El primero de la clase
El localizador de La Moncloa encontr¨® a Luis Atienza Serna en Sevilla, cuando se encontraba a punto de participar en unas jornadas energ¨¦ticas. Hab¨ªa viajado a la capital andaluza en el primer AVE de la ma?ana con el runr¨²n de su posible nombramiento como ministro de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n, pero sin querer saber nada de su futuro. No quer¨ªa hacerse ilusiones. En la anterior remodelaci¨®n, su nombre se baraj¨® como titular de ese departamento, pero todo qued¨® en rumor. En esta ocasi¨®n, ha salido. Se fue a Sevilla como secretario general de la Energ¨ªa y volvi¨® como ministro de Agricultura.Atienza, que tiene en Pedro Solbes y Juan Manuel Eguiagaray a dos valedores dentro del Ejecutivo, prefiere descartar, en beneficio de su salud mental, el car¨¢cter de eventualidad del cargo que ha recibido.
Las palabras del presidente y el apoyo de catalanes y vascos le han tranquilizado lo suficiente para empezar a preparar su programa. Las organizaciones agrarias y las cooperativas, que le conocieron como secretario general de Estructuras Agrarias y que ayer se mostraron satisfechas de su nombramiento, le esperan, no obstante, con la escopeta cargada. La fresa, la reforestaci¨®n y la aplicaci¨®n de los acuerdos del GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), ser¨¢n sus preocupaciones inmediatas.
Sus 36 a?os le convierten en el ministro m¨¢s joven del Gabinete. Se califica a s¨ª mismo de renovador dentro de las ya m¨²ltiples familias socialistas. Tiene, adem¨¢s, buen cartel entre los nacionalistas del PNV, uno de los actuales socios de su Gobierno, con los que particip¨® como viedeonsejero y consejero de Econom¨ªa y Planificaci¨®n, entre los a?os 1987 y 1990, en el primer Gobierno de coalici¨®n vasco.
El nuevo titular de Agricultura es hombre de campo. Naci¨® en Trespaderne, cabeza de una comarca agroganadera del nordeste de Burgos. Hijo de veterinario, es el noveno de 10 hermanos. Est¨¢ casado con Bego?a Ceballos, una baracaldesa con la que tiene una hija, Alba, que acaba de cumplir ocho meses.
De familia castellanovieja, tradicionalmente cat¨®lica, su padre le envi¨®, junto a su hermano anterior (Juan) a estudiar para cura al seminario de Comillas con los jesuitas.
En esta localidad c¨¢ntabra, que en su etapa vasca visitaba con frecuencia, qued¨® sorprendido por el inmenso trozo de mar que se contempla desde la colina en la que se levanta el edificio que le aloj¨® durante cuatro a?os.
Recuerda que le encantaba "bajar a ba?arse al langostero", una especie de remanso en la escarpada costa, y "jugar al f¨²tbol con el n¨²mero 8" en un equipo que daba mucho que hablar en las categor¨ªas infantil y juvenil de la regi¨®n. Nada de eso le imped¨ªa acabar todas las quincenas con el primer puesto de la clase.
La vocaci¨®n sacerdotal se desvaneci¨® antes de acabar el bachillerato y no sigui¨®, como seguramente hubieran preferido sus padres, estudiando para cura. A pesar de ello continu¨® con los jesuitas y acab¨® licenci¨¢ndose en Econ¨®micas en la Comercial de Deusto. Entonces tuvo de profesor a Eguiagaray, que le hizo adjunto de Estructura y Pol¨ªtica Econ¨®mica nada m¨¢s acabar la carrera, a los 21 a?os.
Tras cinco a?os de profesor, march¨® a Bruselas con la hornada de funcionarios espa?oles que asalt¨® la capital belga al incorporarse Espa?a a la CE. Fue agente temporal y dej¨® sentadas buenas referencias como experto en temas agrarios. Pedro Solbes, que fue secretario de Estado para las Comunidades Europeas, le llam¨® para encargarle las Estructuras Agrarias cuando fue nombrado ministro de Agricultura.
Este primer paso por el departamento del que ahora es el n¨²mero uno le, sirvi¨® para fraguarse una imagen "de buen talante, aunque introvertido" dentro y fuera del ministerio.
Sus defensores dicen que "ha sido el ¨²nico con el que el Icona consigui¨® cierta credibilidad y actividad, y se incardin¨® en las pol¨ªticas del Ministerio, dejando de ser un reducto con mala imagen". Otros le califican s¨®lo de "buena persona y poco m¨¢s".
Entre los peculiares empresarios el¨¦ctricos y petroleros que ha conocido en su ¨²ltima etapa, deja buen sabor de boca. A Atienza le cost¨® poco cambiar los regad¨ªos por la alta tensi¨®n cuando su amigo Eguiagaray le llam¨® al ocuparse ¨¦ste de Industria. Pero se ha quedado sin poder rematar las inacabables reordenaciones el¨¦ctrica y gasista, con las que empezaba a sentirse "muy a gusto". En las dos tareas se hab¨ªa metido de lleno, ya que, como en sus tiempos de estudiante, se las hab¨ªa aprendido al dedillo en pocos d¨ªas.
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