La OTAN ante Rusia
RUSIA HA sido el tema central en la reciente reuni¨®n de los ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas. Por dos razones: Rusia es una gran potencia militar, tiene el segundo ej¨¦rcito del mundo y un arsenal nuclear gigantesco; a la vez, la pol¨ªtica de seguridad rusa, es incierta, est¨¢ llena de indefiniciones desde el final de la guerra fr¨ªa. Del Pacto de Varsovia no queda ni el recuerdo. La mayor parte de sus miembros aspiran a ingresar en la OTAN. Pero queda por definir el lugar que Rusia puede ocupar en el entramado de acuerdos europeos e internacionales ligados a la seguridad y a los problemas militares.Con respecto a los ex miembros del Pacto de Varsovia, EE UU se ha negado a darles ingreso en la OTAN, con la garant¨ªa de seguridad que ello implica en caso de que sean atacados. Pero quiso evitar una simple negativa e invent¨® la Asociaci¨®n para la Paz, extendi¨¦ndola a todos los Estados europeos que deseen participar en ella. Los pa¨ªses de Europa central y oriental han acogido este esquema como un mal menor, una estaci¨®n de espera mientras se les abren las puertas de la OTAN. Pero ?y Rusia? Ha habido entre sus dirigentes tesis encontradas y declaraciones p¨²blicas discrepantes. Ahora parece que el estamento militar (al menos el que representa el general Grachov) y el equipo Yeltsin-Chernomirdin han llegado a cierto acuerdo: Rusia quiere ingresar en la Asociaci¨®n, pero con un protocolo especial que le garantice, si no un derecho de veto formal, s¨ª una obligaci¨®n de consulta sobre las decisiones m¨¢s importantes.
Para la OTAN se trata de un problema delicado: dar a Rusia un estatuto especial ser¨ªa interpretado como un reconocimiento de su derecho a ejercer cierta vigilancia sobre los pa¨ªses del Este europeo que fueron ayer subordinados suyos. Por otra parte, una negativa. r¨ªgida podr¨ªa empujar al aislamiento y al predominio, en la pol¨ªtica interior rusa, de los sectores m¨¢s nacionalistas, cuyo peso es ya considerable. En Bruselas el tema ha encontrado una soluci¨®n, probablemente provisional: Rusia ha anunciado que se adherir¨¢ a la Asociaci¨®n por la Paz; EE UU y otros pa¨ªses han afirmado que, si bien esa adhesi¨®n se plantea en los mismos t¨¦rminos que la de los otros miembros, con Rusia existir¨¢ un sistema de consultas especialmente intenso: una forma de reconocer de facto su car¨¢cter de gran potencia. Siendo un problema b¨¢sicamente pol¨ªtico, sin duda volver¨¢ a tratarse en la reuni¨®n de ministros atl¨¢nticos de Asuntos Exteriores de Estambul, en el mes de junio.
Conviene dejar claro que en el trasfondo de esta discusi¨®n sobre la OTAN y Rusia est¨¢ la relaci¨®n de ¨¦sta con sus antiguos sat¨¦lites del Este de Europa. Pero hay otro problema: lo que Rusia llama su extranjero cercano, los pa¨ªses que formaron parte de la URSS. En este caso -y pese a tratarse de naciones en principio independientes-, el retorno de Rusia a su vieja pol¨ªtica imperial es ya un hecho. Para ello utiliza diversos procedimientos, y preferentemente el de manipular los conflictos internos. En todo caso, Rusia ha enviado sus tropas a muchos de esos pa¨ªses y los ha integrado en la CEI, que ella domina.
En la pr¨¢ctica, m¨¢s por el silencio que por posiciones abiertas, Occidente est¨¢ asumiendo sin protestas serias esta evoluci¨®n de la pol¨ªtica rusa. Entre las voces que critican tal actitud destaca una muy calificada: la del antiguo consejero de seguridad de Carter, Brzezinski. ?ste escribe en Foreign Affairs que el deseo occidental de ayudar exclusivamente a Yeltsin, considerado como principal obst¨¢culo a las tendencias imperialistas, tiene efectos perversos, ya que facilita que, en la sociedad y en las Fuerzas Armadas, se afiance la idea, de una especie de derecho de Rusia a dominar los pa¨ªses de su entorno. Es preciso y comienza a ser urgente que la Alianza Atl¨¢ntica redefina su pol¨ªtica hacia Rusia. Es necesario ayudar a Rusia pero tambi¨¦n lo es que Occidente tenga una pol¨ªtica de contenci¨®n para esos apetitos hegem¨®nicos que vuelven a sentirse en Mosc¨².
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