Una historia que empez¨® hace 60 a?os
Dos son los recuerdos que perviven de cuanto sucedi¨® aquella tarde: Belmonte y lo complicado que era llegar a la nueva plaza de toros, a¨²n tomada por obras y escombros. Ya se hab¨ªan celebrado algunos festejos, pero fue el 21 de octubre de 1934 -60 a?os van a cumplirse- cuando tuvo lugar la verdadera inauguraci¨®n de Las Ventas. A la postre, fue un buen d¨ªa aquel domingo que hab¨ªa amanecido con todo un c¨²mulo de inoportunidades encadenadas. De una parte estaba la tensi¨®n social y hasta b¨¦lica que se viv¨ªa en Catalu?a, Asturias, Pa¨ªs Vasco y Le¨®n. Por otro lado, en lo taurino, al dolor por la muerte -en agosto- de Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas se sum¨® el cotilleo m¨¢s depredador que se pueda imaginar en torno al divorcio de Rafael El Crallo y Pastora Imperio. Por si fuera poco, la afici¨®n madrile?a herv¨ªa en c¨®lera. C¨®modamente acostumbrados al viejo coso, el de Goya, el cambio de ubicaci¨®n desat¨® feroces cr¨ªticas, tanto por el lugar elegido, donde ten¨ªan por costumbre hacer parada y fonda los vientos m¨¢s feroces que visitaban la capital, como por el lamentable estado de aquel arrabal que parec¨ªa un vertedero. La principal preocupaci¨®n de las autoridades era que no estuviesen terminadas las obras de acceso, y para evitar males mayores se hizo p¨²blico un bando en el que se recomendaba ir muy temprano, am¨¦n de prohibir a los tranv¨ªas llegar a esa zona, as¨ª como la salida inmediata de los coches una vez concluido el festejo.Tanta eventualidad no fue ¨®bice para que miles de madrile?os acudieran a la plaza a sabiendas de que ten¨ªan que hacerlo a medio camino entre el senderismo y la escalada, burlando pedruscos y cascotes, y respirando m¨¢s tierra que ox¨ªgeno. El flamante grader¨ªo de Las Ventas registr¨® un lleno hasta la bandera para presenciar la lidia de seis toros de do?a Carmen de Federico por los espadas Juan Belmonte, Marcial Lalanda y Joaqu¨ªn Rodr¨ªguez, Cagancho. Un cartel de lujo, Tarde para la historia, que Belmonte colm¨® de lustre, esplendor y categor¨ªa.
El trianero hab¨ªa regresado a los ruedos tras siete a?os de retiro, consciente y sabedor de que estaba apurando los ¨²ltimos tragos de la gloria torera. Volv¨ªa artista como nunca, rebosante de pasi¨®n y sentimiento, para dictar en la nueva Monumental madrile?a sus ¨²ltimas lecciones de cualificada pedagog¨ªa taurina. Aquel domingo oto?al, terno gris plomo y blanco, Belmonte evoc¨® el significado puro de los t¨¦rminos mandar, templar y ligar, dejando un testimonio preciso de su maestr¨ªa durante la lidia al cuarto de la tarde. Un toro de ¨¢spero genio y violenta embestida llamado Desertor, al que someti¨® con naturalidad, sin crispaci¨®n, exponiendo gallardo su viejo y castigado cuerpo con el mismo ardor vehemente de siempre. Fue una breve pero sabia e intensa faena, que inici¨® con cuatro poderosos muletazos por bajo y termin¨® con tres series de naturales garbosamente rematados. As¨ª era el toreo, y ya estaba hecho. Una espectacular estocada cobrada en la suerte de la entrega total, saliendo del embroque con la taleguilla destrozada, fue el detonante de la locura colectiva. Juan Belmonte acababa de dejar sobre el reci¨¦n inaugurado albero vente?o la esencia de la eterna tauromaquia.
es periodista.
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