Diatriba impertinente
La selecci¨®n espa?ola no cree en Billy Wilder, ni siquiera en Dios. La carencia de humor le confiere seriedad. El don de la adustez es su mayor virtud. Y, tras toda virtud, acecha la mediocridad. Sus alardes de fe son voluntaristas, su juego tambi¨¦n. Lejos del estado de gracia de Nigeria, por ejemplo. O de la exultancia de Maradona, cuyas proclamas divinas han conseguido que Dios est¨¦ m¨¢s preocupado y ocupado de Argentina en el Mundial que de los tutsis y hutus en Ruanda. Los argentinos, Maradona mediante, est¨¢n en las manos de Dios. Los espa?oles en las de Javier Clemente. La diferencia es obvia.Dios juega con los palos y las manos, Clemente con estrategias y c¨¢lculos. Dios se divierte, Clemente no. Su susceptibilidad a flor de piel contagia al equipo un talante masoquista y sufriente. Ha confeccionado una selecci¨®n condicionada por su car¨¢cter, que se afirma m¨¢s llevando la contraria que por el peso de su propia personalidad. Esto nos aboca a comportamientos siempre ag¨®nicos, en funci¨®n del rival. Vamos a sudar tinta en este Mundial, y no precisamente por el calor, para el que Javier Clemente nos prepar¨® en... ?Cantabria!, sino por la rigidez colegial que nos har¨¢ pasar ex¨¢menes sin alegr¨ªa, pendientes siempre de lo que hagan los dem¨¢s.
Los jugadores en manos de Clemente me recuerdan a esos actores que se saben el papel para poderlo recitar, pero no tan bien como para poderlo olvidar e interpretar. Tienen la lecci¨®n prendida con alfileres y los alfileres clavados en nuestra esperanza, impidi¨¦ndola volar.
Este equipo es lo que es y ha sido concebido para no so?ar. Para cumplir con los designios nada inexcrutables de un entrenador cuya m¨¢xima ambici¨®n es no arriesgarse al rid¨ªculo de un regreso prematuro. Serio, demasiado serio.
Conocedor y temeroso de los rivales, encubre su miedo simulando una seguridad en sus propios criterios que est¨¢ lejos de sentir. Tozudo y concienzudo, sard¨®nico, frecuentemente irritado e irritante, su astucia est¨¢ fuera de duda y su profesionalidad tambi¨¦n. Es, al parecer, el m¨¢s adecuado para la tarea que le ha sido asignada probar fortuna sin tentarla. Asumir e imponer los l¨ªmites de antemano. No ir nunca m¨¢s all¨¢ de lo que estrictamente se le puede exigir. Conf¨ªa en que las circunstancias acaben d¨¢ndole la raz¨®n, y reconviertan en pragm¨¢tica una propuesta carente de imaginaci¨®n.
No caigamos, sin embargo, en la veleidad de suponer que podr¨ªa ser de otra manera.
Como dijo Jean Renoir, "lo mejor es enemigo de lo bueno". Demos por bueno lo que tenemos, por si acaso es lo que de verdad nos corresponde, y dejemos de lado los sempiternos ejercicios de crispaci¨®n.
Mi amigo Fernando Trueba gan¨® el Oscar porque cre¨ªa en Billy Wilder, Maradona no ganar¨¢ este Mundial ni con la mano de Dios, confiemos en Bolivia sin deshacer las maletas y busquemos los resquicios por donde todav¨ªa se cuelan retazos de ilusi¨®n.
En este, Mundial hay f¨²tbol. Equipos m¨¢s fuertes, jugadores m¨¢s t¨¦cnicos, selecciones m¨¢s homog¨¦neas y mejor preparadas. Todo puede pasar. Ni el catastrofismo del partido con Corea, ni el triunfalismo del empate con Alemania deben llevarnos a enga?o.
La pelota est¨¢ en el tejado y, caiga del lado que caiga, no tenemos que permitir que nada ni nadie, ni Dios ni Clemente, nos arrebate el buen humor.
El f¨²tbol es s¨®lo un juego para pasarlo bien, ?que Dios sea clemente con nuestra esforzada selecci¨®n!
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