Gonz¨¢lez no se considera deslegitimado, pese al fuerte rev¨¦s electoral
"Nosotros sabemos ganar y sabemos perder. Y, aunque hubi¨¦ramos tenido peores resultados, quiero decirles que tengo esp¨ªritu de lucha suficiente para intentar ganar las pr¨®ximas elecciones". Rodeado de los suyos, tan sonriente como en los d¨ªas de victoria y entre los gritos de ?Felipe, Felipe! y ?presidente, presidente! de los incondicionales que llenaban la sede del PSOE, Gonz¨¢lez encaj¨® ayer, sin sentirse deslegitimado, la primera gran derrota electoral de su partido desde que aquel m¨ªtico 28 de octubre de 1982 le subi¨® al carro del poder.
El presidente del Gobierno entr¨® a las 23. 10 en la sede del PSOE para dar la cara. Antes, desde que a las ocho en punto los primeros sondeos electorales hab¨ªan vomitado una diferencia de ocho puntos a favor del Partido Popular, tres peones de lujo del partido -Cipri¨¢ Ciscar, Joaqu¨ªn Almunia y Francisco Fern¨¢ndez Marug¨¢n- se hab¨ªan encargo de capear el temporal.Despu¨¦s, Jos¨¦ Mar¨ªa Benegas, de luto riguroso, anunci¨® la debacle; pas¨® el trago, pero ley¨®, sin que le temblara la voz, el resultado de ese sondeo m¨¢gico del PSOE que, a partir de cincuenta papeletas de 760 mesas electorales, es capaz de adivinar el futuro. Y el futuro, por primera vez, no era socialista. El PP le hab¨ªa metido al PSOE m¨¢s de un mill¨®n de votos. En s¨®lo un a?o, desde aquel milagroso 64 en el que salvaron la cabeza en el ¨²ltimo minuto, la tortilla hab¨ªa dado la vuelta.
Felicitaci¨®n telef¨®nica
As¨ª estaban las cosas cuando lleg¨® Felipe Gonz¨¢lez para decir que acababa de llamar por tel¨¦fono a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para felicitarle democr¨¢ticamente por su triunfo (gritos a favor y en contra en el auditorio) y confesar que, pese a todo, despu¨¦s de 12 a?os, conservaban m¨¢s de un 30% de electorado fiel, "incluso en momentos de dificultad como los que estamos viviendo, con la corrupci¨®n y la crisis econ¨®mica encima".
Muy elegante, con un traje gris, una camisa azul intenso y una corbata a la moda, Gonz¨¢lez cerr¨® sus escasos 10 minutos de intervenci¨®n con una confesi¨®n personal: "Cuando gano me siento abrumado, y cuando perdemos, como ahora, os transmito ¨¢nimo". Final feliz.
Tras los gritos de rigor, en el tumulto de los micr¨®fonos, un par de contestaciones sobre las que en los pr¨®ximos d¨ªas se jugar¨¢ a la pol¨ªtica: ?Piensa presentar una moci¨®n de confianza? "Lo tengo que meditar, no quiero hacer ning¨²n juicio precipitado". ?Va a hacer una remodelaci¨®n del Gobierno? "No he pensado en eso". Para irle dando vueltas a las dos cosas, Gonz¨¢lez tiene a partir de hoy la tregua de su viaje "obligado" con el Rey a Cartagena de Indias (Colombia) para participar en la Cumbre Iberoamericana.
Un vez encajada la derrota con una estimable elegancia -fingida o no- hay que describir el argumentario b¨¢sico, repetido hasta la saciedad desde el primer momento por los ejecutivos del PSOE.
Punto uno, felicitar a los ganadores; punto dos, explicar que se trata de unas elecciones europeas sin repercusi¨®n nacional; punto tres y fundamental porque lo dijo el propio Gonz¨¢lez, cuando superemos la crisis econ¨®mica y nos quitemos de encima a todos los corruptos, vengan de donde vengan, volveremos a ganar". Se trata de minimizar las consecuencias pol¨ªticas del descalabro ("yo no lo llamar¨ªa as¨ª", hab¨ªa dicho Benegas a primeras horas de la noche) y en eso Gonz¨¢lez es un experto: "Yo me comprometo a garantizar la estabilidad. Ma?ana por la ma?ana vamos a seguir gobernando".
Cuando se acababa la noche, la primera noche negra del PSOE, una sombra corri¨® por los pasillos de la sede de Ferraz. Era Alfonso Guerra, el viejo oyente, el sempiterno vicesecretario general, vestido con un traje claro y una enorme sonrisa. "Se?or Guerra, estas son las primeras elecciones en las que usted no est¨¢ para dar los resultados y son tambi¨¦n las primeras que ha perdido su partido". "No ha sido por eso". Parec¨ªa que estaba preparado. Fuera, en la calle Ferraz, algunos cachorros del victorioso Partido Popular hab¨ªan venido para hacer ruido con sus bocinas.
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