Cambiar de tercio
En el Washington Post del 9-15 de mayo, Thomas B. Edsall, responsable de pol¨ªtica nacional en dicho peri¨®dico, analiza la estrategia del Partido Republicano para intentar recuperar el poder y llega a la conclusi¨®n de que es la "falta de coherencia y de confianza" en el propio programa de gobierno el que lleva a dicho partido a depender exclusivamente de la denuncia de esc¨¢ndalos por corrupci¨®n (Whitewater) para conseguir tal objetivo. En este sentido Edsall cita unas palabras de Newt Gingrich, whip republicano en la C¨¢mara de Representantes, seg¨²n las cuales la insistencia en el esc¨¢ndalo Whitewater "es el exponente m¨¢s claro "del fracaso del Partido Republicano para ser una alternativa efectiva de gobierno". Pues "depender del esc¨¢ndalo para evitar discutir sobre los problemas pol¨ªticos sustantivos es pura y simplemente est¨²pido".Es verdad que la insistencia sobre la corrupci¨®n puede proporcionar beneficios a los partidos en la oposici¨®n, ya que, como dice Benjamin Ginsberg, "este tipo de pol¨ªtica mediante el esc¨¢ndalo es tan destructiva de la confianza popular en el Gobierno que los partidos de oposici¨®n al Gobierno que opera en ese momento pueden obtener alguna ventaja de ello". Pero para gobernar no basta con deteriorar la confianza de los ciudadanos en el adversario, sino que hay que ganar la confianza de dichos ciudadanos a trav¨¦s de la oferta de un programa propio. Un partido de gobierno tiene que pasar por lo que Edsall califica muy acertadamente como "el dif¨ªcil proceso de establecer su propia legitimidad". Esto no se consigue de manera negativa. Esto hay que hacerlo en positivo.
Importar esta reflexi¨®n americana en el d¨ªa en que se inicia una campa?a electoral en nuestro pa¨ªs, me ha parecido particularmente oportuno. La pol¨ªtica a trav¨¦s del esc¨¢ndalo suele ser el reverso de la ausencia de una pol¨ªtica de gobierno con la que ganar la confianza del pa¨ªs. En los Estados Unidos y en todas partes. Y de esto hemos tenido los espa?oles una raci¨®n m¨¢s que suficiente a lo largo de los ¨²ltimos meses, por no decir a?os. Por eso creo que no nos vendr¨ªa mal que los partidos aprovecharan esta campa?a electoral para cambiar de tercio y dedicarse a "establecer su propia legitimidad" para gobernar, definiendo un programa en torno a los problemas pol¨ªticos sustantivos del pa¨ªs e intentando de esta manera ganar la confianza de los ciudadanos.
Obviamente en este empe?o no todos los partidos se encuentran en la misma posici¨®n. Los hay que simplemente tienen que establecer su propia legitimidad y los hay que tienen que recuperarla, porque la han perdido. Esto, sin duda, va a tener un peso importante en ¨¦sta y futuras campa?as electorales. La legitimidad es un concepto de perfiles imprecisos, pero de importancia capital para la direcci¨®n del Estado.
Es el acusado deterioro de la legitimidad del Gobierno y la no afirmaci¨®n de una legitimidad alternativa, lo que ha convertido la alarma social de las ¨²ltimas semanas en un clima de angustia pol¨ªtica desconocido desde el 23-F.
A un pa¨ªs no se le puede dirigir solamente en negativo. No se puede basar un programa de gobierno en la simple denuncia del esc¨¢ndalo. Ahora que el presidente del PP se reclama heredero de Aza?a, Madariaga y Ortega, creo que no est¨¢ de m¨¢s recordar lo que este ¨²ltimo dec¨ªa sobre "un proyecto sugestivo de vida en com¨²n" como eje en torno al cual articular la acci¨®n pol¨ªtica. Me parece que ning¨²n ciudadano espa?ol ha tenido la impresi¨®n en los momentos dif¨ªciles por los que ha atravesado el pa¨ªs de que existiera ese "proyecto sugestivo de vida en com¨²n".
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