Poeta defensor del hombre
Con Defensa del hombre irrump¨ªa en la poes¨ªa espa?ola de 1950 Ram¨®n de Garciasol, nombre en el que ocultaba su Miguel Calvo de nacimiento en 1913 en un pueblecito de Guadalajara. Ten¨ªa ya 37 a?os y con otros de su misma generaci¨®n -Gabriel Celaya, en San Sebasti¨¢n, Victoriano Cremer en Le¨®n y en Zaragoza, Ildefonso Manuel Gil- daban un fuerte contenido existencial y moral a las direcciones de la pro testa social y el realismo cr¨ªtico que el acontecer hist¨®rico propon¨ªa en cada momento a la inspiraci¨®n del poeta. No queriendo ejercer de abogado, dedicado a tareas editoriales, Ram¨®n de Garciasol se proclamaba con aquel libro y con todo lo que escribir¨ªa defensor del hombre de nuestro tiempo, de su pueblo espa?ol golpeado. Cantando s¨ª, a la rosa, a la vida, amigo de la luz solar, del carpe diem hasta "invadir las cajas de caudales, hasta impedir las ametralladoras... ", dec¨ªa. Larga obra en verso y no corta en prosa de biograf¨ªa y cr¨ªtica literaria, ensayismo de acendra do humanista. Hace muy poco la revista Antrhopos le dedicaba uno de sus monogr¨¢ficos que ve n¨ªa casi a coincidir con el Premio de las Letras de su Castilla-La Mancha. Se nos llamaba a algunos de sus cr¨ªticos para una ermisi¨®n en su homenaje, y perdida la Miriuca de su compa?¨ªa entra ?ablemente cantada, le o¨ªmos dispuesto tranquilamente a desaparecer con la satisfacci¨®n de ha ber realizado, a orsiana conciencia su obra, a plena vocaci¨®n y placer est¨¦tico su empe?o litera no, y con un honroso resultado la situaci¨®n de sus versos en la obra completa, en la distinci¨®n de las antolog¨ªas. Cumpl¨ªa sus 81 a?os. Hab¨ªa sido tambi¨¦n Garciasol un hombre muy dentro de la vida literaria madrile?a en las tertulias del Caf¨¦ Gij¨®n, donde la bondad que derramaba por todas partes no le imped¨ªa el mejor estilo sat¨ªrico tradicional de la vida literaria, que, por cierto, ahora ha salido un poco con otros ponentes a la superficie por los peri¨®dicos y el esc¨¢ndalo de las p¨¢ginas del libro.Pero prevalec¨ªa m¨¢s su constante homenaje y glosa a sus maestros y santos de absoluta devoci¨®n como Cervantes, Quevedo, Rub¨¦n Dar¨ªo (a estos alguna vez les re?¨ªa por las humanales piller¨ªas que no pod¨ªa ocultar honradamente en los trabajos biogr¨¢ficos), Unamuno, Antonio Machado, Ortega, Valle Incl¨¢n, Ram¨®n G¨®mez de la Serna, D¨¢maso Alonso, Miguel Hern¨¢ndez... Tambi¨¦n, al igual de aquellos poetas cl¨¢sicos, que cambiaban sus feroces puyas por encendidas loas a la hora de los Parnasos y los Laureles de Apolo, ten¨ªa las m¨¢s acertadas y elogiosas palabras en charla o por escrito de sus colegas pr¨®ximos o lejanos, tantas veces satirizados antes.
Se nos fue este Ram¨®n de Garciasol, abogado universal del hombre, del esp¨ªritu, de la palabra, de la cultura, de la belleza.
Babelia
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