Los olvidados de lfni
Hace 25 a?os Espa?a puso fin a m¨¢s de tres d¨¦cadas de colonizaci¨®n en el enclave en la costa marroqu¨ª
Cuando el 30 de junio de 1969, hace 25 a?os, las tropas espa?olas abandonaron definitivamente el enclave africano de Sidi Ifni, despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas de colonizaci¨®n, tuvieron especial cuidado en llev¨¢rselo todo. Incluso se llevaron el repetidor de tel¨¦fono, el de la televisi¨®n y los cad¨¢veres de los soldados espa?oles, pertenecientes a la Primera y la Segunda Bandera de Paracaidistas, muertos 10 a?os antes en los combates contra el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional Marroqu¨ª. Sin embargo, en esta huida precipitada, Espa?a se dej¨® olvidadas muchas cosas, entre otras su propia historia.En Sidi Ifni este olvido es m¨¢s perceptible al atardecer, cuando entre las sombras de la antigua plaza de Espa?a, hoy Hassan II, se oye en ocasiones susurrar en espa?ol. Son los ancianos y tambi¨¦n los j¨®venes, que deambulan sin rumbo fijo, pero que inevitablemente acaban. encontr¨¢ndose en la Barandilla, para contemplar desde all¨ª el espect¨¢culo de un oc¨¦ano embravecido.Algunos metros m¨¢s all¨¢, el ex soldado ind¨ªgena Mohamed Ben Madani, sigue imperturbable, como si estuviera en su garita de guardia, custodiando la puerta de lo que fue un d¨ªa el club de suboficiales, muy cerca del antiguo Centro Profesional Carrero Blanco. Vigila de cerca la entrada del club siempre vac¨ªo, pero. tambi¨¦n su. carro, bautizado con la matr¨ªcula karro Ben Madani, convertido en un escaparate ambulante de golosinas y cigarrillos.
Mohamed Ben Madani es un cap¨ªtulo de la historia. Ingres¨® en el Ej¨¦rcito espa?ol en 1938. Luch¨® en la guerra civil y asegura con orgullo que estuvo presente en los frentes de Salagusa, L¨¦rida, Tortusa, Taraguna y Jeruna y que recibi¨® por su valent¨ªa la Cruz Roja del M¨¦rito Militar y la Medalla de la Campa?a. Recuerda incluso vagamente que fue herido dos o tres veces, pero que nunca lleg¨® al hospital y que se cur¨® de servicio, en la cocina. Fue licenciado sin muchos honores en junio de 1957, con una carta de recomendaci¨®n y una pensi¨®n 1.000 dirhams al mes, equivalente a unas 15.000 pesetas. Las recibe puntualmente, cuando los oficiales de la Pagadur¨ªa de Las Palmas llegan a la ciudad, se instalan en el antiguo Consulado de Espa?a y recuentan una y otra vez, detr¨¢s de una mesa, cubierta con un mantel de fieltro verde, a los olvidados de Espa?a. Son los supervivientes de los Tiradores de Iffli.
"?Cu¨¢ntos a?os tienes, Mohamed?".
"?A?os de vida?", se pregunta este veterano del Ej¨¦rcito espa?ol, mientras apura y reflexiona en torno a una colilla, sin llegar a encontrar una respuesta exacta. Trata de calcular su edad, a partir de su llegada a Sidi Ifni, cuando procedente de su ciudad natal, Tarudant, en el Atlas, llam¨® a las puertas del cuartel y solicit¨® ingresar en filas. Apenas ten¨ªa 15 a?os y los oficiales espa?oles trataron de rechazarlo, dici¨¦ndole que era "demasiado peque?o y bajo como para poder llevar un fusil al hombro". Llor¨® desconsoladamente y les explic¨® que si volv¨ªa a su ciudad le cortar¨ªan la cabeza. Le acabaron dando una ametralladora ligera y form¨® as¨ª parte de una divisi¨®n de choque, temida en el frente y bautizada con el sobrenombre de La Mano Negra."Salimos de aqu¨ª en barco. Primero Canarias. Despu¨¦s C¨¢diz. Con tren por Algeciras y Salagusa. All¨ª dos o tres d¨ªas. Pasamos un r¨ªo por la noche. No hablar. Ni una cerilla. Ni nada. Pero cuando sali¨® el sol; ta-ta-taa.... Mucha gente muerta. T¨² no sabes cu¨¢nta gente matas. Qui¨¦n sabe. T¨² s¨®lo tiras. Yo no mato a nadie. S¨®lo es Dios quien mata. Muchos muertos. Muchos. Luego Tortusa, Taraguna, Gandesa y Barcelona. Plaza Catalu?a y las Ramblas. El d¨ªa del desfile. Volvimos a Las Palmas y en 1948 al S¨¢hara".
Despu¨¦s de la guerra civil lograron regresar a Africa s¨®lo la mitad de los 9.700 Tiradores de Ifni, todos ellos soldados ind¨ªgenas, encuadrados por oficiales y mandos espa?oles. La unidad, que ten¨ªa su cuartel central en la entrada de la ciudad, en lo que hoy es la sede de las Fuerzas Armadas Reales marroqu¨ªes, se disolvi¨® poco antes de que Espa?a abandonara el enclave. Hoy sus tropas han quedado diezmadas por la miseria, la vejez y el olvido. En Sidi Iffli s¨®lo 500 de ellos cobran una ¨ªnfima pensi¨®n, una d¨¦cima parte de la cobrada por sus compa?eros de nacionalidad espa?ola. Las viudas de estos soldados ind¨ªgenas no tienen derecho a indemnizaci¨®n alguna. Las reclamaciones se acumulan desde hace a?os en el Ministerio de la Defensa. Es la indiferencia, que desemboca en la indigencia.
"Nos gustar¨ªa un d¨ªa poder pasear por las Ramblas", afirman con los ¨²ltimos Tiradores de Ifni, mientras tratan de recuperar su orgullo y de explicar de manera tumultuosa su propia historia. Todo ello sucede en una esquina del barrio de Muley, Rachid, en las primeras cuestas que conducen hacia la monta?a del Bulalam, hoy cubierta por la niebla o la dbaba.
Pero estos veteranos no s¨®lo lucharon en la guerra civil espa?ola. Tratan de esconder su ¨²ltima batalla. La que dieron sobre este mismo territorio, en 1957, cuando tuvieron que enfrentarse al Ej¨¦rcito marroqu¨ª. Se les coloc¨® otra vez en primera l¨ªnea. Carec¨ªan de armas apropiadas y volvi¨® a repetirse la masacre. Algunos de ellos reconocen que fue una verdadera carnicer¨ªa. Pero sobre todo fue el principio de un exilio y de una larga agon¨ªa. Ellos lo perdieron todo, incluidas la dignidad y las medallas ganadas en Espa?a. Desde entonces aseguran que Sidi Ifni ha sido castigada, por el Gobierno de Rabat.
"El Gobierno ahora es otro", sentencian con resignaci¨®n los viejos tiradores, mientras juran que no guardan, aparte de su documentaci¨®n personal, ni un solo cuerdo de su paso por el Ej¨¦rcito espa?ol.
Cuando en 1969, tras 12 a?os de cerco, Sidi Ifni acab¨® volviendo a Marruecos y se origini¨® la estampida, el Gobierno espa?ol retuvo s¨®lo la propiedad del edificio de la Pagadur¨ªa Militar, convertida despu¨¦s en Consulado de Espa?a, as¨ª como otras 21 viviendas. Todo este patrimonio ha venido siendo controlado y tutelado por el sargento Aixa Mulud Benaid, de 64 a?os de edad, veterano primero en Tiradores de Ifni y despu¨¦s en la polic¨ªa ind¨ªgena. Ha sido el gu¨ªa y el testigo mudo de la venta de los ¨²ltimos edificios de Espa?a, incluido la del viejo y destartalado consulado, que puede acabar, en los pr¨®ximos d¨ªas, en manos de un empresario de Agadir.
Pero la ¨²ltima superviviente en Sidi Ifini ser¨¢ siempre Mar¨ªa. Tiene una edad indefinida. Vive en un peque?o chal¨¦, en estado ruinoso, situado cerca de la plaza de Espa?a, rodeado de jazmines salvajes. Hermana de un ingeniero del Ej¨¦rcito, originaria de Le¨®n, lleg¨® a la ciudad hace 20 a?os para vender sus ¨²ltimas propiedades familiares. Entre ¨¦stas se encuentran el Club Twist, hoy clausurado, pero que en la ¨¦poca dorada de la colonizaci¨®n espa?ola, constituy¨® el centro de reuni¨®n m¨¢s selecto de la soldadesca. En esa larga espera Mar¨ªa parece haber enloquecido.
Es una conversaci¨®n imposible, llena de par¨¦ntesis y mon¨®logos. Cuando doy por acabada la visita, Mar¨ªa se levanta, me acompa?a hasta la puerta del jard¨ªn, mientras alarga sus brazos y empieza a gimotear: "No te olvides de m¨ª, no te olvides de Ifni".
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