Indultado un toro de Ana Romero
Romero / Ortega, Litri, Jesul¨ªnToros de Ana Romero, justos de presencia, blandos, bravos y nobles. 4?, indultado; 6? premiado con vuelta al ruedo. Ortega Cano: pitos; dos orejas y rabo simb¨®licos. Litri: oreja en los dos. Jesul¨ªn de Ubrique: oreja; dos orejas. Los tres matadores y el mayoral salieron a hombros.
Plaza de Granada, 3 de junio. Corrida de feria. Lleno.
ANTONIO LORCA
Fue la apoteosis. El espect¨¢culo taurino en su m¨¢s bello esplendor. Fue una explosi¨®n de emociones, una radiante e incontenible alegr¨ªa, una indescriptible pasi¨®n la que se vivi¨® en Granada. Los tendidos, abarrotados y puestos en pie, despidieron con c¨¢nticos a los toreros y al mayoral, agradecidos porque hab¨ªan vivido, quiz¨¢, la corrida de su vida, la corrida so?ada, irrepetible y casi siempre imposible.
Lo que ocurri¨® fue muy sencillo: salieron seis toros bravos, seis extraordinarias m¨¢quinas de embestir, seis corazones nobles y encastados; seis ejemplares justos de presentaci¨®n, como corresponde a su origen Santa Coloma, con las fuerzas justas, que persiguieron los enga?os hasta la extenuaci¨®n en una maravillosa demostraci¨®n de bravura y nobleza. Por encima de todos destac¨® el cuarto, un toro c¨¢rdeno, de 478 kilos, de nombre Marquito, al que se le perdon¨® la vida despu¨¦s de que protagonizara junto a Ortega Cano una de las m¨¢s hermosas p¨¢ginas de la historia del toreo.
Ortega Cano no se entendi¨® con el picante de su primero, pero sali¨® transfigurado en el cuarto, al que tore¨® primorosamente con el capote por ver¨®nicas, gaoneras y chicuelinas. El toro s¨®lo acudi¨® una vez al caballo por decisi¨®n del matador y lleg¨® entero y retador al tercio final. En el centro del ruedo, Ortega Cano, entregado, emocionado ante su propia obra, fue capaz de estar a la altura de un toro excepcional que, humillado, fijo y largo, se com¨ªa literalmente la muleta en cada pase. La faena fue larga por ambas manos, pero siempre a m¨¢s en belleza y acometividad del animal; una faena que encontr¨® su punto culminante en unos largu¨ªsimos naturales, sorprendentes por desconocidos en el toreo moderno.
Litri y Jesul¨ªn no le fueron a la zaga. Litri se pele¨® a ley con su encastado primero y tore¨® templado a su noble quinto. Jesul¨ªn, por su parte, arm¨® el taco con un valor espartano y un toreo alegre.
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