Hambre sevillana

Hay un punto de contacto entre los creadores de Porgy and Bess -autor de la obra original y compositor- y el p¨²blico de Sevilla: todos quer¨ªan ¨®pera. Hasta ¨¢vidamente. DuBose Heyward, autor de la novela Porgy, no quer¨ªa que sobre su texto se construyera una comedia musical. Pretend¨ªa algo m¨¢s noble. Por ello desestim¨® la oferta de Jerome Kern y Oscar Hammerstein II (reyes de Broadway con ¨¦xitos como Show boat) y acept¨® la de George Gershwin. Aunque ¨¦ste deb¨ªa sus millones y su popularidad tambi¨¦n. a la comedia musical -mientras trabajaba en Porgy and Bess estrenaba en Broadway Of thee i sing y Pardon my english y repon¨ªa con ¨¦xito Let'em eat cake-, hab¨ªa decidido desde hac¨ªa tiempo, presionado por un oscuro complejo de inferioridad y por el desd¨¦n de la cr¨ªtica pedantorra hacia el g¨¦nero ligero, dedicarse a la m¨²sica "seria".De esa obsesi¨®n hab¨ªan ido naciendo sus conciertos sinf¨®nicos Rhapsody in blue (1924), Concierto para piano y orquesta (1925), Un americano en Par¨ªs (1928), Segunda rapsodia (1932) o las Variaciones sinf¨®nicas sobre I got rhytm (1933). La ¨®pera negra basada en la novela de Heyward deb¨ªa de momento culminar esta etapa y abrir un horizonte -pronto, s¨®lo dos a?os despu¨¦s del estreno de Porgy and Bess, brutalmente interrumpido por su muerte prematura- de ¨®peras, cantatas y sinfon¨ªas.

Esta hambre l¨ªrica de DuBose Heyward y de Gershwin se corresponde con la del p¨²blico sevillano, que tras los fuertes y car¨ªsimos aperitivos del periodo Expo se ha quedado sin almuerzo oper¨ªstico. Si esta demanda esa aut¨¦ntica afici¨®n o capricho de astrac¨¢n est¨¢ por verse. Los datos recientes son optimistas: la semana pasada Philip Glass obtuvo un gran ¨¦xito con su ¨®pera-filme La belle et la b?te, y las dos representaciones de Porgy and Bess han sido otro multitudinario triunfo. Justo, adem¨¢s.

La belleza, gracia y fuerza de la m¨²sica de Gershwin son puestas en escena ajustadamente por el New York Harlem Theatre. Dise?o de producci¨®n funcional y eficaz. Muy respetuoso con la tradici¨®n esc¨¦nica de la obra desde sus inicios con el gran Mamoulian. Voces correctas en todos los casos; brillantes en los solistas principales, Alvy Powell y La-Rose Saxon, y con gran fuerza en la interpretaci¨®n que de la devota Serena hizo Leavata Johnson. Orquesta discreta. Una agradable representaci¨®n que fue premiada por el p¨²blico con aplausos y bravos que respond¨ªan tanto a los m¨¦ritos de la compa?¨ªa como a sus hambres l¨ªricas que est¨¢n empezando a ser, poquito a poco, saciadas por la reci¨¦n estrenada direcci¨®n del teatro.