Los restos de una leyenda
En los a?os setenta, Deep Purple aport¨® una s¨®lida cimentaci¨®n de un g¨¦nero rocoso denominado rock duro. Made in Japan fue el s¨ªmbolo de una ¨¦poca y su adi¨®s de 1976 llev¨® consigo la entronizaci¨®n de la banda. Como la generaci¨®n siguiente, ya integrada de lleno en el heavy metal, citaba a Purple como inspiraci¨®n fundamental, en 1984 se reun¨ªa Mark II, la formaci¨®n del grupo con m¨¢s pedigr¨ª.La segunda etapa empez¨® con buen pie, pero diversos cambios de miembros y duras desavenencias internas fueron desacreditando su leyenda. As¨ª como Led Zeppelin, el otro gran monstruo del rock de los setenta, ha conservado ese halo inexplicable que hace m¨¢gica su trayectoria, la P¨²rpura Profunda se ha derramado en dosis excesivas y a veces en mutaciones tan sorprendentes como la que situaba en su frente al vocalista Joe Lynn Turner, muy dotado para el rock mel¨®dico pero poco apto para la sustituci¨®n del viejo e hist¨®rico grito de Gillan.
Deep Purple
lan Gillan (voz, congas, arm¨®nica), John Lord (teclados), Roger Glover (bajo), lan Palce (bater¨ªa), Joe Satriani (guitarrista invitado). Palacio de los Deportes. 5.000 personas. Precio: 3.300 y 4.000 pesetas. Madrid, 30 de junio.
En una nueva huida hacia adelante, Purple ha invitado al excepcional guitarrista Joe Satriani como gancho de oro para terminar una gira mundial interrumpida por la salida o expulsi¨®n de Ritchie Blackrnore, hombre fundamental en su sonido. En sus declaraciones al respecto, sus ex compa?eros se han despachado a gusto como si de la liberaci¨®n de una larga dictadura se tratase. Tan lejos han llegado en su descalificaci¨®n por despecho que, pr¨¢cticamente, le han desautorizado como compositor, lo cual en el fondo les deja tambi¨¦n a ellos en mal lugar.
Remedo
Guerras intestinas aparte, y fue un grave error intentar por tercera vez que Blackmore y Gillan pudieran convivir, el Purple de hoy suena a un remedo que apenas puede contentar a los nost¨¢lgicos. El legado del grupo es impactante pero actualmente ese gran repertorio es interpretado como una p¨¢lida sombra de lo que fue en su d¨ªa. lan Gillan lo intenta con mucha voluntad y unas facultades mermadas, aunque es justo rese?ar que esta noche salv¨® el tipo. Ian Paice y Roger Glover cumplen su funci¨®n de acompa?amiento, y John Lord luce su sonido ejemplar de vez en cuando. Aqu¨ª quien de verdad da el espect¨¢culo es Joe Satriani. Aunque resulte incluso chocante su estancia temporal en la banda, el formidable guitarrista pone la nota de lujo.El concierto fue ganando enteros conforme la noche avanzaba y el sonido iba entrando en un cauce algo menos escabroso que en los primeros compases. Los mejores momentos del recital se hallaron en interpretaciones como Perfect strangers, Knocking at your backdoor, Anya o The battle rages on, todas provenientes de la reconversi¨®n de la banda. A Satriani se le dej¨® incluso que entusiasmara a la audiencia con uno de esos magn¨ªficos instrumentales a que nos tiene acostumbrados, en este caso Satch boogie. En el tramo final y con el p¨²blico entregado, el grupo uni¨® viejas canciones como Space truckin', Speed king, Woman from Tokio o la versi¨®n de Rolling Stones Paint it black. Como broche final y nada sorprendente, Smoke on the water son¨® en los bises.
Sin dejar de admitir que el concierto creci¨® en intensidad, tambi¨¦n es cierto que el Deep Purple de 1994 deja mucho que desear y obliga a echar de menos tantas y tantas etapas de la banda. Se ha explotado hasta la saciedad su nombre y el deterioro es evidente. Bien estar¨ªa que aqu¨ª termine esta etapa muy poco edificante y que el tiempo pueda situar la memoria del grupo en el lugar que siempre mereci¨®. Como se apreci¨® en su recital de anoche en Madrid, prolongar la agon¨ªa es aniquilar los restos de una leyenda demasiado sobada.
Babelia
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