El mendigo asesino no era responsable al matar, seg¨²n los forenses
Francisco Garc¨ªa Escalero, el mendigo de 39 a?os que se ha confesado autor de 15 cr¨ªmenes, no era responsable de sus actos al matar. As¨ª lo determina el informe forense, que sostiene que Escalero sufr¨ªa un cuadro de esquizofrenia, alcoholismo cr¨®nico y trastorno de la inclinaci¨®n sexual en el que se mezclaban el homicidio y la agresi¨®n con objeto cortante, los intentos de suicidio, las lesiones autoinfligidas, as¨ª como la exclusi¨®n y el rechazo social. Los especialistas resumen la historia de este asesino en un doble fracaso: el de Escalero y el de las instituciones que fueron incapaces de "descubrir y prevenir" la sangre que dej¨® a su paso.
El informe es fruto del trabajo de dos m¨¦dicos forenses desde enero hasta abril de 1994. A lo largo del estudio se describe la oscura y at¨¢vica personalidad del mayor asesino en serie que ha pisado Madrid. Degollaba, emasculaba y descuartizaba. Tambi¨¦n profanaba tumbas y violaba muertos Sus v¨ªctimas viv¨ªan de la mendicidad. A los 17 a?os, pasa de ser un chorizo de barrio a violador. En prisi¨®n, pisar¨¢ los primeros pabellones psiqui¨¢tricos. No saldr¨¢ a la calle hasta 1987. Entonces es cuando empezar¨¢ a matar. Francisco Garc¨ªa Escalero, detenido en octubre pasado, permanece ingresado en el hospital penitenciario de Carabanchel. Las siguientes frases, recogidas durante las entrevistas, resumen parcialmente este recorrido.
Infancia.
"No era como los dem¨¢s, hac¨ªa cosas que no estaban bien. No me gustaba estar con la gente, me gustaba ir a sitios solitarios y se me pasaba la idea de matarme... De peque?o tambi¨¦n me pon¨ªa delante de los coches... A los 12 a?os me atropell¨® uno".Adolescencia.
"Ya ten¨ªa ideas raras, paseaba por las noches con un cuchillo. Me gustaba entrar en casas abandonadas y no s¨¦ por qu¨¦. Miraba por las ventanas de los pisos para ver a las mujeres y a las parejas de novios. Me masturbaba.C¨¢rcel.
"Cog¨ªa los p¨¢jaros y animales muertos que me encontraba y me los llevaba a la celda, me sent¨ªa m¨¢s a gusto".Psiqui¨¢trico penitenciario.
"Me ve¨ªa raro, me ve¨ªa mal, me pon¨ªa nervioso de pasear por los pasillos, de estar con gente".Vuelta a la libertad.
"Iba por la calle como si no existiese, no chocaba con la gente, era como si no tuviera cuerpo".
,'Me miraba a los espejos, como si no fuera yo, no me reconoc¨ªa. Llegu¨¦ a pensar que podr¨ªa ser un esp¨ªritu, otra persona que se hab¨ªa metido en m¨ª ( ... )".
"O¨ªa voces interiores, me llamaban, que hiciese cosas, cosas raras, que ten¨ªa que matar, que ten¨ªa que ir a los cementerios".Un asesinato.
"Lo mat¨¦. Estuvimos bebiendo en un parque al lado del cementerio y tomando pastillas, me las ped¨ªa el cuerpo para poder hablar mejor. Luego le dije d¨®nde ¨ªbamos a dormir y en el cementerio sent¨ª las fuerzas, me daban impulsos, cog¨ª una piedra y le di en la cabeza y luego le quem¨¦ con peri¨®dicos y luego me fui a dormir al coche y al d¨ªa siguiente al hospital. Ahora me siento con la mente en blanco, como si estuviera muerto".Sus respuestas son cortas, monosil¨¢bicas. La voz no se altera ni cuando narra los hechos m¨¢s violentos. Los m¨¦dicos le describen como un hombre hosco, introvertido, solitario. "No sonr¨ªe apenas, no sabe contar chistes". Si se le pregunta por la trascendencia de sus actos, recuerdan los facultativos, responde: "No me lo he planteado".
Una vida sexual sin relaci¨®n afectiva -a las prostitutas les obliga a decir cosas cari?osas a terceros- la pr¨¢ctica de la zoofilia y la necrofilia, as¨ª como el alcoholismo cr¨®nico -beb¨ªa un m¨ªnimo de cuatro litros de vino al d¨ªa- marcan un recorrido al que desde 1980 azotan las alucinaciones y delirios, especialmente de persecuci¨®n, posesi¨®n y dedoblamiento. "Se relaciona mejor con objetos que con personas, por eso la conducta fetichista, el voyeurismo, la actividad sexual onanista...".
A esta mara?a se suman los impulsos violentos, que "surgen sin apenas elaboraci¨®n, que no generan sentimientos de piedad, culpa o arrepentimiento". "Es como si el motivo fuera solamente el matar", indican los m¨¦dicos. Esa furia la describe Escalero como una fuerza que le sube de repente a la cabeza. Pasa inmediatamente a la acci¨®n. Los facultativos describen esto como actos cortocircuito".
Los ejecutar¨¢ en la calle. No en balde, para este antiguo presidiario, alcoh¨®lico y esquizofr¨¦nico, vivir fuera de las rejas se torna dif¨ªcil. Es la marginaci¨®n. Temeroso de los vecinos -cree que le escuchan y siguen a todas partes- se convierte en un vagabundo. Duerme en la calle o en coches. Surge en ¨¦l una gran individualidad, "desconfianza del otro, violencia y. agresividad". La dirige, sobre todo, hacia quienes tiene que disputar un poco de comida, un puesto de limosnero.
Se trata de una agresividad muy primitiva, cruel, sin conmiseracion: "Algunos datos de sus conductas violentas, como la utilizaci¨®n del pene, las consideramos, m¨¢s que sexuales, como expresi¨®n del dominio animal, de la necesidad instintiva de dominar al otro mediante la muerte y adem¨¢s exponer los atributos de la presa".
Estas conductas violentas, para los psiquiatras, derivan de "patolog¨ªas muy graves con intensidad suficiente para incidir en la libertad y voluntad del procesado". Es m¨¢s, los facultativos recuerdan que cuando ocurren los homicidios su psicosis llevaba varios a?os desarroll¨¢ndose y que los m¨®viles no respond¨ªan a inter¨¦s alguno. De hecho, es su gratuidad la que le mantiene impune tantos a?os -desde 1987 hasta finales de 1993-
A ello a?aden los m¨¦dicos los continuos ingresos de Escalero en el hospital Psiqui¨¢trico Provincial, sus declaraciones hostiles, de asesinato -"voy a matar al primero que pase por delante"-, en fin, la agudizaci¨®n de su "proceso psic¨®tico esquizofr¨¦nico" bajo una actividad delirante y alucinatoria. "S¨®lo se puede pensar que el transtorno le imped¨ªa actuar en libertad. Que sus actos eran patol¨®gicos, una manifestaci¨®n m¨¢s de su enfermedad".
Desde este horizonte, los forenses establecen un pron¨®stico cl¨ªnico negativo. Le consideran una persona peligrosa, con riesgo de criminalidad, mientras la psicosis se mantenga. Tambi¨¦n, aunque dan el visto bueno a su capacidad de testificar, ven imposible que tenga un futuro en sociedad. "Va a precisar de tutela institucional, con la consideraci¨®n de indefinida".
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