Desilusiones a granel
La primera etapa alpina deja las cosas igual tras seis horas y media de falta de iniciativa
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)
Berzin no se qued¨® solo. Pantani lo intent¨® y vio que no iba a ninguna parte. Indur¨¢in no encontr¨® terreno. A la etapa le sobraron 80 kil¨®metros por lo menos. Se practic¨® el liberalismo, el laissez faire, laissez passer [dejar hacer, dejar pasar]. Nadie se inmut¨®. Berzin tiene en el bolsillo el Giro. "Nosotros, tranquil¨ªsimos", resumi¨® Bombini, el director del ruso. "Todo fue a nuestro favor".Berzin no pic¨® en el anzuelo. A su lado, marc¨¢ndole el ritmo en los interminables ascensos del Agnello (2.748 metros) y del Izoard (2.361 metros), su capit¨¢n y cerebro, Moreno Argentin. El joven ruso no perdi¨® los nervios, no cay¨® en la tentaci¨®n de convertir la carrera en una monta?a rusa. Pantani hab¨ªa hecho de pescador. Madrugador. Ya en las rampas del Agnello, a m¨¢s de 130 kil¨®metros de la meta, el liviano escalador dijo adi¨®s al grupo. "Deb¨ªamos intentar aislar a Berzin", explicaban en su equipo. La acci¨®n no era una locura.
"Pantani nunca sale a lo loco como Chiappucci", dice Ech¨¢varri. Pero Pantani no encontr¨® lo que buscaba. En un grupo que se hab¨ªa escapado antes -Abduyap¨¢rov entre ellos- s¨®lo encontr¨® que le siguieran a dos lapas: los colombianos Buenahora y Mej¨ªa. Mal asunto: ni le relevaban subiendo el Izoard ni le ayudaban en el llano, en todos esos kil¨®metros que le sobraron a la etapa. Mej¨ªa, incluso, se qued¨®. Y dio la oportunidad a que Pantani le pidiera colaboraci¨®n a Buenahora a cambio de la etapa. Pero ni por esas.
El que se qued¨® aislado fue Pantani. El pescador, pescado. Prudentemente, en una zona de llano y fuerte viento, sin ning¨²n puerto fuerte ya en el horizonte, Pantani levant¨® el pie del pedal y se dej¨® coger.
Por detr¨¢s viajaba Indur¨¢in. Siempre a rueda de Berzin. Esperando alg¨²n gesto, alguna se?al. Pero Berzin no desfallec¨ªa. Y Argentin -150 kil¨®metros tirando ¨¦l solo- tampoco. La marcha regular del capit¨¢n del Gewiss -similar a la que el buen Gorospe le marca a Indur¨¢in subiendo en el Tour-, sin tirones ni frenazos, como con un regulador de velocidad en la bicicleta, no permit¨ªa nada. No ten¨ªa sentido atacar, irse en busca de Pantani.
Berzin rebosaba salud. No se puso en evidencia en ning¨²n momento. Y adem¨¢s, las fuerzas. Los ¨²ltimos d¨ªas no son los primeros, en los que tienes la bolsa llena y no te acongoja irla derrochando. En los que los ataques con ganas pueden ser largos y prolongados. Al final s¨®lo valen los peque?os acelerones y rezar para que sean suficientes. Bajaron el Izoard, se pusieron todos a comer y se acab¨® la etapa.
"Ya no quedaba terreno", dice Indur¨¢in. "Los ¨²ltimos puertos eran muy f¨¢ciles". Adem¨¢s, el tiempo. "Me qued¨¦ helado en Lautaret", explica el navarro. "Soplaba un viento fr¨ªo de cara y ya no pude marchar bien". Y para no ser atacado al final, en las suaves rampas del Deux Alpes, atac¨® ¨¦l. Aceler¨® lo que pudo para dar la impresi¨®n de que iba bien, para que con un ritmo lento los dem¨¢s no le dejaran con tirones. Logr¨® simplemente que Argentin tirara la toalla y entrar en sprint con sus compa?eros de podio.
La prevista etapa reina se resolvi¨®, as¨ª, en una sorda lucha t¨¢ctica y de inteligencias. T¨¢cticas liberales, de dejar libertad a la gente sabiendo que no pueden llegar muy lejos. Inteligencias supeditadas a los latidos del coraz¨®n, a la pesadez de las piernas, a la espera del desfallecimiento ajeno. El ciclismo retom¨® su sabor sutil. Aunque sepa a poco.
Berzin ha despejado las dudas. Como dicen los franceses, los grandes campeones ganan su primera gran vuelta a los 23 a?os. Y como dice el sentido com¨²n, no todos los que explotan con fuerza son capaces de mantenerse.
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