus Mapei. "No s¨¦ por qu¨¦ se empe?aron en tirar tan fuerte desde el principio. No era necesario. Se desgastaron a lo tonto". As¨ª, ayer, se pasaron tres puertos y el grupo de los importantes se hab¨ªa seleccionado m¨¢s por darwinismo que por cat¨¢strofes naturales. Comenzaba entonces la ascensi¨®n a Cerler.
Los Mapei son disciplinados y fuertes. "Tan fuertes", dice su director, Juan Fern¨¢ndez, "que cualquiera de ellos podr¨ªa ser nuestro l¨ªder para la Vuelta si no estuviera Tony". Estando el suizo s¨®lo obedecen una orden. Di o Tony "Jon" y Unzaga puso en fila india a los 14 selectos. Poco a poco se fueron quemando, arrastr¨¢ndose bajo la machacona marcha impuesta por el de Llodio. Rominger, sin dar una pedalada de m¨¢s, ve¨ªa c¨®mo sus enemigos sudaban. Las clases emerg¨ªan. A la derecha del padre, o sea, detr¨¢s de Rominger, Zarrabeitia, Z¨¹lle y Luis P¨¦rez. M¨¢s lejos, los dem¨¢s, los Cubino, Delgado, Rinc¨®n, Leblanc o Ur¨ªa.
Dicen desde el ONCE que el d¨ªa de Andorra Rominger le dijo a Z¨¹lle a tres kil¨®metros de la meta: "ataca y nos vamos los dos". Y que Z¨¹lle dud¨® y se pens¨®: "ya, y luego me deja tirado y se lleva la etapa". No parece que eso mismo le dijera ayer a Zarrabeitia. El corredor de Abadi?o dijo que s¨®lo hab¨ªa seguido los consejos de Delgado. Pero atac¨®: y se fue con Rominger y un par de ellos m¨¢s. El maestro del escenario se sal¨ªa con la suya.
"He tenido un hijo y ahora parece que tengo un nieto", dijo entre bromas y serio el ciclista segoviano el otro d¨ªa. Delgado est¨¢ a gusto en su papel de maestro procreador. Si Indur¨¢in madur¨® a la sombra de la madurez de Delgado, Zarrabeitia lo hace a la sombra de su barba blanca. Pero no tan viejo: a¨²n tuvo arrestos el ganador del Tour de 1988 para no conformarse con quedarse en el grupo que, mandado por Cubino, perd¨ªa tiempo tras Zarrabeitia, Rinc¨®n, P¨¦rez y Rominger. Cuando vio que Zarrabeitia no peligraba se sinti¨® fuerte y se fue tras ellos. "No es para tanto", dice Delgado. "S¨¦ las fuerzas que tengo y las gasto poco a poco. Me voy regulando". Y aun as¨ª, ah¨ª est¨¢. Cuarto, con el podio al alcance de la mano.
Demasiadas infiltraciones para Cubino
La anestesia le entra como agua a Laudelino Cubino. Y su director, ?lvaro Pino, est¨¢ preocupado. "Bastante s¨¦ yo de infiltraciones", dec¨ªa ayer el t¨¦cnico del Kelme. "Por experiencia s¨¦ lo malo que es eso". Despu¨¦s de su gran trabajo en la etapa de Andorra, Cubino se arrastraba ayer. La rodilla no le dejaba. El dolor le mataba. Y ¨¦l mataba en seguir.A los pocos kil¨®metros, la primera dosis de anestesia. "Como nuevo vas anestesiado", dice Minguez. Pero el sufrimiento del bejarano no par¨®. La lesi¨®n de la rodilla perduraba -quiz¨¢s por efecto de la lluvia del d¨ªa anterior- y poco despu¨¦s, la segunda inyecci¨®n y la primera discusi¨®n con Pino. El director gallego le recomendaba que abandonara, pero Cubino quer¨ªa seguir.
Su tes¨®n se impuso. Y poco despu¨¦s, de nuevo el dolor. El efecto de la anestesia dura cada vez menos. Una tercera infiltraci¨®n, pero esta vez sin discusi¨®n. Pino ya baj¨® los brazos, pero segu¨ªa preocupado. Pensaba Pino que la temporada es muy larga y que la anestesia s¨®lo sirve para enmascarar la lesi¨®n, que puede seguir agrav¨¢ndose. Y llegar¨¢ el Giro, o el Tour, al que aspira el Kelme, y puede que Cubino no pueda correrlos. Pero la decisi¨®n, el coraje y el convencimiento de Cubino de que pasado el trago de Cerler llegar¨¢n un par de d¨ªas de Rano para recuperarse. "Yo creo que es inteligente y sabe lo que hace", resume Pino. Cubino aguant¨® la etapa entre los mejores. Sin embargo, lleg¨® dolorido. Cubino medita abandonar.
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