La 'invasi¨®n' del Reino Unido
Decenas de libros, espacios de televisi¨®n y desfiles conmemorativos jalonan el cincuentenario del desembarco
D¨ªa D, los que estuvieron all¨ª; D¨ªa D, 1944: Voces desde Normandia, Testigos del D¨ªa D. Son s¨®lo algunos de los nuevos t¨ªtulos que se exhiben en las librer¨ªas de Londres editados con ocasi¨®n del 500 aniversario del desembarco en Normand¨ªa, que se celebra este fin de semana, a caballo entre las costas brit¨¢nica y francesa. La invasi¨®n de libros, reportajes, programas de televisi¨®n con viejas im¨¢genes del desembarco, bailes, misas, actos m¨¢s o menos militares, amenaza con ahogar al pa¨ªs en un mar de recuerdos un tanto agridulces. La conmemoraci¨®n crece y se fortalece a medida que se aproxima el D¨ªa D.Las asociaciones de veteranos han pasado ya la p¨¢gina de sus desavenencias con John Major, despu¨¦s de que el primer ministro diera marcha atr¨¢s en sus pretensiones de convertir el aniversario en una especie de verbena popular. Los actos programados por el Gobierno, con comidas campestres incluidas, recibieron un sonoro abucheo metaf¨®rico de los veteranos, que amenazaron con retirarse de los eventos. El D¨ªa D, para ellos, merec¨ªa una conmemoraci¨®n, pero con centenares de miles de muertos en la memoria no pod¨ªa hablarse de celebraci¨®n. Una delicada cuesti¨®n de matices, por lo visto. Incluso Vera Lynn, la cantante cuyas melod¨ªas est¨¢n asociadas en el Reino Unido a la II Guerra Mundial, anunci¨® que no acudir¨ªa tampoco si sus amados veteranos se quedaban en casa. As¨ª es que Major cedi¨® una vez m¨¢s.
La paz reina desde entonces en el Reino Unido, y el calendario de actos con el. sello D-Day (D¨ªa D) se desarrolla con normalidad. Miles de excombatientes han desempolvado sus medallas y las exhiben a la menor oportunidad.Cruces de hierro
El pasado viernes 27 de mayo, 4.000 de ellos se dieron cita en Southampton. La ceremonia, planificada por el Ayuntamiento de Hampshire hace dos a?os, cuando todav¨ªa el Gobierno conservador no parec¨ªa tener las cosas claras, cont¨® con la presencia del duque de Edimburgo. Frente a la costa, el marido de la reina Isabel recibi¨® los saludos de rigor, ignorando quiz¨¢ que, oculto entre los 4.000 viejos soldados, un antiguo combatiente alem¨¢n, Hans Teske, poseedor de dos cruces de hierro y de una notable capacidad para el masoquismo, disfrutaba tambi¨¦n de la fiesta.
Pero ?cu¨¢l es el sentimiento real en el Reino Unido ante la conmemoraci¨®n del 6 de junio de 1944? Oficialmente, por supuesto, todo son frases pomposas para referirse al gran pre¨¢mbulo de la liberaci¨®n de Europa. Los que vivieron la II Guerra Mundial lo recuerdan tambi¨¦n con un orgullo desbordante, pese a las penalidades de la ¨¦poca. En cierta medida fue el ¨²ltimo gran acto heroico de un pa¨ªs que desde entonces no ha hecho sino ir perdiendo peso espec¨ªfico en el contexto internacional. Y esa mirada atr¨¢s no deja de ser una mirada de nostalgia por el protagonismo perdido. Despu¨¦s de la II Guerra Mundial, el Reino Unido se qued¨® sin imperio, y los brit¨¢nicos no parecen haberse acomodado a¨²n a la nueva realidad.
Aun as¨ª, muchos de ellos parecen notablemente ajenos a la conmemoraci¨®n. El domingo 29 de mayo, la gente contemplaba con una sonrisa condescendiente el despliegue nost¨¢lgico de jeeps militares con pintura de camuflaje, aparcados a la entrada del Royal Albert Hall, en Londres. Dentro, veteranos de 70 e incluso de 80 a?os, algunos acompa?ados de sus esposas, disfrutaban de una velada de baile de la ¨¦poca en recuerdo del desembarco. La fiesta, patrocinada por un museo brit¨¢nico dedicado monogr¨¢ficamente a la II Guerra Mundial, fue todo un ¨¦xito. Unos mil invitados pagaron 37 libras cada uno (unas 7.500 pesetas) para volver a escuchar las melod¨ªas de Glenn Miller, interpretadas por una orquesta que dirig¨ªa su sobrino John Miller. Era su gran semana. A partir del d¨ªa 7 volver¨¢n a ser oscuros jubilados con demasiado tiempo libre, y las medallas, insignias y ¨¢lbumes de fotos volver¨¢n otra vez al caj¨®n.
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