El ¨¢lbum familiar de unos emigrantes en Suiza
Un joven de la 'segunda generaci¨®n' describe en un video las penurias de los trabajadores espa?oles
Para Fernando y Florinda Melgar, los 27 a?os que han vivido de emigrantes en Suiza han sido "27 a?os de vac¨ªo". La historia de este matrimonio, que lleg¨® a principios de los sesenta a la Confederaci¨®n Helv¨¦tica, aprovechando la bonanza econ¨®mica y la necesidad de mano de obra de ese pa¨ªs, es similar a la de mi les de espa?oles, que se vieron obligados a poner kil¨®metros por medio de la miseria en la que entonces viv¨ªa Espa?a.A trav¨¦s del recuerdo de sus padres, el videasta Fernand Melgar, que pertenece, como otros 140.000 j¨®venes, a la segunda generaci¨®n -los hijos de emigrantes que han asistido al colegio en Suiza y que han vivido una doble referencia cultural-, ha querido mostrar a los suizos en el documental Album de familia una p¨¢gina reciente de su historia: la emigraci¨®n.
El 16 de marzo de 1963, Fernando Melgar llegaba a Suiza con otros 6.000 espa?oles que aquel a?o las autoridades helv¨¦ticas permitieron trabajar en la construcci¨®n de carreteras y en explotaciones agr¨ªcolas. "A los suizos s¨®lo les interesaba la mano de obra barata", le confiesa a su hijo Fernand, a quien la necesidad de ser aceptado en el colegio por sus compa?eros le hizo "afrancesar su nombre". "No quer¨ªan saber nada de la familia. No se cre¨ªan que fu¨¦ramos seres humanos", dice Florinda, "no lo hac¨ªan por maldad, sino porque pensaban que ¨¦ramos inferiores".
A pesar de estar prohibida la reunificaci¨®n familiar Suiza no ha ratificado todav¨ªa la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos al contemplarse todav¨ªa en su legislaci¨®n esta prohibici¨®n-, Fernando no soportaba tanta soledad y se arriesg¨® a traer a Florinda, los ni?os y la abuela. Los emigrantes, dice, ten¨ªan el trabajo f¨¢cil, pero lo dif¨ªcil era el piso. En los peri¨®dicos era frecuente ver en los anuncios frases como ¨¦stas: "Extranjeros, abstenerse de llamar". A Florinda, los controles m¨¦dicos a que eran sometidos los emigrantes en las aduanas le recordaban "los barracones donde los alemanes conf¨ªnaban a los jud¨ªos".En ?lbum de familia, Fernando, el padre, relata c¨®mo su primer contacto con un aut¨®ctono se efectu¨® en un retrete p¨²blico. El suizo le increp¨®: "Aqu¨ª estamos en un pa¨ªs limpio y hay que tirar de la cadena". Fernando no se lo pod¨ªa creer: "?Pensaban que ¨¦ramos unos cerdos!".
Fernand, el hijo, confiesa en su documental que los primeros a?os de la infancia, hasta que aprendi¨® franc¨¦s, fueron duros, aunque los maestros, "muy abiertos", son los que siempre han hecho posible la integraci¨®n. "La escuela es lo que nos diferenciaba", les dice a sus padres. "Como no sab¨ªais franc¨¦s, no pod¨ªais ayudarnos a hacer los deberes". ?se fue el principio de una doble vida.
A sus 33 a?os, despu¨¦s de muchas dudas, Fernand ha rechazado la idea de nacionalizarse, entre otras cosas porque a sus padres, que regresaron a M¨¢laga hace ya tres a?os, despu¨¦s de jubilarse anticipadamente, no les hac¨ªa ninguna gracia. "Mirando el ¨¢lbum de fotos, han recordado las decepciones que sufrieron en un pa¨ªs que no les dej¨® integrarse".Sin embargo, ¨¦l tiene muy claro que prefiere vivir en Suiza, donde el 18% de la poblaci¨®n es extranjera, aunque la situaci¨®n para muchos emigrantes no ha cambiado demasiado. "S¨®lo los barracones que les albergan se han desplazado del centro de las ciudades a las afueras". Es ¨¦sta una historia que deber¨ªa hacer reflexionar en Espa?a, pa¨ªs que fue de emigraci¨®n y empieza a serlo de inmigraci¨®n.
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