Joaqu¨ªn P¨¦rez Villanueva y su tiempo
Joaqu¨ªn P¨¦rez Villanueva ha sido, ante todo, una aguda conciencia de Espa?a, de la Espa?a que le toc¨® vivir, contemplada e interpretada desde la perspectiva del historiador profesional que era.Ante cada circunstancia hist¨®rica antepuso lo que consider¨® exigencia de su pa¨ªs a sus personales intereses.
Cuando en 1945, a la conclusi¨®n de la II Guerra Mundial, la nueva situaci¨®n derivada del resultado del conflicto necesit¨® de hombres como ¨¦l, que dieran nueva imagen de la Espa?a interior, no dud¨® en abandonar su trayectoria universitaria para ocupar cargos pol¨ªticos de escaso relieve.
Su paso por Segovia y Salamanca fueron, sin embargo, bocanadas de aire fresco en el asfixian te clima intelectual de aquella ¨¦poca en que el recuerdo de la guerra civil, a¨²n muy pr¨®xima, laceraba hondamente el alma espa?ola Los congresos de poes¨ªa de Segovia (1952), Salamanca (1953) y Santiago de Compostela (1954) convocados y respaldados por P¨¦rez Villanueva, se recuerdan como momentos excepcionales de di¨¢logo con sectores intelectuales que hasta entonces hab¨ªan permanecido al margen de la cultura oficial del franquismo.
Su gesti¨®n universitaria en el ministerio de Ruiz Jim¨¦nez represent¨® igualmente el ¨²nico intento serio por liberalizar en lo posible el clima intelectual de la Universidad espa?ola. La presencia de Antonio Tovar y Pedro La¨ªn Entralgo en los rectorados de Salamanca y Madrid, respectivamente, as¨ª lo atestiguan.
Posteriormente, la direcci¨®n del Colegio de Espa?a en la Ciudad Universitaria de la Sorbona constituy¨® un ensayo de lo que podr¨ªa ser la convivencia tolerante de la Espa?a futura del posfranquismo.
Retirado a su c¨¢tedra en Madrid tras los sucesos del Mayo del 68, P¨¦rez Villanueva se dispuso una vez m¨¢s a prestar su apoyo a un nuevo intento renovador -o que al menos se pretend¨ªa tal- en las postrimer¨ªas del posfranquismo. Tras la muerte de Carrero, pas¨® a formar parte, al frente de Bellas Artes, en el Gobierno de Arias Navarro. Est¨¢bamos en enero de 1974, cuando una parte del pa¨ªs cre¨ªa a¨²n de buena fe en la posibilidad de una transici¨®n pol¨ªtica, en vida del general Franco. El llamado "esp¨ªritu del 12 de febrero" se mostr¨® pronto incapaz de soltar el lastre del pasado ideol¨®gico del r¨¦gimen y llevar al pa¨ªs a mejor puerto. En aquel verano, ciertos rumores en tomo a esc¨¢ndalos financieros que afectaban a la familia del Caudillo, junto a la flebitis que aquej¨® a ¨¦ste, pusieron fin bruscamente a aquella t¨ªmida apertura.
P¨¦rez Villanueva hab¨ªa desarrollado una pol¨ªtica de bellas artes en buena medida aut¨®noma. Su esp¨ªritu sinceramente liberal le hab¨ªa conducido m¨¢s all¨¢ de lo tolerable para un ministro de Educaci¨®n que pronto mostrar¨ªa su verdadera fisonom¨ªa autoritaria. La destituci¨®n de P¨¦rez Villanueva como director general de Bellas Artes apareci¨® en la Gaceta de Madrid junto al de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez como presidente del Instituto Nacional de Industria y al de Antonio Barrera de Irimo al frente de Telef¨®nica.
Joaqu¨ªn P¨¦rez Villanueva ten¨ªa en su mesa de trabajo la fotograf¨ªa del retrato de Jovellanos pintado por Goya. El intelectual ilustrado aparece sentado, con la cabeza reclinada en su mano izquierda, en actitud meditadora; pensamos que meditadora de Espa?a. Al igual que Jovellanos, Villanueva so?¨® con la Espa?a posible desde el dolor por la Espa?a real.
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