El morucho mir¨®n
Sergio S¨¢nchez daba un pase y, tomado de cualquier manera, el morucho se quedaba mirando al tendido. Fue la risa. El p¨²blico ya ni quer¨ªa faena y s¨®lo estaba pendiente de este juguete c¨®mico, que parec¨ªa ensayado. Aprende Llapisera el busilis del n¨²mero y se forra.Docenas de pases peg¨® Sergio S¨¢nchez y docenas de veces se qued¨® el morucho plantado all¨ª en medio, la mirada fija en el personal. La gente hac¨ªa c¨¢balas sobre qu¨¦ buscaba con tanta atenci¨®n.
?Ser¨ªa le reina de ?frica, poderosa y bella, cuyos reales necesitaban dos asientos consecutivos para asentarlos, tres si se a?ad¨ªa la derramadura? ?Ser¨ªa el amigo Pina a quien ayer se le puso falta y supon¨ªan los amigos que se habr¨ªa quedado en Fitero tomando la fresca, en cuyo caso acert¨®? ?Ser¨ªa el presidente, a quien la chistera le sentaba como a los angelicos del Bel¨¦n dos cananas?
Pablo-Romero / Ni?o de la Taurina, S¨¢nchez, Pauloba
Toros de Pablo-Romero, con romana, pobres de cabeza y descastados.Ni?o de la Taurina: pinchazo y bajonazo trasero (silencio); tres pinchazos, estocada y descabello (silencio). Sergio S¨¢nchez: dos pinchazos y estocada trasera ca¨ªda (silencio); estocada corta baja, descabello y dobla el toro (silencio). Luis de Pauloba: cuatro pinchazos, estocada corta atravesada -aviso con retraso- y cinco descabellos (silencio); media perpendicular trasera ca¨ªda y cuatro descabellos (pitos). Plaza de Pamplona, 10 de julio. 5? corrida de feria. Lleno.
Lote de carne
El sexto tuvo exactamente el mismo comportamiento, con la ¨²nica diferencia de que no tom¨® la muleta de Luis de Pauloba nunca jam¨¢s, y luego, harto de mirar al tendido y no encontrar motivo alguno de j¨²bilo, volvi¨® grupas, trot¨® lejos, se acul¨® en tablas, y no quiso despegarse de ellas ni a¨²n cuando el matador bland¨ªa amenazante los aceros moruchicidas. El resto de la moruchada no tuvo mejores fundamentos ni se le advirti¨® virtud alguna que tuviese un parecido, aunque fuera remoto, con los toros de lidia.Y resulta que a ese lote de carne lo llaman as¨ª, toros de lidia, y llevan adem¨¢s marcado a fuego hist¨®rico hierro, y el responsable de su crianza va diciendo por ah¨ª que se esfuerza heroicamente para recuperar la gloria de la ganader¨ªa.
Buenos est¨¢n el del hierro hist¨®rico y su colega, el de la divisa legendaria, que el d¨ªa anterior solt¨® en Pamplona para angustia de toreros y aburrimiento soberano de espectadores otro lote de moruchos indecentes, destartalados de cabeza, ro¨ªdos de pit¨®n, y encima hubo quien dijo de ese cami¨®n de la carne que trajo la emoci¨®n de la fiesta a la antigua usanza. Buenos est¨¢n... Porque con el culebr¨®n de la leyenda, de la historia y de las pel¨ªculas de colores, est¨¢n colando en las ferias unas corraladas que no querr¨ªan ni en el matadero, a precio de corridas de lujo.
La tarde tuvo tambi¨¦n sus sobresaltos banderilleros. Ni?o de la Taurina y Sergio S¨¢nchez intervinieron, juntos o separados, en los correspondientes tercios, y pretend¨ªan enviar las banderillas por fax. No hab¨ªa fax en la plaza, obviamente (aunque todo se andar¨¢) y entonces se tomaban la molestia ellos mismos, pero procuraban ponerlas desde la mayor distancia posible a toro pasado, no importaba que fuese a la altura del rabo.
Conatos de pases
Iniciaba Sergio. S¨¢nchez una de sus faenas y pues le molestaba una de las banderillas que dej¨® en el suelo, la cogi¨®, y con un vigoroso movimiento de muleta la lanz¨® de latiguillo al tendido. A un guardia foral que cumpl¨ªa su misi¨®n pacificadora en un burladero, de poco le saca un ojo.Sergio S¨¢nchez y Ni?o de la Taurina apenas pudieron esbozar conatos de pases con los moruchos aquellos y Luis de Pauloba, aprovechando que el primero de los suyos se equivoc¨® y embisti¨® media docena de veces, le instrument¨® media docena de naturales con ajuste, reuni¨®n, torer¨ªa, valor sereno y ol¨¦.
La afici¨®n qued¨® muy complacida, y mientras moruchada adelante los mozos cantaban a pleno pulm¨®n Paquito el chocolatero, conven¨ªa en que toreros as¨ª merecen toros bravos, y no hist¨®ricas y legendarias divisas de catadura infame que viven del cuento.
Babelia
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