Cenizas que queman
Los restos del nazi Degrelle atormentan al Gobierno belga y 'amenaza' a Espa?a
Aunque reducido a cenizas, L¨¦on Degrelle sigue molestando. Desde su fallecimiento, a los 87 a?os, el pasado 31 de marzo en M¨¢laga, los restos del que quiso ser el f¨¹hrer belga est¨¢n provocando una tormenta pol¨ªtica en su pa¨ªs natal. Nadie sabe a ciencia cierta, salvo la familia, d¨®nde se encuentran realmente. Pero el Gobierno de Bruselas quiere evitar a toda costa que la urna funeraria del m¨¢s pol¨¦mico personaje pol¨ªtico nacional de este siglo se convierta en un lugar de romer¨ªa para toda la extrema derecha europea.
Fundador del partido Rex, que colabor¨® con los nazis; comandante de la divisi¨®n de su pa¨ªs que luch¨® en la Uni¨®n Sovi¨¦tica al lado de los alemanes; general de las siniestras Waffen SS; considerado por el propio Hitler como el hijo que el F¨¹hrer nunca tuvo, Degrelle, que nunca reneg¨® de sus convicciones fascistas, era el ¨²ltimo s¨ªmbolo viviente de esa ¨¦poca que Europa quiere olvidar para siempre.
Al d¨ªa siguiente de su muerte, el pol¨¦mico personaje fue incinerado en M¨¢laga. Un miembro de la familia -aparentemente un yerno- se llev¨® la urna y la resguard¨®. ?D¨®nde? ?sa es la pregunta que empezaron a formular al Ministerio del Interior de Bruselas muchos periodistas, y que reflejaron en sus columnas. Hasta tal punto que las autoridades tuvieron que reaccionar.
El pasado 18 de abril se hac¨ªa p¨²blico en Bruselas un ins¨®lito real decreto estipulando textualmente que "el acceso al territorio belga y la posesi¨®n [en este pa¨ªs] de los restos de L¨¦on Degrelle est¨¢n prohibidos". La sanci¨®n, bien es verdad, era modesta: entre 90 y 300 pesetas. Tambi¨¦n especificaba el texto legal que, en caso de que la delictiva urna apareciera a pesar de todo en el reino de Alberto II, "los restos mortales ser¨ªan mandados de vuelta a las autoridades del pa¨ªs de fallecimiento", es decir, a Espa?a. Al fin y al cabo, es aqu¨ª donde el hijo adoptivo de Hitler vivi¨® durante 40 a?os y adquiri¨® la nacionalidad, bajo el nombre de Le¨®n Ram¨ªrez Reina.
Apenas publicado el decreto, el peri¨®dico flamenco Het Laatse Niews reactivaba la pol¨¦mica al asegurar que los conflictivos restos ya hab¨ªan sido dispersados en Bouillon, la ciudad de Valonia donde naci¨® Degrelle, durante un encuentro secreto de la extrema derecha.
El ministro del Interior belga, L¨¦on Tobback, tuvo que comparecer apresuradamente a finales de abril ante la prensa, conmocionada por la noticia, para asegurar que no ten¨ªa constancia de tal acontecimiento conspirativo, pero que por si acaso iba a abrir una investigaci¨®n. La ley belga, por lo dem¨¢s, estipula que la dispersi¨®n de las cenizas de un difunto s¨®lo se puede realizar en un cementerio o en el mar territorial.
Los temores de las autoridades belgas tienen fundamento. Aunque la familia guarda silencio sobre el destino de la pol¨¦mica urna, los partidarios del ex f¨¹hrer belga, por su parte, se movilizan. El pasado 15 de abril celebraron una primera misa en su memoria en Benalm¨¢dena (M¨¢laga), en la parroquia de la Virgen del Carmen.
Otra ceremonia religiosa -anunciada en una esquela del diario Abc- tuvo lugar el pasado d¨ªa 23 en la elegante parroquia de San Ferm¨ªn de los Navarros, de Madrid. Unas 200 personas -belgas y espa?oles- recibieron antes de asistir al oficio un pasqu¨ªn decorado con los emblemas nazis y donde se recordaban algunas ilustres palabras del difunto, tales como: "Las Waffen SS reun¨ªan en una formidable cohorte, como Roma y el imperio de Napole¨®n no conocieron nunca, a los m¨¢s heroicos soldados, no s¨®lo de Alemania, sino de toda Europa". "Nosotros, los precursores, no conoceremos, sin duda, la tierra prometida, pero otros la alcanzar¨¢n", a?ad¨ªa Degrelle en el texto. Nadie sabe si es all¨ª donde han ido a parar finalmente sus cenizas.
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