El a?o de la decisi¨®n
Tal es el t¨ªtulo del libro del antiguo canciller alem¨¢n Helmut Schmidt que ha sido presentado esta semana en Berl¨ªn. El libro marca no s¨®lo un acontecimiento literario, sino principalmente pol¨ªtico: despu¨¦s de perder hace 12 a?os la jefatura del Gobierno alem¨¢n, Schmidt se mostr¨® en los a?os siguientes muy cr¨ªtico con relaci¨®n con su Partido Socialdem¨®crata. Pero este libro refleja precisamente la profundidad de la evoluci¨®n que ha sufrido: en ¨¦l demuestra, de cara a las elecciones generales convocadas para el 16 de octubre de 1994, que el SPD podr¨¢ gobernar Alemania mucho mejor que lo han hecho hasta ahora los cristiano-dem¨®cratas (CDU) del canciller Kohl. Un criterio que parece compartir la mayor¨ªa de la poblaci¨®n alemana, seg¨²n lo que ha ocurrido en las consultas regionales que se han desarrollado ya en Sajonia y en Schleswig-Holstein. En una palabra, hay que considerar como posible, e incluso probable, que dentro de cinco meses Alemania tenga un Gobierno socialdem¨®crata.Al SPD le ha costado encontrar un candidato a canciller con las cualidades necesarias para afrontar la batalla electoral en las mejores condiciones. Parece que lo ha encontrado con Rudolf Scharping, que se est¨¢ preparando para asumir el nuevo cargo. En los viajes al extranjero que ha realizado en los ¨²ltimos tiempos principalmente a Francia, visitando tanto al presidente Mitterrand como al primer ministro Balladur, y a Estados Unidos- ha hecho la presentaci¨®n de la nueva pol¨ªtica exterior de la socialdemocracia alemana. Era indiscutiblemente un punto que despertaba temor en en las canciller¨ªas occidentales, que miraban al SPD como el defensor del pacifismo. Es cierto que, durante a?os, el SPD ha mantenido que la pol¨ªtica exterior germana no deb¨ªa salirse del compromiso estricto asumido con la adhesi¨®n a la OTAN. Ahora bien, el programa tradicional de la OTAN -centrado en la respuesta a una eventual agresi¨®n de la URSS- ha perdido toda raz¨®n de ser.
Los problemas de defensa y seguridad se plantean ahora en t¨¦rminos completamente distintos. Y si bien en el terreno te¨®rico (por ejemplo, en trabajos de Peter Glotz) exist¨ªan textos del socialismo germano admitiendo el uso de la fuerza para cumplir los ideales de la ONU, la posici¨®n oficial segu¨ªa fiel a un pacifismo verbal, que no conectaba con los problemas de hoy, y que, incluso en el terreno electoral, perd¨ªa su rentabilidad.
El leitmotiv de Scharping, en sus conversaciones de Par¨ªs y de Washington, ha sido demostrar que, en los principales temas de pol¨ªtica exterior, un Gobierno dirigido por la socialdemocracia no representar¨ªa una ruptura con la l¨ªnea que sigue el Gobierno de Kohl. Respetar¨ªa todos los compromisos de Alemania hacia sus aliados, proseguir¨ªa la integraci¨®n europea basada en la amistad franco-alemana y asumir¨ªa todas las responsabilidades contra¨ªdas en la ONU y en la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n Europea, en la que est¨¢n integrados ahora todos los pa¨ªses de la antigua URSS. Quiz¨¢ el punto m¨¢s nuevo de su posici¨®n sea el apoyo a la creaci¨®n de un pilar europeo de la defensa occidental, incluso al Cuerpo Europeo, que Francia y Alemania han iniciado, y al que ya han decidido incorporarse B¨¦lgica y Espa?a.
Estas novedades en la pol¨ªtica exterior del SPD reflejan un problema de fondo: en la cultura socialista, y en general de la izquierda, el pacifismo era punto fuerte de las ideas sagradas. Probablemente el fin de la guerra fr¨ªa aliment¨® la esperanza de que se abr¨ªa una nueva ocasi¨®n para el triunfo de ese ideal . Los hechos han impuesto una realidad radicalmente distinta. Ante el auge de nacionalismos y fanatismos, un sistema de seguridad que intente garantizar la vigencia del derecho internacional tiene que otorgar un papel importante a los instrumentos militares. Y Europa tiene que afirmarse en ese terreno si no quiere renunciar a eso que se ha llamado una "pol¨ªtica exterior com¨²n".
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