"Otros museos venden im¨¢genes por cable, y nosotros, pa?uelos"
, Jos¨¦ Mar¨ªa Luz¨®n (Ja¨¦n, 1941) dio sus ¨²ltimas dos clases, sobre arquitectura romana y el retrato, en su c¨¢tedra de Arqueolog¨ªa, el mismo d¨ªa de su nombramiento oficial como director del Museo del Prado. En otras plantas de la Facultad de Geografila e Historia de la Universidad Complutense han estado, en un viaje de ?da y vuelta, anteriores directores del museo, como Alfonso P¨¦rez S¨¢n-chez y Francisco Calvo Serraller, a quienes dedica su "reconocimiento profesional y respeto". "Ya les he dicho que nos vamos a jubilar juntos aqu¨ª". Luz¨®n ha podido completar un primer curso acad¨¦mico de la c¨¢tedra ganada en 1991, siendo aplazada su incorporaci¨®n por los cargos sucesivos en el Museo Arqueol¨®gico Nacional y la Direcci¨®n General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
Pregunta.. ?Por qu¨¦ ha aceptado la direcci¨®n del Prado en estas cincunstancias?
Respuesta. Las circunstancias no condicionan y si se a?aden dificultades me animan mas a aceptar el reto de dirigir la instituci¨®n. El Prado interesa a todos y le he dedicado muchas horas de mi formaci¨®n.
Pregunta. ?Nota que su nombramiento se ha recibido don sorpresa, incluso estupor?
Respuesta. Entiendo, a quienes se sorprenden de la llegada de una persona del mundo cl¨¢sico, aunque me he dedicado tambi¨¦n a la gesti¨®n. Tampoco el Prado es una pinacoteca adornada con esculturas cl¨¢sicas, sino un museo de pinturas y escuP turas.P. ?Es un cargo provisional?
R. No deber¨ªa serlo. El cambio de director debe de ser mucho m¨¢s pensado, con otro ritmo distinto, y conste que no lo digo por m¨ª, ya que mi verdadera vocaci¨®n es la docente. El Prado no debe ser objeto de lucha pol¨ªtica, pero s¨ª estar dentro de la gesti¨®n pol¨ªtica cultural. No creo que en los avatares pol¨ªticos del Reino Unido est¨¦ el Museo Brit¨¢nico. No pretendo hacer la guerra a nadie.
P. ?La tradici¨®n de direc tores-pintores se rompe con la llegada de profesores y funcionarios?
R. En la historia del Prado ha habido directores literatos, y poetas, en cuya biografia aparecen como autores de zarzuelas y obras de teatro. En el Arqueol¨®gico hab¨ªa una etiqueta en versocon la descripci¨®n de un b¨¢culo del siglo XVI que me s¨¦ de memoria. Desde entonces ha evolucionado mucho, y ser un t¨¦cnico y conocedor de la gesti¨®n no es un dem¨¦rito. Tampoco le voy a poner poes¨ªas a Las Meninas.
P. ?C¨®mo fue su gesti¨®n en el Museo Arqueol¨®gico Nacional?
R. Con una receta sencilla: trabajar con quienes desde dentro, conoc¨ªan perfectamente el museo y partiendo de un reflexi¨®n en voz alta. La responsabil¨ªdad del director est¨¢ unida a una colaboraci¨®n flu¨ªda. La gente que trabaja dentro queda atrapada por el cari?o al propio centro y ocurre en todos los niveles, yeso que son gente mal pagada y Poco reconocida su labor. No puede existir un hospital sin m¨¦dicos y es un error grav¨ªsimo pensar que el mundo de los mu
seos es distinto. En el Arqueol¨®gico hay ahora 30 especialistas.
P. ?Conoce la plantilla del Prado?
R. Tendr¨¦ que trabajar con los t¨¦cnicos que hay, pero soy consciente que tiene una plantilla excesivamente exigua y llama la atenci¨®n la carencia de conservadores, con departamentos unipersonales. Debe potenciarse el aspecto cient¨ªfico.
P. ?C¨®mo ha sido la experiencia del Museo del Prado como organismo aut¨®nomo desde el a?o 1985?
R. Hay que perfilar las f¨®rmulas de gestionar sus propios recursos. No se trata de hacer un negocio. No puede depender nuestra historia de los beneficios de una cafeter¨ªa. En las pr¨®ximas d¨¦cadas los museos suministrar¨¢n informaci¨®n digitalizada, que generan recursos enormes. Los museos americanos venden informaci¨®n por cable, y nosotros, postales y pa?uelos de seda.
P. ?Le gustan las colas?
R. En la exposici¨®n de Micenas llegaban hasta la plaza de Col¨®n y nos llenaba de satisfacci¨®n por sabernos ¨²tiles.
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