'Madonnas' entre rejas
Mafias organizadas saquean las iglesias de Europa del Este por encargo de coleccionistas de arte
Las iglesias de la Rep¨²blica Checa, con sus objetos sagrados, en su mayor¨ªa de arte barroco y g¨®tico, inexistente y desconocido en el mercado internacional durante los cuarenta a?os del tel¨®n de acero, se han convertido en el objeto m¨¢s preciado de bandas especializadas que roban con m¨¦todos novelescos por encargo de coleccionistas de arte desde Tokio hasta Bogot¨¢. Seg¨²n el Ministerio de Cultura, alrededor de 20.000 obras de arte, altares completos, estatuas de madonnas y santos, iconos y objetos lit¨²rgicos de plata, han sido sacados de la Rep¨²blica Checa al mercado negro internacional de antig¨¹edades v¨ªa Austria o Alemania.El padre Jan Strumfa dorm¨ªa tan profundamente que ni escuch¨® a los ladrones que entraron durante una noche a comienzos de este a?o y sacaron las reliquias m¨¢s valiosas de la iglesia medieval de San Bartolom¨¦, donde ¨¦l oficia la misa diaria desde hace 14 a?os. La iglesia del pueblo de Strenice, a 30 kil¨®metros de Praga, tiene gruesos muros de roca y est¨¢ aislada en lo alto de una colina con prados descuidados y maleza que rodea antiguas tumbas del siglo XVI.
Nadie se percat¨® de los intrusos que en pocos minutos cargaron el bot¨ªn en una camioneta para cruzar la frontera de la Rep¨²blica Checa pocas horas despu¨¦s. Se llevaron los candelabros de plata y la estatua de la Madonna barroca del altar mayor, frente a la que el padre se arrollidaba diariamente y en la qu¨¦ las ¨²nicas tres fieles del pueblo que van a misa ten¨ªan fe ciega.
El padre Strumfa tuvo m¨¢s suerte que otros religiosos, tres de ellos asesinados y otros 10 golpeados brutalmente desde 1989. El sacerdote Jaroslav Karlee, de la iglesia barroca Nuestra Se?ora de los Lamentos, en el centro de Praga, tuvo una muerte lenta. Una ma?ana lo encontraron sus feligreses agonizando, tendido en el suelo de piedra de la nave central. Hab¨ªa sido estrangulado y muri¨® una semana m¨¢s tarde en el hospital, sin recuperar jam¨¢s la conciencia. Todo por unos candelabros y un ostiario de plata.
Jaroslav Zavadsky, jefe del Departamento de Protecci¨®n de Monumentos de la polic¨ªa checa, se ha convertido en un experto en arte sacro, y sabe m¨¢s de iconos, santos y madonnas que de tiro al blanco. En su oficina no hay armas, pero abundan los libros y cat¨¢logos de arte. Antes de la revoluci¨®n de terciopelo de 1989, hab¨ªa un promedio de 60 robos de obras de arte al a?o. En 1990, la cifra subi¨® a 695 y en los a?os siguientes a m¨¢s de 1.400, la mayor¨ªa en iglesias. "El valor art¨ªstico, sacro e hist¨®rico es incalculable, pero son muchos millones de d¨®lares", dice.
Zavadsky reconoce que las mafias "est¨¢n perfectamente organizadas, trabajan cada vez con mayor rapidez y perfecci¨®n, burlando todos los sistemas de seguridad". "Al comienzo eran s¨®lo aficionados que actuaban individualmente", asegura, "pero ahora muchos de ellos son universitarios, historiadores de arte, gentes que conocen perfectamente bien las obras y d¨®nde localizarlas". En un 90% de los casos, los objetos robados van a parar al extranjero en s¨®lo unas horas. Las rutas m¨¢s habituales son desde la Rep¨²blica Checa hasta Alemania o Austria, y desde all¨ª se distribuyen a toda Europa".
El padre Strumfa reconoce que la situaci¨®n "es alarmante en Bohemia por la falta de fe y sacerdotes", pero a ¨¦l no le importa colocar flores frescas cada d¨ªa en los altares vac¨ªos, limpiar el fr¨ªo piso de piedra, dar los sacramentos a sus tres ¨²nicas fieles, con las que canta el ?ngelus D¨®mini, o haber oficiado el matrimonio s¨®lo a cuatro parejas en 14 a?os, "es un placer poder servir y oficiar misa", dice.
En la parte alta de Praga, con vistas a las torres y campanarios de iglesias de la ciudad, est¨¢ el palacio del Arzobispado de Praga, vecino al reci¨¦n restaurado castillo presidencial de Hradschin. All¨ª han cambiado los tiempos, los protagonistas y los problemas. Despu¨¦s de la revoluci¨®n de terciopelo, prelados de todos los rangos se dedicaron a desactivar 30 micr¨®fonos secretos que mantuvieron por a?os los comunistas para espiarlos. Ha terminado el control del Estado todopoderoso, y se enfrentan ahora a la mayor ola de robos en la historia, al creciente deterioro de las iglesias por falta de presupuesto y a misas sin p¨²blico.
"Son cuarenta a?os de propaganda sistem¨¢tica contra la Iglesia como el primer enemigo de clase", dice el obispo m¨¢s joven de la Rep¨²blica Checa, Francisco Lobkowitz, de 46 a?os. El religioso que lleva una gruesa cadena de plata con una cruz colgada al cuello, tiene las mejillas sonrosadas, una calva prematura y un humor t¨ªpico de las familias aristocr¨¢ticas centroeuropeas, a las que ¨¦l pertenece. Saca su calculadora de bolsillo, que funciona con energ¨ªa solar, y comienza a enumerar sus estad¨ªsticas. "Hay s¨®lo 1.100 sacerdotes en toda la Rep¨²blica Checa, s¨®lo un quinto de los que hab¨ªa a principios de siglo". Sin dramatizar, asegura que, "despu¨¦s de Albania, somos el segundo pa¨ªs m¨¢s ateo de Europa". Para ¨¦l, las iglesias vac¨ªas son una de las causas de los robos.
Lobkowitz, que habla con prisas y mira con frecuencia su reloj, es un hombre pr¨¢ctico y advierte que han escondido todos los tesoros sacros "en un lugar secreto" de la Rep¨²blica Checa. "No podemos esperar con los brazos cruzados a que lo roben todo. Por ahora permanecer¨¢n escondidos, hasta que contemos con un buen sistema de seguridad".
El obispo se levanta como resorte de la silla y la conversaci¨®n es continuada por Petr Ettler, el canciller del arzobispo de Praga, que asegura que la "meca para los traficantes de iconos es Austria y B¨¦lgica, y desde all¨ª salen para Jap¨®n y Latinoam¨¦rica, donde est¨¢n los fan¨¢ticos del barroco". El canciller laico ha elaborado un proyecto de sacar las obras de arte de los altares y dejar "un m¨ªnimo para los servicios" y crear un museo de alta seguridad en cada di¨®cesis con los objetos sacros.
Pero no todas las iglesias est¨¢n vac¨ªas en Praga. En la iglesia franciscana del distrito ocho, Vaclav Maly oficia la misa de las siete de la ma?ana. El padre, joven, modesto y de aspecto campechano, se ha convertido en una leyenda, como si fuera un anciano sabio, y sus pr¨¦dicas son famosas. Todos lo recuerdan sin sotana, micr¨®fono en mano, como el maestro de ceremonias de la revoluci¨®n de terciopelo en la plaza de San Venceslao.
Le irrita hablar de los iconos perdidos a este hombre de esp¨ªritu cr¨ªtico, que habla de la libertad y las perspectivas sociales, pero ¨¦l tambi¨¦n se ha visto forzado a poner bajo llave las estatuas de sus madonnas y santos. "Con las fronteras abiertas es dif¨ªcil prevenir los robos", pero advierte que "de todos modos hay que celebrar porque, gracias a Dios, tenemos las fronteras abiertas y, vivimos en libertad".
En el campo, "el n¨²mero de creyentes es muy bajo y las iglesias est¨¢n vac¨ªas", dice. "Cada sacerdote tiene cinco o seis iglesias a su cargo, y no las puede controlar al mismo tiempo, y puede visitar una cada tres semanas". "La poblaci¨®n no tiene relaci¨®n viva con el pasado religioso, y la Iglesia no tiene relaci¨®n con la vida actual".
El servicio est¨¢ por terminar. El padre Maly ofreci¨® los sacramentos a varias docenas de madrugadores. De pronto suenan unas ensordecedoras sirenas, activadas con rayos infrarrojos supersensibles que detectan cualquier cuerpo que traspasa la barrera de control. Sonr¨ªe impaciente mientras intenta desactivarla, porque a ¨¦l le interesa, m¨¢s que concentrar sus energ¨ªas en proteger los tesoros de su iglesia, seguir viviendo . "Ahora somos libres y felices", dice, "pero se ha perdido la solidaridad".
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