La gran sorpresa
LA CRISIS gubernamental en Tokio se ha resuelto, al menos de momento, con una soluci¨®n que ha causado la mayor sorpresa en Jap¨®n y en el mundo. El l¨ªder socialista, Murayama, ha sido elegido jefe del Gobierno con los votos del Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), el enemigo del Partido Socialista, (PS) desde 1948. Esta coalici¨®n contra natura se forj¨® por sorpresa: Muruyama, unas horas antes de su, elecci¨®n, estaba negociando el apoyo de su partido a la coalici¨®n de Hata. Estos cambios bruscos, imposibles en un sistema democr¨¢tico normal, en que las alianzas y las rupturas se gestan sobre debates program¨¢ticos, confirman la grave enfermedad que aqueja a la democracia japonesa. Despu¨¦s de 38 a?os de monopolio del PLD, el hundimiento de este partido en la corrupci¨®n provoc¨® el surgimiento en su seno de una serie de tendencias que, cristalizadas en partidos disidentes, lograron hace un ano, en nombre de la pureza, formar el Gobierno de Hosokawa y dejar al PLD en la oposici¨®n.Punto b¨¢sico de la nueva coalici¨®n, que cont¨® desde el principio con el apoyo del Partido Socialista, era aprobar una ley electoral que impidiese el clientelismo y la corrupci¨®n, que han sido la base del poder del PLD. La nueva ley electoral no ha sido aprobada, pero se puso en marcha un r¨¢pido proceso de descomposici¨®n de la pol¨ªtica japonesa. Los gobiernos se cuecen a partir de odios y rivalidades personales, o de bandas. Antes de la elecci¨®n de Muruyama, un antiguo primer ministro del PLD, Kaifu, desert¨® de este partido para presentarse a la presidencia en nombre de la coalici¨®n rival. Al final, la elecci¨®n se decidi¨® en un enfrentamiento pintoresco de Kaifu contra Muruyama, uno y otro Solicitando el voto de los diputados que hab¨ªan sido sus adversarios.?C¨®mo se explica que el PLD haya votado a Muruyama? Es una forma de retomar al poder, aunque ¨¦ste tenga que ser compartido. Con sus m¨¢s de 200 esca?os, frente a los 74 del PS, Muruyama est¨¢ condenado a ser prisionero o t¨ªtere. Llegado el momento que considere oportuno, el PLD no tendr¨ªa mayores dificultades para eliminarle. Por otra parte, frente a la renovaci¨®n representada por los breves Gobiernos de Hosokawa y Hata, el PLD y los socialistas est¨¢n interesados en conservar algunos de los fundamentos de la pol¨ªtica del pasado, como el muy corrupto sistema electoral, que otorga al PS un segundo puesto que peligrar¨ªa en caso de reforma.
Pasada su elecci¨®n, Muruyama ha conseguido formar un Gobierno cuya mayor dificultad ser¨¢ elaborar una pol¨ªtica m¨ªnimamente coherente. Jap¨®n pone fin a un a?o de intentos renovadores que han dado ciertos resultados positivos. El programa de desregulaci¨®n de la econom¨ªa y de cierta apertura al extranjero, que el Gobierno de Hata hab¨ªa preparado con vistas a la cumbre de los Siete en N¨¢poles, quedar¨¢ en los cajones de los proyectos sin cumplir. Para EE UU, la presencia de un primer ministro socialista en Tokio es causa de preocupaci¨®n, sobre todo por la manifiesta simpat¨ªa del PS japon¨¦s hacia Corea del Norte. Es un serio rev¨¦s para los intentos de Washington de crear un frente s¨®lido con sus socios asi¨¢ticos contra Pyongyang.
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