El polvor¨ªn de Crimea
CRIMEA ES la regi¨®n donde puede estallar un choque de grandes proporciones entre Rusia y Ucrania. Las consecuencias Podr¨ªan ser terribles para toda Europa. Sin embargo, parece obvio que, en las presentes condiciones, ni Rusia ni Ucrania est¨¢n interesadas en que ello ocurra. Esto no significa que no intenten adelantar sus peones con esa perspectiva. El problema de fondo es que la pertenencia de esa pen¨ªnsula a Ucrania tiene una base fr¨¢gil, exclusivamente legal. Por una decisi¨®n caprichosa, Jruschov regal¨® en 1954 Crimea (que pertenec¨ªa a Rusia desde el siglo XVIII) a Ucrania. El pueblo no fue consultado. Y la expulsi¨®n por Stalin de los t¨¢rtaros crimeanos durante la Segunda Guerra Mundial acentu¨® la aplastante mayor¨ªa rusa, de m¨¢s de un 75%. Por ello es normal que, en toda elecci¨®n, los panrrusos salgan ganadores. La actual tensi¨®n estall¨® el 20 de mayo con la decisi¨®n (por 68 votos contra 2) del Parlamento de Crimea de restablecer la Constituci¨®n de 1992. ?sta otorga a Crimea una independencia de hecho. Cuando fue votada en 1992, Kiev exigi¨® su retirada, y Crimea (sin duda, aconsejada por Mosc¨²) cedi¨®. ?Por qu¨¦ vuelve ahora a la carga?Cabe invocar algunas acciones ucranias que incrementaron la tensi¨®n, como los intentos de controlar el Ministerio del Interior de Simf¨¦ropol, incluso con el env¨ªo de polic¨ªas. Al presidente Kravehuk, que tiene muy dificil su reelecci¨®n en junio, le interesa sin duda agitar las consignas nacionalistas. Pero el conflicto de Crimea es demasiado serio para achacarlo a maniobras electorales. Pone al rojo vivo el problema global de las relaciones entre Rusia y Ucrania.
?Qu¨¦ papel desempe?a Rusia? Yeltsin, al lado de consejos acertados contra todo empleo de la violencia, ha hecho declaraciones peligrosas, como la de que Crimea es soberana y que ella misma debe decidir su sistema de gobierno. Peligrosa, porque desconoce la dependencia legal de Crimea respecto a Ucrania y estimula las corrientes separatistas.
El dato positivo radica en que ahora est¨¢n en curso dos negociaciones: en Kiev, una delegaci¨®n de diputados de Crimea ante el Parlamento ucranio; en Mosc¨², entre los dos jefes de Gobierno, Chernomirdin y Zviaguilski. Estos tienen que abordar con prioridad el estatuto de la Flota del Mar Negro, que sigue sin resolver, aunque en la pr¨¢ctica esa flota obedece las ¨®rdenes de Mosc¨². A pesar de los gestos extremistas de algunos grupos nacionalistas ucranios, es obvio que, ante un conflicto armado, la inferioridad ucrania ser¨ªa aplastante. Pero lo que en estos momentos interesa a Mosc¨² es que el problema de Crimea (en el que tiene un apoyo democr¨¢tico fuerte para sus posiciones) siga siendo una palanca susceptible de presionar sobre la pol¨ªtica de Kiev en otras materias.
Hay que situar el actual conflicto de Crimea en el marco de los cambios que est¨¢ sufriendo la pol¨ªtica exterior rusa en el sentido del retorno a las tradiciones imperiales. Mosc¨² ya ha recuperado en varias rep¨²blicas de la ex URSS su hegemon¨ªa y mantenido, cuando no fortalecido, la presencia de sus tropas. Obviamente, Ucrania es un caso aparte por su dimensi¨®n y su potencia. Pero el nacionalismo ruso rechaza a¨²n toda idea de una Ucrania independiente. Y su influencia en Mosc¨² no hace sino crecer.
Europa no puede dejar de prestar atenci¨®n a la dif¨ªcil evoluci¨®n de Ucrania. Una actitud europea m¨¢s clara y constante de apoyo a su independencia de Ucrania ser¨ªa para el Gobierno de Kiev un factor de seguridad; le ayudar¨ªa a tratar con m¨¢s flexibilidad y menos nerviosismo el complej¨ªsimo problema de Crimea.
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