Par¨¢bola del conejo
En mi barrio, en la calle del Esp¨ªritu Santo, hay un curioso negocio. Lo lleva Federico Castue?o y se dedica a la taxidermia, o sea, a disecar animales.El negocio es peque?o, tiene la puerta verde y un escaparate que parece una ventana. El escaparate est¨¢ lleno de unos curiosos conejos vestidos de cazadores.
Federico Castue?o, el due?o de la tienda, es un viejito que siempre parece que se acaba de re¨ªr de algo. Hered¨® el negocio de su t¨ªo Venancio Castue?o, del que se cuenta que una vez disec¨® un toro, lo puso en la calle de San Bernardo y provoc¨® una conmoci¨®n.
Federico hered¨® el negocio de su t¨ªo, la habilidad para disecar y una cierta proclividad al cachondeo. A veces, Federico se descuelga por la plaza del Dos de Mayo y se sienta en mi mesa. Yo estoy bebiendo mi mezcla de an¨ªs seco y dulce, fumo una Faria de La Coru?a del n¨²mero 1 y me alegro mucho de hablar con ¨¦l.
Federico me llama de usted y tiene una curiosa teor¨ªa:
-Las hamburgueser¨ªas hacen m¨¢s da?o a la humanidad que la hero¨ªna, ya lo ve usted.
-?Y eso, don Federico? -le pregunto yo.
-Han convertido el rito de la comida en una ceremonia vac¨ªa, sin significaci¨®n. La comida no s¨®lo sacia el hambre, sino los deseos de amistad, participaci¨®n y compa?¨ªa. ?Se acuerda usted de ese indoeuropeo famoso que hace 2.000 a?os invit¨® a cenar a un grupo de 12 amigos?
-Pues s¨ª, me acuerdo, don Federico.
-Para que vea usted la importancia que tiene la comida, que no se puede despachar en mesas de pl¨¢stico y a base de repugnantes bocadillos.
Federico Castue?o tiene otra curiosa teor¨ªa no menos pintoresca que la anterior.
-Franco est¨¢ invernado, se lo digo yo, junto a su amigo Walt Disney, los dos esperan resucitar el siglo que viene. Esos dos amigos han hecho m¨¢s da?o juntos que todas las hamburgueser¨ªas del mundo.
-Usted es un visionario, don Federico.
-No le quepa la menor duda, joven.
Federico Castue?o es en realidad una especie de antrop¨®logo urbano que est¨¢ escribiendo en cinco tomos un memorial de agravios que piensa publicar cuando los termine.
-Aparte de las hamburgueser¨ªas, casi todo lo que nos han dicho que es bueno es, en realidad, malo y, al rev¨¦s, lo que nos han dicho que es malo es lo m¨¢s bueno.
Yo entonces, casi siempre, le pregunto que me especifique un poco m¨¢s y ¨¦l me responde:
-Lo peor es el filete con patatas, las hamburgueser¨ªas ya mencionadas, las farmacias, los curas, los abogados, los amigos co?azos y los patronos que han hecho alg¨²n master.
-?Y lo mejor, don Federico?
-Hacer el amor, tener amigos, la fruta fresca y dormir la siesta.
Federico Castue?o es un hombre de pocas palabras, pero cuando se pone a hablar de sus teor¨ªas no hay quien lo calle.
Hay veces que no lo entiendo, sobre todo cuando le da por hablarme de los conejos de la tienda y su curiosa teor¨ªa.
Me explico. El escaparate de la tienda est¨¢ lleno de conejos disecados puestos en pie y vestidos de cazadores. Cualquiera que pase por all¨ª los puede ver.
Los conejos tienen pantalones, zamarras, sombreros, zurrones y escopetitas, todo a medida. O sea, se han disfrazado de sus asesinos.
-Igual hacemos nosotros -me dice don Federico-, imitamos a nuestros asesinos, a los que nos matan. Hacemos lo mismo que hacen ellos, nos vestimos igual y calcamos sus h¨¢bitos.
Es listo este don Federico, ?verdad?
es escritor.
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