Un inculpado dice que cuando mataron a Lucrecia iban a buscar un bar de prostitutas
Felipe Carlos Mart¨ªn Bravo, Palalo, y sus tres amigos salieron en busca de unas chicas de alterne e inexplicablemente, seg¨²n ¨¦l, acabaron metidos en una org¨ªa de sangre y muerte. Eso es lo que vino a declarar ayer en la segunda sesi¨®n del juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid por el asesinato de la dominicana Lucrecia P¨¦rez Matos el 13 de noviembre de 1992. El procesado dijo que ese d¨ªa se "infl¨®" a cerveza y se "atuf¨® de fumar trompetas de hach¨ªs" y que entre una cosa y otra no se enter¨® de lo que pas¨® en la vieja discoteca Four Roses. Con tales argumentos trat¨® de convencer de su inocencia al tribunal.
Nada m¨¢s comenzar la vista, Mart¨ªn interrumpi¨® al presidente para dejar clara una cosa: que no iba a contestar a ninguna pregunta de los acusadores Jaime Sanz de Bremond ni Jos¨¦ Luis Gal¨¢n. A instancias del fiscal relat¨® que el 13 de noviembre se present¨® en su casa el guardia civil Luis Merino, presunto autor de los disparos que mataron a la dominicana. En ese mismo momento, ambos se desayunaron con un par de cervezas.El agente y su amigo se fueron m¨¢s tarde al cementerio de Torrelodones (Madrid) "para rezar un padrenuestro" ante la tumba del tambi¨¦n guardia civil ?scar Mart¨ªn Bravo, un hermano de Felipe Carlos que unos d¨ªas antes se hab¨ªa suicidado de un tiro. ?Recuerda si Merino efectu¨® en el cementerio unos disparos en homenaje a ?scar?, inquiri¨® el fiscal. "Por lo que tengo entendido, all¨ª hubo unos disparos", reconoci¨® el joven, que explic¨® tal imprecisi¨®n por el hecho que en ese momento se hab¨ªa alejado hasta la tumba de su padre.
Durante horas, Mart¨ªn y el guardia Merino dieron tumbos entre Madrid y Torrelodones, mientras no paraban de beber cerveza. Lo ¨²nico s¨®lido que ingiri¨® el joven durante todo el d¨ªa fue una raci¨®n de berberechos. Al caer la tarde,. ambos se reunieron con otros amigos en la denominada plaza de los Cubos, junto a la plaza de Espa?a, donde suelen concentrarse cabezas rapadas y ultras.
Bar de alterne
Despu¨¦s, el joven sugiri¨® a su grupo ir a pasar un rato a la discoteca New World, pr¨®xima a la calle de la Princesa. Pero los dem¨¢s colegas rechazaron la idea: "Pagas la entrada y luego no te haces a ninguna chica", le replicaron, a la vez que alguien propuso ir a un bar de alterne en busca de un plan m¨¢s f¨¢cil.
El guardia Luis Merino se puso al volante de su coche. Junto a ¨¦l se sent¨® Felipe Carlos Mart¨ªn. En los asientos traseros lo hicieron Javier Qu¨ªlez y V¨ªctor Flores, ¨¦ste apodado el Oxidao por su cabello color cobre. Cerca del estadio de f¨²tbol del Manzares les detuvo una patrulla de la Polic¨ªa Municipal por conducci¨®n peligrosa, pero les dejaron ir sin multarles posiblemente porque Merino se identific¨® como agente del instituto armado.
"Llegamos a un sitio que estaba oscuro. No se ve¨ªa nada. Yo estaba muy borracho e iba pendiente de no tropezar con las piedras del suelo", explic¨® Mart¨ªn Bravo. ?Y no le extra?¨® que no hubiera ninguna luz para se?alar el camino a los potenciales clientes del local?, le ataj¨® el fiscal. "Yo pensaba que all¨ª estaban las chicas y no iba a hacer preguntas", contest¨® a modo de explicaci¨®n.
El joven relat¨® que escuch¨® detonaciones que a¨²n hoy asegura que no sabe a qu¨¦ obedec¨ªan. El y sus amigos salieron corriendo hasta el coche. "Despu¨¦s de la movida, Luis Merino nos dijo: 'De esto, ni palabra'. Pero ninguno pregunt¨® m¨¢s porque no est¨¢bamos para hacer comentarios", record¨® ayer. A media ma?ana, el tribunal presidido por Pedro Javier Rodr¨ªguez Gonz¨¢lez-Palacios interrumpi¨® la sesi¨®n para deliberar si se permit¨ªa que los abogados Sanz de Bremond, acusador en nombre de la familia, y Jos¨¦ Luis Gal¨¢n, en nombre de Comisiones Obreras, formulasen en p¨²blico sus preguntas al procesado, pese a que ¨¦ste hab¨ªa anunciado que se iba a negar a contestar. Los magistrados, finalmente accedieron, a la petici¨®n de los letrados.
Pistolas y panfletos
Sanz de Bremond hizo que se llevaran a la sala las armas, las ballestas, las flechas y otros artilugios intervenidos en casa de Felipe Carlos Mart¨ªn. Todo, seg¨²n ¨¦ste, pertenec¨ªa en realidad a su hermano ¨®scar. Pero el abogado hizo notar astutamente que la revista ultraderechista A por ellos era de fecha 24 de septiembre de 1992 y que dif¨ªcilmente pod¨ªa ser de Oscar, que se hab¨ªa suicidado en agosto. Lo mismo argument¨® respecto a unos recortes sobre actos racistas.
El procesado ni siquiera pronunci¨® un monos¨ªlabo cuando Gal¨¢n le interrog¨®, entre otras cosas, acerca de si hab¨ªa sido expulsado del instituto por agredir a un profesor porque era jud¨ªo.
El inculpado neg¨® ser racista, cabeza rapada o ultraderechista. "Tengo cosas m¨¢s importantes de las que preocuparme, entre ellas mi familia", manifest¨® a preguntas de su abogado, ?ngel L¨®pez Montero. Sanz de Bremond y los representantes de una asociaci¨®n de inmigrantes dominicanos -parte del escaso p¨²blico asistente a la vista- coincidieron en calificar de "pel¨ªcula" y "cuento fant¨¢stico" la versi¨®n del declarante.
Tres tiros: ?Tac!, ?tac!... ?tac!
Los tres disparos que acabaron con la vida de la dominicana Lucrecia P¨¦rez volvieron ayer a restallar, por boca del procesado Felipe Carlos Mart¨ªn Bravo, en la sala de vistas. "Vi destellos y escuch¨¦ unas detonaciones que resonaban bastante, pero no las identifiqu¨¦ como disparos. Fue algo as¨ª como itac!, itac!... itac! Dos seguidas y una m¨¢s espaciada", dijo. Aunque el joven asegur¨® que no entend¨ªa nada de armas, su onomatopeya de los tiros fue perfecta.Para justificar las contradicciones en que incurri¨® ayer respecto a lo que tiene declarado en el sumarlo, Mart¨ªn repiti¨® en varias ocasiones que tras su detenci¨®n hab¨ªa sido maltratado y coaccionado por la Guardia Civil. Tambi¨¦n afirm¨® que despu¨¦s de lo de la discoteca Four Roses no hab¨ªa escuchado a su amigo, el guardia Luis Merino, comentar: "Les he dado tres plomos, que se los repartan".
El juicio ha despertado poca curiosidad ciudadana. En los bancos reservados al p¨²blico s¨®lo estaban media docena de dominicanos y algunos familiares de los procesados, entre ellos dos hermanas y la madre de Felipe Carlos Mart¨ªn. Esta ¨²ltima, Monserrat Bravo, fue expulsada de la sala cuando el abogado acusador Jaime Sanz de Bremond hizo notar que no pod¨ªa estar all¨ª, dado que es una de las personas que habr¨¢ de declarar como testigo en las pr¨®ximas jornadas.
No era la primera vez que Monserrat Bravo, una mujer de cabello platino extremadamente rapado, incumpl¨ªa lo dispuesto para estos casos: ya ID hab¨ªa hecho en la sesi¨®n del lunes. Ayer, antes de que abandonara la sala, el astuto Sanz de Bremond pidi¨® al presidente del tribunal que se aprovechara la ocasi¨®n para citarla como testigo, ya que hasta ahora no se le hab¨ªa podido entregar la correspondiente c¨¦dula de citaci¨®n. "Mari Carmen, que se le extienda la oportuna citaci¨®n en secretar¨ªa", orden¨® el magistrado Pedro Javier Rodr¨ªguez a la agente judicial.
El joven encausado evit¨® cuidadosamente emplear la palabra "negro" y, en cambio, utiliz¨® repetidamente la expresi¨®n "personas de color".
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