A cara de perro
ALGO SE ha movido en el Parlament6desde el debate sobre el estado de la naci¨®n. Gonz¨¢lez se present¨® con media docena de dimisiones como prueba de su voluntad de luchar contra la corrupci¨®n; los nacionalistas le alentaron a mantener esa firmeza reci¨¦n asumida, y el propio Anguita acept¨® la moci¨®n de confianza como alternativa parlamentaria a la dimisi¨®n. S¨®lo Aznar se mantuvo impert¨¦rrito en su exigencia de que se vaya. El Parlamento demostr¨® ayer que la legislatura no est¨¢ forzosamente acabada, siempre que la decisi¨®n de atajar la corrupci¨®n se demuestre con hechos.Cuando un pol¨ªtico presenta su dimisi¨®n es porque no puede presentar una explicaci¨®n. Hay cierta contradicci¨®n, por ello, en la insistencia de Aznar en pedir esas explicaciones despu¨¦s de haber obtenido las dimisiones que reclam¨® de acuerdo con el criterio de las responsabilidades pol¨ªticas. Lo m¨¢s preocupante del debate de ayer fue la constataci¨®n de que entre el Gobierno y el primer partido de la oposici¨®n no existe ni un m¨ªnimo terreno compartido sobre las reglas del juego limpio.
El debate, planteado por la fuga de Rold¨¢n, gir¨® de hecho sobre una crisis pol¨ªtica que hunde sus ra¨ªces en los casos de corrupci¨®n. Por primera vez la respuesta de Aznar fue m¨¢s larga que el discurso inicial del presidente. Ello refleja la actitud de ambos ante la crisis. Gonz¨¢lez ha optado por una actitud escueta: c¨®mo restablecer un clima de confianza pol¨ªtica que elimine incertidumbres y favorezca la recuperaci¨®n econ¨®mica. Aznar responde con una argumentaci¨®n m¨¢s barroca: que quien ha tolerado, si no estimulado, la corrupci¨®n no puede combatirla con eficacia, por, lo que la continuidad de Gonz¨¢lez s¨®lo asegura la prolongaci¨®n de la crisis (y de la inestabilidad).
As¨ª, a la enumeraci¨®n por Gonz¨¢lez de las medidas anticorrupci¨®n adoptadas por su Gobierno desde el debate sobre el estado de la naci¨®n, incluyendo las dimisiones de varios ministros y ex ministros, Aznar replic¨® afirmando que todav¨ªa no se ha dado una explicaci¨®n clara de las causas de esas dimisiones, e insinuando la existencia de motivos ocultos detr¨¢s de ese silencio. Es verdad que no ha habido tales explicaciones, y que todav¨ªa no ha ofrecido Gonz¨¢lez una autocr¨ªtica expl¨ªcita sobre las condiciones que hicieron posible la corrupci¨®n durante el largo periodo de mayor¨ªa absoluta. Pero esas dimisiones pueden considerarse el reconocimiento impl¨ªcito de esa responsabilidad, y no es imprescindible que existan motivos inconfesables para que un pol¨ªtico sea incapaz de ofrecer explicaciones racionales y p¨²blicas de ciertos hechos: la fuga de Rold¨¢n es inexplicable (y por eso dimiti¨® Asunci¨®n) tanto si ha habido como si no un pacto secreto como el que insin¨²a Aznar.
La dificultad de plantear expl¨ªcitamente la cuesti¨®n de las responsabilidades pol¨ªticas deriva en buena medida de la hipoteca del asunto de Filesa. Al no haber asumido en su d¨ªa lo que a todo el mundo parec¨ªa obvio, las complicidades y obstruccionismos acumulados, durante a?os impiden a los socialistas volverse atr¨¢s sin comprometer a toda su direcci¨®n. Y la convicci¨®n de que casos similares de financiaci¨®n irregular comprometen a casi todos los partidos aporta una permanente coartada para seguir aplazando un problema cuya soluci¨®n es inexcusable para que la opini¨®n p¨²blica se tome en serio cualquier autocr¨ªtica.
Roca ofreci¨® una descripci¨®n m¨¢s racional de las alternativas del momento. Si el objetivo es hacer compatible la lucha contra la corrupci¨®n con la perseverancia en las medidas para la recuperaci¨®n econ¨®mica, hay que descartar soluciones aventureras tipo catarsis y tambi¨¦n una disoluci¨®n anticipada que supondr¨ªa paralizar la acci¨®n del Gobierno durante unos meses decisivos. Roca lament¨® que Gonz¨¢lez no se hubiera adelantado a poner en pr¨¢ctica el proyecto de comparecencia semanal en sesi¨®n parlamentaria de control: ello habr¨ªa evitado la tensi¨®n adicional derivada del retraso en la aparici¨®n del presidente ante los esc¨¢ndalos. El consejo parece especialmente oportuno a la vista de un panorama caracterizado porque algunas personas se atribuyen el derecho a establecer la agenda pol¨ªtica desde fuera.
Especialinente lamentable resulta que, siguiendo ese calendario, la decidida opci¨®n del l¨ªder de la oposici¨®n por un estilo descarnado, de oposici¨®n a cara de perro, le llevara a dar m¨¢s credibilidad a las acusaciones no probadas procedentes de un pr¨®fugo de la justicia que al vicepresidente del Gobierno. No sin que antes la existencia misma de ese pr¨®fugo se achacara a un contubernio gubernamental.
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