La batalla por el centro comienza ahora
Las urnas han convalidado el proyecto pol¨ªtico y personal de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar: cambiar la derecha espa?ola desde arriba y de forma que los sucesivos ¨¦xitos hicieran indiscutible la operaci¨®n. Rotos todos los techos electorales de Manuel Fraga, no hay oposici¨®n interna en el Partido Popular ni espacio para ejercerla. Con la primera victoria nacional sobre el PSOE, Aznar ha garantizado lo que pretend¨ªa, colocarse en posici¨®n de disputar de verdad el voto centrista al PSOE sin perder un solo apoyo por su derecha. Por delante s¨®lo le quedan oportunidades, de equivocarse y de acertar, y piensa aprovechar las ¨²ltimas.Las alusiones al supuesto neofranquismo del PP s¨®lo tienen un fundamento remoto y m¨¢s que discutible, la inexistencia en Espa?a de un partido de extrema derecha. Pero Aznar cree que no es posible al mismo tiempo felicitarse por la ausencia de una extrema derecha organizada opuesta al sistema democr¨¢tico y reprocharle a ¨¦l la disoluci¨®n en el electorado de su partido de los hipot¨¦ticos seguidores de un Le Pen a la espa?ola.
Es consciente de que esta situaci¨®n no durar¨¢ eternamente. Si quiere gobernar desde el centro y consolidar un espacio pol¨ªtico m¨¢s amplio del que hoy ocupa el d¨ªa que gane unas elecciones generales, resultar¨¢ pr¨¢cticamente inevitable la ruptura por su derecha de un polo pol¨ªtico ultra. Pero mientras no haya alcanzado el poder y no pueda compensar ampliamente las fugas, no va a permitir la huida de un solo voto. "A mi derecha, el abisino", declar¨® en cierta ocasi¨®n.
Por primera vez, su proyecto de disputar uno o dos millones de votos centristas al partido socialista es cre¨ªble y cuenta con dos bazas complementarias para conseguirlo, el inestable equilibrio del Gobierno y su dependencia de los pactos puntuales con los nacionalistas catalanes y la obligada mirada a la izquierda que el PSOE no tiene m¨¢s remedio que realizar en ciertas comunidades aut¨®nomas.
Madrid es un buen ejemplo de c¨®mo calculan los populares que puede operar este segundo efecto. Alberto Ruiz Gallard¨®n ya convirti¨® al PP en el primer partido de la Comunidad de Madrid en las pasadas auton¨®micas. El socialista Joaqu¨ªn Leguina pudo gobernar, no obstante, gracias al apoyo de Izquierda Unida. Pero el giro a la izquierda, siquiera haya sido simb¨®lico, ha puesto a los populares al borde de acariciar el sue?o de la mayor¨ªa absoluta, ¨²nico resultado con el que acceder¨¢n al Gobierno frente al PSOE e IU.
En la dependencia del Gobierno central de los pactos cotidianos con CiU buscar¨¢n Aznar y los dirigentes del PP el segundo fil¨®n para ensanchar su espacio. Los populares calculan que una pol¨ªtica de desarrollo auton¨®mico -"concesiones" la llaman ellos- realizada bajo la m¨¢s que evidente presi¨®n de Jordi Pujol, ejercida de forma nada sutil, acabe provocando importantes resistencias, incluso en el PSOE.
El peso electoral y pol¨ªtico cada vez mayor del PP le permitir¨¢, seg¨²n las previsiones de Aznar, compensar la incomodidad moment¨¢nea de las relaciones con los nacionalistas catalanes de CiU y vascos del PNV. Algo comienza a notarse. El l¨ªder de Uni¨® Democr¨¢tica de Catalunya, Josep Antoni Dur¨¢n i Lleida, fue de los primeros en telefonear el domingo al presidente del PP para felicitarle. Aznar ha concertado ya una cena la semana pr¨®xima con ¨¦l y con Xabier Arzalluz.
Los tres se ver¨¢n las caras el pr¨®ximo d¨ªa 23 en Bruselas, durante una reuni¨®n de la c¨²pula del Partido Popular Europeo (PPE) convocada para examinar los resultados electorales y preparar la cumbre de la UE del d¨ªa 24. Aznar ha dejado de ser en Europa la joven y quiz¨¢ dudosa promesa que reclamaba -y obten¨ªa- apoyos. Ahora es, con 28 eurodiputados, el representante del segundo grupo m¨¢s numeroso del PPE en el Parlamento de Estrasburgo, s¨®lo superado por los democristianos alemanes de Helmut Kohl.
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