Pol¨ªticos o augures de lo imposible
En el Consejo Europeo de Corf¨² se han enfrentado, con m¨¢s claridad que en otras ocasiones, dos l¨®gicas que, en sus extremos, son contrapuestas: la verdad econ¨®mica y la raz¨®n pol¨ªtica. El presidente de la Comisi¨®n Europea, Jacques Delors -instituci¨®n y persona que tienen la obligaci¨®n de hacer la s¨ªntesis- opt¨® por hacer pol¨ªtica cuando el pasado martes advirti¨® de las debilidades liberales puras y duras de algunos ministros de Econom¨ªa de los Doce: escuch¨¢ndolos "no sab¨ªa si est¨¢bamos en el campo de la econom¨ªa o de la ideolog¨ªa". A su vez, los t¨¦cnicos de las finanzas calificaban a Delors simplemente de "voluntarista".El campo de batalla de esta divergencia ha sido el plan de infraestructuras del Libro Blanco; mientras que los representantes del Ecofin que lo aprobaron entienden que hay que financiarlo con los recursos ordinarios que proporciona el mercado, Delors y los comisarios opinan que hay que buscar financiaci¨®n complementaria mediante una emisi¨®n de bonos, que supondr¨ªa un mayor endeudamiento de las naciones.
Los ecofines son los m¨¢s genuinos representantes de la ortodoxia. Usuarios de la misma jerga tecnocr¨¢tica, alguien los ha definido como especialistas en el caracoleo verbal, para evitar los mensajes negativos que asustan a los ciudadanos, las bolsas de valores, los mercados, las monedas y a las finanzas. Metere¨®logos que anuncian con frialdad las depresiones y las borrascas, los ecofines auguran como grandes recetas el pragmatismo, la paciencia y el sacrificio. Su enemigo natural es la pol¨ªtica, representada por la Comisi¨®n Europea.Pero Delors les ha contestado con otra dial¨¦ctica irrebatible: la econom¨ªa europea se halla ante la excepcionalidad de elegir entre su supervivencia y la decadencia. "Temo que los gobiernos se queden satisfechos con la recuperaci¨®n econ¨®mica ahora en curso y manden el Libro Blanco al armario. Incluso con una tasa de crecimiento vistosa no habr¨¢ suficiente para hacer bajar de forma clara el desempleo". El presidente franc¨¦s no es -como algunos doctrinarios quieren hacer parecer- un visionario alejado de la realidad ("Estoy contra los que quieren cambiarlo todo y contra los que no quieren cambiar nada") y propone sacrificios a cambio de puestos de trabajo: si durante cinco a?os los ciudadanos europeos aceptan el mantenimiento del nivel de vida real y dedican los avances de la productividad a la formaci¨®n y a la reinversi¨®n, el paro se reducir¨¢ a la mitad hacia principios de siglo".
Esta suerte de pacto social, que deber¨ªa ir acompa?ado de un plan de infraestructuras ambicioso y posible, forma parte de la cultura neokeynesiana que representa Jacques Delors y sobre la que no se sabe qu¨¦ papel jugar¨¢ su sucesor, sea el que sea. Delors, que probablemente competir¨¢ liderando. las fuerzas socialistas a la presidencia francesa cuando deje la Comisi¨®n, retorna, con su defensa de las muletas presupuestarias para la creaci¨®n de empleo, la esencia de la socialdemocracia; una esencia que critica el seguimiento de la racionalidad econ¨®mica a machamartillo, pase lo que pase y tenga los costes que tenga. Hay una escuela de pensamiento econ¨®mico que opina que el objetivo econ¨®mico de la maximizaci¨®n de la producci¨®n no puede subordinarse a ning¨²n objetivo social, cultural o profesional no econ¨®mico: tiene que ser perseguible sin piedad.
Delors y sus comisarios entienden, frente a la tesis de los ecofines m¨¢s puros, que hay que hacer una pol¨ªtica activa que marque los l¨ªmites a esa racionalidad econ¨®mica y la ponga al servicio de la sociedad, no al rev¨¦s. De la postura que tomen los jefes de Estado y de Gobierno, inclinando la balanza hacia la Comisi¨®n Europea o hacia sus ministros de Econom¨ªa, depender¨¢ el futuro de Europa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.