La guerra contra las mujeres
Taslima Nasrin, la escritora banglades¨ª, ha sido condenada a muerte por blasfema por los fundamentalistas. En su ¨²ltimo libro se atrevi¨® a criticar las normas isl¨¢micas que rigen la vida de las mujeres. Desde entonces, el libro ha sido prohibido y Tasima vive encerrada en su casa, despu¨¦s de haber sufrido una grave depresi¨®n. Pero la solidaridad de los escritores que ha hecho famoso a Salman Rushdie no se ha extendido a Taslima. Al fin y al cabo, s¨®lo es una mujer.El fundamentalismo avanza a trav¨¦s de desiertos y campos, violando fronteras y vigilancias, para imponer su ley en todo el Magreb y Oriente Pr¨®ximo, e incluso en pa¨ªses mucho m¨¢s alejados de esos vecinos nuestros, como Pakist¨¢n y Bangladesh. Pero en Occidente se est¨¢ queriendo ver el fundamentalismo ¨²nicamente como un fen¨®meno patol¨®gico dentro de esa ideolog¨ªa racional, progresista y tolerante que los arabistas e incondicionales del islamismo aseguran que est¨¢ descrita en el libro sagrado Cor¨¢n. Y seguramente en lo que respecta a los usos y costumbres cotidianos, una interpretaci¨®n tolerante del libro sagrado permite a los hombres soportar unas relaciones humanas y sociales regidas por el aburrimiento y las interminables pr¨¢cticas religiosas, pero a las mujeres no. Las mujeres en los pa¨ªses musulmanes son las v¨ªctimas propiciatorias de los hombres. Convertidas en esclavas, en animales de carga, en sirvientas, en prostitutas de los varones de la familia, deben llevar sobre s¨ª todas las culpas que una imaginer¨ªa pervertida masculina ha volcado sobre ellas.
Es el propio Cor¨¢n el que instituye la poligamia, el que afirma que el testimonio de una mujer vale menos que el de un hombre, el que describe el matrimonio como la compra "del campo genital de la mujer", el que permite que el marido golpee a la mujer, con la ¨²nica condici¨®n de que lo haga con un palo que no exceda del largo de una mano, el que asegura que la mujer debe obediencia al marido porque su entendimiento e inteligencia no alcanza a la de aqu¨¦l, y el que concede a las hijas en las herencias la mitad de la parte de un var¨®n.
Cierto debe ser, como explican los especialistas, que antes de que a Mahoma se le ocurrieran. tan compasivas normas, la situaci¨®n de la mujer en la pen¨ªnsula ar¨¢biga era mucho peor, fundamentalmente porque no ten¨ªa ning¨²n derecho, ni siquiera el de la vida. Pero los que as¨ª defienden el islamismo muy comprensivos me parecen con la aplicaci¨®n de un c¨®digo que ellos, defensores a ultranza de la democracia y siempre cr¨ªticos con las dictaduras, no admitir¨ªan ni para su perro. Claro que trat¨¢ndose de mujeres, cualquier cosa es buena.
Pues bien, hoy ya tampoco tienen las mujeres asegurado su derecho a la vida. En Argelia, en el ¨²ltimo a?o, han sido asesinadas 25 mujeres por no observar las reglas de modestia musulmanas que convierten a las mujeres en muertas ambulantes recubiertas de sudarios... y tambi¨¦n por observarlas. Los fundamentalistas las matan por no llevar el velo, y unos grupos vengativos de tan sangrienta norma las matan tambi¨¦n si visten con ellos.
En Egipto cada vez menos mujeres se atreven a salir a la calle vestidas a la occidental, muchas han abandonado sus trabajos y sus estudios; la conocida escritora y psiquiatra Nawal al Saadawi, fundadora y directora de la Asociaci¨®n de Mujeres ?rabes, ha sufrido el cierre de la asociaci¨®n, el requisamiento de la documentaci¨®n y una persecuci¨®n constante que la ha llevado al exilio en Londres. En T¨²nez, para¨ªso de las mujeres en el Magreb, las compa?eras feministas me manifiestan sus temores ante la penetraci¨®n, cada vez mayor, del fanatismo fundamentalista, y c¨®mo ¨²nicamente las protegen las medidas, consideradas poco democr¨¢ticas por Occidente, que ha adoptado el r¨¦gimen en las ¨²ltimas elecciones, y que han marginado del Parlamento a los partidos fundamentalistas.
En Arabia Saud¨ª, en Kuwait, en Ir¨¢n, en Emiratos ?rabes Unidos, las mujeres son asesinadas por cuestiones de honor por cualquiera de los hombres de la familia sin que ninguna justicia intervenga, y son lapidadas p¨²blicamente por adulterio, encarceladas por conducir un coche, por salir solas de noche, por tener relaciones amorosas sin permiso paterno, por no cubrirse con el velo. Y en todos esos pa¨ªses se sigue practicando la clitoridectom¨ªa, que supone la castraci¨®n de las ni?as. Quien quiera conocer el infierno especial para mujeres en que se han convertido esos pa¨ªses debe leer la biografia Sultana. Ir¨¢n, donde se casa a las ni?as a los ocho a?os, posee el triste r¨¦cord de ser el pa¨ªs que m¨¢s mujeres ha asesinado en los ¨²ltimos 15 a?os, desde la que algunos consideran "revoluci¨®n popular" de Jomeini.
En definitiva, siendo el machismo la carga m¨¢s pesada que las mujeres deben soportar en todos los pa¨ªses, aquellos hombres que profesan la fe del profeta descargan sus frustraciones y pesares en esta guerra contra las mujeres, de la que ninguna organizaci¨®n de derechos humanos ni departamento de la ONU ha hecho objeto de denuncia, ni amenazado con sanciones a los pa¨ªses que la practican, ni ofrecido protecci¨®n a las v¨ªctimas. Ya se sabe que siendo mujeres no merecen nada.
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