Esperando a Arafat
Llega la hora de la verdad para el l¨ªder que se ha mantenido en la c¨²pula con la promesa de un Estado palestino
Entre tazas de t¨¦, los palestinos apostaban ayer fechas para la llegada de Yasir Arafat a los territorios aut¨®nomos de Gaza y Jeric¨®. Unos dec¨ªan que el hist¨®rico retorno se producir¨¢ la primera semana de junio, cuando se cumplir¨¢ el 27? aniversario de la Guerra de los Seis D¨ªas que dio a Israel pleno control de Gaza y Cisjordania, incluyendo Jerusal¨¦n. Otros, notablemente menos realistas, dec¨ªan que el l¨ªder de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) pisar¨¢ "tierra libre" en cuesti¨®n de d¨ªas.Sin embargo, el propio Arafat declar¨® ayer en T¨²nez que espera viajar a Jeric¨® en junio. En lo que todo el mundo est¨¢ de acuerdo es en que cuando Arafat llegue a Palestina se topar¨¢ con el mayor desaf¨ªo de su vida: Tendr¨¢ que demostrar su capacidad de control y satisfacer las m¨¢s variadas expectativas de un pueblo subyugado que ha abandonado fusiles y piedras a cambio de una nueva promesa.
Lo dec¨ªa ayer gr¨¢ficamente en Jeric¨® un banquero esc¨¦ptico: "Si Arafat quiere gobernar tendr¨¢ primero que mejorar las condiciones de vida de los palestinos. Darles techo y trabajo. La OLP tiene fondos. Millones de d¨®lares para promover un cambio notorio en el terreno. Pero ?tiene Arafat la organizaci¨®n e infraestructura suficientes para colmar las aspiraciones del pueblo tras casi tres d¨¦cadas de ocupaci¨®n militar?".
En Gaza se vive la resaca del festejo tras el ingreso del primer contingente de polic¨ªas, la primera manifestaci¨®n de la autonom¨ªa pactada hace ocho meses en los jardines de la Casa Blanca en Washington. La llegada de los polic¨ªas palestinos, armados de fusiles (algunas fuentes dicen que sin munici¨®n) previamente inspeccionados por expertos en bal¨ªstica israel¨ªes, provoc¨® j¨²bilo, pero en ning¨²n caso una expresi¨®n popular comparable a la explosi¨®n de optimismo que se registr¨® en septiembre.
Lo reconozcan o no, ¨ªntimamente los palestinos saben que ha llegado la hora de la verdad para Arafat, que desde 1969 se ha mantenido en la c¨²pula de la revoluci¨®n nacionalista prometiendo un Estado libre, soberano y pr¨®spero con Jerusal¨¦n como su capital irrenunciable.
Arafat tendr¨¢ que promover un cambio visible para la nueva generaci¨®n de palestinos que han crecido arrojando piedras al Ej¨¦rcito israel¨ª y desconfiando de las intenciones de un distante liderazgo c¨®modamente instalado en T¨²nez. Tiene los fondos, pero acarrea el lastre de una burocracia corrupta que, a los ojos de muchos palestinos, encierra el germen de una dictadura inepta.
Lo que le espera a Arafat es una agenda de gigantescos problemas pr¨¢cticos. Cierto, la bandera palestina flamea en Gaza y Jeric¨®, pero en esos territorios hay alarmantes ¨ªndices de desocupaci¨®n, pobreza e inestabilidad. Peor, hay manifiesta animadversi¨®n natural a la autoridad uniformada. De hecho, los polic¨ªas palestinos, esos ex guerrilleros esparcidos por Oriente Pr¨®ximo que recibieron emotiva" bienvenida en Gaza y Jeric¨® en los ¨²ltimos d¨ªas, tendr¨¢n que imponer orden en el ca¨®tico vac¨ªo creado por el repliegue israel¨ª.
Dirigentes de la OLP aseguraban ayer que el traspaso ser¨¢ gradual. Pero en muchos campos de refugiados de la franja de Gaza hay dudas. "Nadie sabe c¨®mo saldr¨¢n las cosas. Hay un absoluto estado de confusi¨®n y las expectativas han sido catapultadas a niveles inalcanzables", dec¨ªa ayer el doctor Mahm¨²d Zahar, un prominente miembro del movimiento isl¨¢mico Ham¨¢s.
El apocal¨ªptico pron¨®stico de una guerra civil entre los palestinos que apoyan a Arafat y aquellos que ven en el proyecto de paz con Israel una imperdonable capitulaci¨®n resulta, de momento, exagerado.
"No derramaremos sangre de nuestros hermanos", promet¨ªa ayer un oficial de la polic¨ªa palestina cuando se le pregunt¨® si la OLP proyecta una purga de fundamentalistas musulmanes. La gente cree que habr¨¢ un cap¨ªtulo de unificaci¨®n entre las diferentes facciones, pero muchos dicen que ser¨¢ breve.
Pero en los amplios c¨ªrculos donde se ve al Cor¨¢n como la ¨²nica soluci¨®n al descalabro econ¨®mico, pol¨ªtico y moral provocado por a?os de ocupaci¨®n, late la sospecha de que Arafat puede convertirse en el jefe de la polic¨ªa de Israel en los territorios ocupados. Varios l¨ªderes de la oposici¨®n palestina ya lo han comparado con el general Antoine Lahd, el t¨ªtere de Israel en el sur del L¨ªbano cuyos milicianos, armados, uniformados y entrenados por los israel¨ªes, son de hechos los sacos terreros del Estado israel¨ª al norte de la frontera.
No faltan teor¨ªas de que Arafat ha ca¨ªdo en una trampa israel¨ª y de que tarde o temprano las circunstancias pol¨ªticas y econ¨®micas se encargar¨¢n de demostrar un fracaso de la OLP. En el ambiente de prudente optimismo no hab¨ªa ayer espacio para esas c¨¢balas. La mayor¨ªa de los palestinos estaban unidos por la emoci¨®n. Al fin y al cabo, la autonom¨ªa va cobrando forma. Pero no habr¨¢ paciencia si Arafat, despu¨¦s de tantos a?os de promesas, no consigue eliminar la pobreza y las dudas de un pueblo cansado de esperar a fuerza de esl¨®ganes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.