La biograf¨ªa de la esposa de Joyce rescata la faceta m¨¢s obscena del escritor irland¨¦s
Parec¨ªa que, tras la monumental biograf¨ªa que Richard Ellmann escribi¨® sobre James Joyce (publicada por Anagrama en 1991), pocos resquicios quedaban para escribir sobre el autor de Ulises. Falsa impresi¨®n. Plaza y Jan¨¦s publica ahora Nora Joyce, una biograf¨ªa centrada en la esposa de Joyce, firmada por Brenda Maddox, que ofrece una imagen distinta del escritor irland¨¦s. En ella aparece, por ejemplo, la ¨ªntima relaci¨®n existente entre Nora y los personajes femeninos de Joyce. O las cartas masturbatorias que le escrib¨ªa cuando estuvieron separados unas semanas en 1909.En contra de una opini¨®n bastante extendida, Nora Barnacle, la camarera con la que James Joyce huy¨® de Irlanda en 1904 (¨¦l ten¨ªa 22 a?os y ella 20) no era en absoluto analfabeta. Nora, escribe Brenda Maddox, ten¨ªa un nivel cultural m¨¢s que aceptable, aunque nunca lleg¨® a leer el Ulises, a pesar de la insistencia de su esposo, porque lo encontraba un libro obsceno que hurgaba demasiado en sus propias experiencias. Finnegans Wake, en cambio, le provocaba carcajadas.
Nora Barnacle era, sin duda, un personaje peculiar, una mujer que siempre estuvo al lado del escritor en su largo exilio -Trieste, Roma, Z¨²rich, Par¨ªs- y a la que el mismo Joyce defini¨® como "una Irlanda port¨¢til", como una mujer que reun¨ªa la esencia de lo irland¨¦s.
Cuatro mujeres
Brenda Maddox opta por dividir su biograf¨ªa de Nora Joyce en cuatro partes, que corresponden a otros cuatro personajes femeninos de Joyce Lily, la Bertha de Exiliados, la Molly Bloom de Ulises y Anna Livia. Todos esos personajes ten¨ªan algo de Nora. El famoso mon¨®logo de Molly Bloom, por ejemplo (¨²ltimo cap¨ªtulo de Ulises), est¨¢ escrito sin puntuaci¨®n y sin may¨²sculas, tal, como escrib¨ªa la propia Nora, y da una imagen er¨®tica muy cercana a las experiencias de la esposa de Joyce. Este uso de Nora como personaje de laboratorio, que molestaba a Nora, llev¨® a Joyce al extremo, agrega Maddox, de impulsarla al adulterio, con el ¨¢nimo literario de estudiar sus reacciones.
En la segunda parte del libro, que comprende el periodo 1904-1915, Brenda Maddox resalta la faceta m¨¢s obscena del escritor. Fue en 1909, a?o en el que Joyce viaj¨® a Dubl¨ªn y dej¨® a Nora en Trieste, cuando se inici¨® lo que la autora califica como una "correspondencia masturbatoria". En sus cartas, Joyce le preguntaba a Nora, por ejemplo, por qu¨¦ no lo hab¨ªa azotado nunca y recordaba con nostalgia las relaciones anales que ten¨ªan.
En el corto tiempo que Joyce permaneci¨® en Trieste, entre dos viajes a Dubl¨ªn, el escritor anim¨® a Nora a desarrollar unas relaciones sexuales sin ninguna verg¨¹enza. "Ense?¨® a Nora lo que ¨¦l llamaba 'ademanes puercos' y 'gestos de puta' al objeto de excitarse", escribe Maddox. "Pero sus exigencias no se detuvieron aqu¨ª. Incluso la convenci¨® de defecar mientras ¨¦l, tumbado debajo de ella, la miraba hacer".
A la obsesi¨®n cloacal, explica Maddox, a?ad¨ªa Joyce el fetichismo por la ropa interior femenina y por las pieles. En una de las cartas, Joyce suplica a Nora: "Escribe m¨¢s y m¨¢s sucio, querida". Y la instruye para utilizar sus cartas como objetos er¨®ticos en s¨ª. "Ten¨ªa que pon¨¦rselas debajo, pedorrearse en ellas o algo peor, y despu¨¦s envi¨¢rselas, 'mi querido pajarillo jodedor de culo pardo".
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