El hombre que abort¨® una conjura contra Hitler
El 20 de julio de 1944, fecha del atentado contra Hitler en su cuartel general de Rastenburg (Prusia Oriental), conocido como la Guarida del Lobo, Otto Remer, de 31 a?os de edad, acababa de ser nombrado comandante de un batall¨®n de ¨¦lite en la ciudad de D¨®beritz, pr¨®xima a Berl¨ªn. En ¨¦l pens¨¦ el general Von Hase, gobernador militar de la capital del Reich y uno de los implicados en la conspiraci¨®n contra el F¨¹hrer, para neutralizar la zona de los ministerios en la Wilhelmstrasse berlinesa y muy especialmente el de Propaganda, desde el que el doctor G¨®bbels dirig¨ªa sus soflamas a los alemanes.Los jefes de la conspiraci¨®n consideraban a Remer un oficial sin opiniones pol¨ªticas que ejecutar¨ªa sin discutir las ¨®rdenes dadas por sus superiores inmediatos. Craso error, uno de los muchos cometidos por los ejecutores de la fracasada Operaci¨®n Walkyria contra Hitler y causa de su perdici¨®n.
Lo cuenta William S. Shirer, autor de El Tercer Reich, una obra que sigue siendo b¨¢sica para conocer el ascenso de Hitler al poder y su derrota final. Remer, tras ser informado por Von Hase de la muerte de Hitler -algo que result¨® ser falso, pues la bomba colocada por el coronel Stauffenberg en -la Guarida del Lobo apenas caus¨® algunos rasgu?os al F¨¹hrer-, se puso inmediatamente en acci¨®n. Pero, para desgracia de los conspiradores, uno de los hombres de Remer sospech¨® de lo que estaba sucediendo y se precipit¨® en el Ministerio de Propaganda para alertar a G¨®bbels.
El jerarca nazi no hizo caso, al principio, de lo que le contaban, pero, al ver por las ventanas de su despacho el despliegue militar en torno al Ministerio, actu¨® con audacia pidiendo hablar con el oficial que estaba al frente, es decir, con Remer. ?ste, mientras tanto, hab¨ªa recibido orden expresa de los conspiradores de arrestar a G¨®bbels.
Cuando Remer, rev¨®lver en mano, entr¨® en el despacho de G¨®bbels, lo primero que hizo el ministro de Propaganda fue recordarle su juramento de fidelidad, a lo que aquel replic¨® secamente que Hitler estaba muerto. G¨®bbels le respondi¨® que el F¨¹hrer era lo m¨¢s vivo que hab¨ªa -acababa de hablar con ¨¦l por tel¨¦fono tras el atentado- y que lo pod¨ªa probar. Tom¨® el tel¨¦fono, pidi¨® una comunicaci¨®n con la Guarida del Lobo y un minuto m¨¢s tarde Hitler en persona estaba al otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica. G¨®bbels tendi¨® el tel¨¦fono a Remer, quien al escuchar la voz del Se?or de la Guerra, se cuadr¨¦ y se puso inmediatamente a sus ¨®rdenes. Hitler le orden¨® reprimir la revuelta y obedecer exclusivamente a G¨®bbels, al tiempo que le promov¨ªa sobre la marcha al grado de coronel.
A partir de ese instante Remer se convirti¨® en el ¨¢rbitro de la conspiraci¨®n en Berl¨ªn, pero en sentido opuesto -al de los conspiradores.
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