Malos tiempos para un orden internacional
La ca¨ªda de Gorazde, la retirada de las fuerzas occidentales de Somalia y la imposibilidad de los cascos azules belgas de frenar la violencia en Ruanda han puesto en evidencia las limitaciones de Naciones Unidas para llevar a cabo sus misiones. Estos casos, unidos a la marcha atr¨¢s que dio la misi¨®n de la ONU en Hait¨ª y la falta de medios para controlar la guerra poselectoral en Angola en 1993, auguran malos tiempos para alg¨²n futuro orden normativo internacional. Si las limitaciones de Naciones Unidas en estas misiones son reflejo de la determinaci¨®n que tienen los Estados poderosos del sistema internacional para impulsar un sistema de seguridad que neutralice los estallidos violentos entre, pa¨ªses y dentro de ellos y proteja los derechos humanos, entonces las perspectivas son tremendamente pobres.Cuatro a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y dos desde la guerra del Golfo, los pa¨ªses con m¨¢s armas, dinero e influencia unidos en el Consejo de Seguridad, y casi todos ellos en la OTAN, no son capaces de defender a una comunidad sometida a genocidio en un Estado reconocido -pese a que la Alianza Atl¨¢ntica iba a garantizar despu¨¦s de la guerra fr¨ªa la estabilidad en Europa oriental-, ni de evitar que clanes armados arrasen los despojos de Estados neocoloniales.
Aferrados a la concepci¨®n cl¨¢sica de. la seguridad nacional, los gobernantes occidentales no han visto en Bosnia, ni en Somalia, Hait¨ª o Ruanda, un verdadero peligro para la estabilidad de sus gestiones y de sus sociedades. No han hecho c¨¢lculos en t¨¦rminos de olas masivas de refugiados o del coste que tendr¨¢n estas tragedias. Tampoco parecen pensar en qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s de Bosnia en los Balcanes, ni en el inquietante futuro de la gigantesca ?frica subsahariana. Haciendo la pol¨ªtica conservadora de actuar para el corto plazo, obtener el mayor beneficio, no perder las elecciones y dejar que las cosas las arregle el siguiente, o se aplique la violencia, o no las arregle nadie, nuestros Gobiernos se han limitado a mirar para otro lado o a poner en marcha operaciones de prestigio inmediato ante las opiniones p¨²blicas, pero de fracaso seguro en el largo plazo respecto de las v¨ªctimas.
En Bosnia, para no ir m¨¢s all¨¢ de los Balcanes, las fuerzas de Naciones Unidas han navegado entre los mandatos imposibles. Por un lado se les encomend¨® proveer ayuda humanitaria, pero sin la debida protecci¨®n y dotaci¨®n ni el mandato para usar la fuerza en un clima de guerra en el que falt¨® el consenso de las partes en conflicto. Por otro, y en particular desde el exitoso ultim¨¢tum de febrero en Sarajevo, el general Michael Rose trat¨® de extender el alto el fuego a la vez que hacer real la declarada protecci¨®n de la ONU en varias ciudades. Sin embargo, con la conciencia tranquila porque la televisi¨®n global mostraba a Sarajevo en paz, y temerosos de perder efectivos, los Gobiernos occidentales no aportaron ni la mitad de las fuerzas que pidi¨® Rose, a la vez que, por efecto directo de la inhibici¨®n, aceptaron el hecho consumado de la entrada de Rusia como protagonista proserbia activa en el terreno. Entretanto, las armas que se retiraban de los alrededores de Sarajevo se volv¨ªan hacia otras zonas.
Despu¨¦s vino la ilusi¨®n de la guerra del Golfo: usar la fuerza a¨¦rea para no arriesgar fuerzas en tierra. Pero, aparte de que los miembros de la OTAN no quieren una implicaci¨®n mayor, no es adecuado arrojar bombas inteligentes sobre una ciudad que est¨¢ siendo invadida. De esta forma, las fuerzas de la ONU que iban a proteger a los bosnios-musulmanes se transformaron, debido a la fr¨¢gilidad con que les enviaron sus Gobiernos, en escudos para los serbios. Cuando, ante casos como el de Bosnia, la pol¨ªtica se sustituye por la improvisaci¨®n, alguna cosa puede salir bien, pero en el largo plazo se crean caos y dilemas de dif¨ªcil, si no imposible, resoluci¨®n. Si despu¨¦s de Gorazde Unprofor se queda en Bosnia con el mandato y fuerza actuales, servir¨¢ para legitimar la victoria serbia en el campo de batalla y, en un futuro medio, en la mesa de negociaciones. Pero si se marcha se producir¨¢ un genocidio mayor. Una intervenci¨®n por tierra y por aire para proteger otros enclaves es ahora m¨¢s dif¨ªcil y peligrosa que hace un a?o, aunque no imposible, pero ni EE UU ni Europa la realizar¨¢n.
Los criminales est¨¢n ganando la guerra, tanto a los bosnios musulmanes como a los intentos normativos de crear un orden diferente. Los Estados poderosos han perdido la oportunidad de potenciar a la ONU y han creado nuevas condiciones para mayor uso de la violencia.
es miembro del Centro de Investigaci¨®n para la Paz, en Madrid, y del Transnational Institute, en Amsterdam.
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