El economista Balladares y el 'salsero' Blades luchan por la presidencia paname?a
El recoleto casco antiguo de Panam¨¢ ha cambiado su fisonom¨ªa en las ¨²ltimas semanas. Miles de carteles electorales ocultan las paredes de los edificios de sabor colonial. Ma?ana, 1,5 millones de paname?os renovar¨¢n todos sus ¨®rganos de gobierno' con los ojos puestos en el sangriento pasado reciente. Dos d¨¦cadas de tutelaje militar y la invasi¨®n estadounidense de 1989 son los cimientos de las elecciones de este pa¨ªs estrechito, marcado por los 80 kil¨®metros de un canal que enlaza dos oc¨¦anos y mil intereses. Un cantante de salsa, Rub¨¦n Blades, y -un economista, Ernesto P¨¦rez Balladares, se disputan la presidencia.
La presidencia, 71 esca?os del Parlamento, 67 alcald¨ªas, 2.000 concejal¨ªas y 511 delegados municipales est¨¢n en juego! Son, sin embargo, los comicios presidenciales los que concentran la m¨¢xima atenci¨®n: por los antecedentes pol¨ªticos m¨¢s inmediatos y por la naturaleza de los candidatos mejor situados.Estas elecciones son las primeras despu¨¦s de que 24.000 soldados norteamericanos derrocaran- el 20 de diciembre de 1989 al general Manuel Antonio Noriega, que controlaba el pa¨ªs desde 1988 y que ahora cumple 40 a?os de c¨¢rcel en Miami por su vinculaci¨®n con el narcotr¨¢fico. La Operaci¨®n Causa Justa, la mayor intervenci¨®n b¨¦lica de EE UU desde la guerra de Vietnam, termin¨® con Noriega y con la vida de entre 500 y 1.000 civiles.
El actual jefe de Estado, el orondo Guillermo Endara, denostado, a decir de un sondeo, por el 80% de la poblaci¨®n, fue coronado un d¨ªa despu¨¦s de la invasi¨®n en una de las 14 instalaciones militares que Estados Unidos tiene en el pa¨ªs: Endara iba ganando al candidato norieguista, Carlos Duque, en los violentos comicios que se celebraron en mayo de 1989, y cuyo escrutinio fue oportunamente anulado por el Tribunal Electoral.
Dos candidatos van en cabeza: Ernesto P¨¦rez Balladares, economista de formaci¨®n estadounidense que dirige el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica (PRD), controlado por Noriega hasta su ca¨ªda, y el abogado y cantante de salsa Rub¨¦n Blades (l¨¦ase bleids, seg¨²n la pronunciaci¨®n inglesa que ¨¦l mismo utiliza), que encabeza el movimiento Papa Egor¨® (Madre Tierra en embera, dialecto ind¨ªgena). El Papa Egor¨® se presenta como una alternativa renovadora de la rancia estructura pol¨ªtica.
Las encuestas, que dan un 33% de los votos al PRD y un 22% a Blades, reflejar¨ªan, seg¨²n los analistas, un rechazo a la gesti¨®n del Gobierno de Endara, una coalici¨®n de partidos de la derecha tradicional que ni siquiera pudo presentar una candidatura unitaria: Mireya Moscoso, del Partido Arnulfista, y Rub¨¦n Carles, de Cambio, 94, se repartir¨¢n unos votos que, de haber ido juntos, habr¨ªan permitido probablemente la continuidad de los rabiblancos (la oligarqu¨ªa blanca en un pa¨ªs con un 80% de poblaci¨®n negra, mulata o mestiza). En este tiempo, el Ej¨¦rcito ha sido diluido, con ayuda estadounidense, en la Fuerza P¨²blica, que agrupa a la Polic¨ªa Nacional, la Fuerza A¨¦rea y el Servicio Nacional Mar¨ªtimo.
La econom¨ªa, en estado comatoso en 1989, tras dos a?os de sanciones estadounidenses, ha crecido. Un 5,6% en 1993, el mayor en Latinoam¨¦rica despu¨¦s de' Chile. Pero la deuda p¨²blica supera los 7.000 millones de d¨®lares (la mayor per c¨¢pita del mundo), y el paro y la falta de inversiones en infraestructuras y en servicios p¨²blicos ha creado un gran descontento popular. Las dudosas relaciones de Endara con el Banco Interoce¨¢nico, denunciado por blanquear dinero del narcotr¨¢fico colombiano, la corrupci¨®n, el nepotismo y el tr¨¢fico de influencias completan el panorama de la decepci¨®n.
Las sombras del pasado
Por encima de los partidos y las siglas, dos viejos fantasmas se enfrentan en las elecciones paname?as: el de Omar Torrijos, el carism¨¢tico general que, tras un golpe de Estado en 1968, tom¨® las riendas del pa¨ªs hasta su muerte, en 1981, y el de su ac¨¦rrimo opositor, Arnulfo Arias, l¨ªder del Partido Paname?ista, elegido tres veces para la presidencia del pa¨ªs (en 1940, 1949 y 1968) y derrocado en las tres ocasiones.El populismo ejercido por ambos dirigentes les asegur¨® un lugar en el coraz¨®n de buena parte de los paname?os. Con los acuerdos firmados en 1977 con el entonces presidente estadounidense, Jimmy Carter, que garantizan la transferencia de la soberan¨ªa del canal y la retirada de las tropas norteamericanas en 1999, Torrijos devolvi¨® al pa¨ªs Ia dignidad" perdida en 1903, cuando el gigante del Norte se adue?¨® a perpetuidad de una franja de 16 kil¨®metros de ancho y 80 de largo donde 11 a?os m¨¢s tarde se culminar¨ªa la construcci¨®n del canal. Arnulfo, por su parte, se erigi¨® en defensor de los pobres, a pesar de ser un representante de la oligarqu¨ªa comercial blanca con un discurso, en ocasiones, de corte racista.
Sus hijos se enfrentan ahora con programas desdibujados: el Partido de la Revoluci¨®n Democr¨¢tica, creado por Torrijos en 1972, y el, Partido Arnulfista, que encabeza su viuda, Mireya Moscoso, y donde milita Guillermo Endara, palian lo inconcreto de sus propuestas resaltando la memoria de sus pr¨®ceres.
En este panorama, el Movimiento Papa Egor¨®, de Rub¨¦n Blades, propugna el pragmatismo frente a las ideolog¨ªas y apela a la creaci¨®n de un nuevo Panam¨¢ con un programa, eso s¨ª, tan laxo como los dem¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.