Campa?¨¢ perdida
El Parlamento Europeo que elijamos el pr¨®ximo d¨ªa 12 de junio estar¨¢ llamado, entre otras cosas, a ratificar los acuerdos a que llegue la Conferencia Intergubernamental a celebrar en 1996. De ah¨ª deb¨ªa salir la reforma institucional de la Uni¨®n que para muchos deber¨ªa ser la Constituci¨®n europea.Yo, personalmente, soy muy esc¨¦ptico sobre tal Constituci¨®n, y creo que el mejor de los futuros europeos es la intensa cooperaci¨®n intergubemamental. Pero sea ¨¦sta, como espero, u otra la opci¨®n que prevalezca, el Parlamento Europeo estar¨¢ llamado a decir mucho al respecto, incluso cuando fuera su ¨²ltima palabra.
Pues bien, nada de esto aflora en la campa?a electoral, distorsionada por los conflictos estrictamente nacionales. El fen¨®meno no es exclusivamente espa?ol, pero aqu¨ª llega, como es usual, a extremos caricaturescos. Conservadores y laboristas en Gran Breta?a se tiran los trastos en tomo a la Carta Social y la Uni¨®n Monetaria y las f¨®rmulas de la financiaci¨®n comunitaria aparecen una y otra vez en la campana alemana. ?Son imaginables acaso unas declaraciones de candidatos espa?oles sobre los pros y los contras de la Uni¨®n Monetaria?
Nadie, salvo alg¨²n energ¨²meno, propone la salida espa?ola de la Uni¨®n. Pero la l¨®gica coincidencia con el no-disparate no equivale a la inexistencia de muchas cuestiones a debatir, dilucidar y decidir. Es un error com¨²n al Gobierno y a la oposici¨®n crear un manique¨ªsmo anticomunitario, que felizmente no existe, para vencerlo mejor. Lo que s¨ª existe son muy diferentes f¨®rmulas de concebir la Comunidad y su evoluci¨®n.?Qu¨¦ extensi¨®n, qu¨¦ profundidad, qu¨¦ configuraci¨®n prevemos para la Uni¨®n Europea? ?Federalismo o confederaci¨®n intergubernamental? ?Qy¨¦ sistema de financiaci¨®n y de toma de decisiones? ?Qu¨¦ pol¨ªticas concretas a impulsar en campos tan diversos como el medio ambiente o las migraciones? Cuestiones t¨¦cnicas todas ellas, pero cuyo planteamiento pol¨ªtico es accesible en democracia, si es que la democracia es algo m¨¢s que demagogia gestual.
Poco de eso se menciona y nada se discute. Cuando Fernando Mor¨¢n ha tenido la ingenuidad de querer hablar de Europa cara a unas elecciones europeas, la opini¨®n, debidamente mal formada, no ha dejado de reproch¨¢rselo.
El PSOE se limita a exponer lo que ha hecho en Bruselas, sin explicitar lo que va a hacer ante los nuevos problemas atr¨¢s enunciados. El PP proclama lo que quiere hacer en Madrid, sin aclarar jam¨¢s c¨®mo va a llevarlo a la pr¨¢ctica. Lo primero es cr¨®nica y lo segundo profec¨ªa, y el l¨®gico partidismo priva a aqu¨¦lla de objetividad y a ¨¦sta de inspiraci¨®n. Pero entre tanta polvareda, como dec¨ªa el romance, perdimos lo proyectivo y concreto que debe caracterizar a una opci¨®n pol¨ªtica medianamente racional. La que no suple ni la buena voluntad ni la sola voluntad de poder.
Para muchos, esta pretensi¨®n de conocer programas puede parecer desmesurada, tanto como la de valorar los ilustres desconocidos de alguna candidatura. Pero esta pretensi¨®n es lo que da vigor a un proceso democr¨¢tico y lo diferencia de un plebiscito alienante.
Es bien sabido que ninguna elecci¨®n es perfecta y que la simplificaci¨®n de las opciones en torno a personalismos, etiquetas y calificaciones -lo que queda de las ideolog¨ªas- es un constante peligro de nuestra moderna democracia. La campa?a debe servir para compensar esa peligrosa tendencia con presentaci¨®n de equipos y explicitaci¨®n de opciones. Si aqu¨¦llos se sustituyen por los s¨¦quitos y ¨¦stas por las afirmaciones enf¨¢ticas, ya en contra del adversario, ya en favor del mismo, ya en pro de lo por todos deseado, la amenaza no se ahuyenta, sino que aumenta.
Las elecciones europeas, por los problemas en juego y su no incidencia inmediata en el Gobierno, deber¨ªan ser banco de pruebas para objetivar la elecci¨®n mediante la informaci¨®n. Pero, desdichadamente, ocurre lo contrario. Se debate sobre lo que no se vota y se vota sobre lo que no se decide. M¨¢s que una ocasi¨®n perdida, es una ocasi¨®n mal utilizada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.