Re-capitulemos
"Tapadera, ap¨®stol de la componenda, concubina, barragana peque?eta y gordezuela, due?a chica y caliente, rechoncho y min¨²sculo honorable, top model marcando paquete auton¨®mico, borrego, mercader oportunista, carcelero, desodorante, emperador del Paralelo, bajito, a tu salud me hago gayolas, pajas y gallardas".?ste es un min¨²sculo repaso de lo que algunos cronistas de diarios y revistas de Madrid han escrito sobre Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Catalu?a, desde el s¨¢bado hasta el mi¨¦rcoles. No se incluyen, ser¨ªa tan did¨¢ctico como imposible, los comentarios adjetivos que diversas cadenas de radio han dedicado al mismo protagonista, aquel que fue nombrado, por el mismo diario que hoy destaca en su vocaci¨®n de bacinilla, "espa?ol del a?o". De la antolog¨ªa sobresale su racismo, su n¨ªtido racismo: hace poco, en la ciudad desde donde todo eso se escribe mataron a un hombre porque era "bajito, gordito y con cara de idiota"', y luego, en descargo de conciencia, atribuyeron esa muerte al juego del rol. Ahora, de un hombre que ha sido elegido, repetidamente elegido, como representante del pueblo, se escribe todo eso y, en descargo de conciencia, hay quien atribuir¨¢ ese navajeo en prosa al juego de la pol¨ªtica. Del pliego destaca, tambi¨¦n, algo que ya ha sido glosado en esta columna otra vez: el inveterado Amor a Catalu?a -cr¨®nica de la Gran Gozada escrita por Gim¨¦nez Caballero, poco despu¨¦s de entrar en Barcelona con el correaje suelto, en el 39-, seg¨²n el cual cierto pelaje castellano s¨®lo puede establecer con los catalanes relaciones febrilmente sexuales.
Pero lo que yo lamento, sobre todo, es la baja cota donde ha dado en caer la espl¨¦ndida tradici¨®n sat¨ªrica del periodismo de la Corte. Sin la ayuda de Val¨¦ry -"la sintaxis es un valor moral"-, yo no acabar¨ªa de entender ese vertiginoso viaje a la banalidad y a la cochambre.
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