Maradona

Dec¨ªa Truman Capote que, junto con el genio, Dios concede tambi¨¦n al afortunado un l¨¢tigo para fustigarse. Aunque lo escribi¨® hace mucho tiempo, el autor de M¨²sica para camaleones parec¨ªa estar pensando expresamente en Maradona, quien fue. agraciado con la izquierda prodigiosa -y todo lo dem¨¢s-, junto con una no menos fascinante capacidad para autodestruirse. Aunque la prervidencia se pas¨® bastante en esta ocasi¨®n, habida cuenta de que ya los dem¨¢s se encargan de atizarle al Pelusa para apagarle como sea.Cada cual tiene sus debilidades, y la m¨ªa, muy porte?a, es Maradona, quien, adem¨¢s de su propio car¨¢cter y su facilidad para aceptar las malas compa?¨ªas, ha sufrido lo suyo, desde el patad¨®n de Goikoetxea cuando jugaba con el Barcelona hasta los marcajes despiadados a que se le somete en cada partido. Una de las muchas impotencias tontas con que te obsequia la vida es la de permanecer frente al televisor poniendo velas a santa Rita para que los dos brutos de turno encargados de marcarle le dejen al chaval un poco de campo libre para que, pueda enamorar al bal¨®n, aunque sea durante Unos segundos. Pero en el f¨²tbol ocurre como en la vida misma, que los disciplinados mediocres son quienes al final ganan. Ellos le echan voluntad, y Nuestra Se?ora Anti-Inhalaciones hace el resto.

Y as¨ª hemos visto que, mientras muchos, que no se enrollar¨ªan con el bal¨®n ni sorbiendo agua de Lourdes, permanecen en el Mundial para mejorar la calidad media de nuestro tedio, Maradona, que se meti¨® lo que se meti¨® para resistir, no para jugar -que eso lo sabe hacer de sobra-, se larga camino del oprobio con el dedo de los bien pensantes se?al¨¢ndole.

Y yo que pienso que, si llega a ser alto y rubio, no hubiera salido en el sorteo. Me falta fe en las instituciones.