El toro aparente, el toreo fingido
Ben¨ªtez / Litri, Ponce, FinitoCinco toros de Jos¨¦ Ben¨ªtez Cubero y 6? de Ben¨ªtez Cubero Buend¨ªa, con peso, justos de trap¨ªo y pitones, flojos, adormilados. Litri: estocada -aviso con retraso- y dobla el toro (ovaci¨®n y salida al tercio) estocada delantera ladeada y rueda de peones (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Enrique Ponce: pinchazo bajo, otro hondo, estocada trasera, rueda insistente de peones y descabello (silencio); estocada (dos orejas); sali¨® a hombros por la puerta grande. Finito de C¨®rdoba: pinchazo, rueda de peones, pinchazo baj¨ªsimo, otro delantero y media ca¨ªda (silencio); dos pinchazos y cuatro descabellos (silencio). Plaza de Pamplona, 11 de julio. 6? corrida de feria. Lleno.
JOAQU?N VIDAL
Esta es la Feria del Toro, los carteles anunciaron seis escogidos y bravos toros, seis, y todo era mentira. Ni feria del toro es, ni toros hubo all¨ª, ni nada que se le pareciera.
Seis escogidos productos c¨¢rnicos, seis, fue lo que sali¨® por los chiqueros del coso pamplon¨¦s para aburrimiento del personal y acomodo de la grey coletuda, que no pas¨® fatiga alguna para lidiarlos, pues nada hab¨ªa que lidiar.
Seis escogidos productos c¨¢rnicos, seis, que irrumpieron mansamente en la arena pegando bostezos y anduvieron sesteando por la sombrica, en tanto la grey coletuda fing¨ªa que los toreaba y el mocer¨ªo de sol coreaba "?Indur¨¢in, Indur¨¢in, Indur¨¢in!", en correspondencia con la proeza del titular de la causa, que es paisano dilecto y un fenh¨®meno de la naturaleza montado en bicicleta.
No hubo protestaas de ningu na especie por el toreo fingido ni altercados por los toros aparentes pues, a fin de cuentas, qu¨¦ m¨¢s daba y a qui¨¦n pod¨ªa importar. El p¨²blico pamplon¨¦s se ha vuelto tan conformista como todos y con tal de que la funci¨®n transcurra r¨¢pida, se da por satisfecho.
De manera que la falsa corrida aquella transcurr¨ªa pl¨²mbea, sin lance alguno digno de mereceror, ni toro merecedor de aprecio, hasta que compareci¨® en quinto lugar un borreguito de peluche y Enrique Ponce hizo de las suyas.
Ovaciones
Pegar derechazos con el pico de la muleta y a prudencial distancia es lo que hizo Enrique Ponce. Pero como dejaba fluir los pases con facilidad, pon¨ªa acad¨¦mica la figura y se marcaba jacarandosas pinturer¨ªas en los remates de las tandas, los mozos de las pe?as, por una vez (y sin que sirva de precedente) unidos en gustos u opiniones al m¨¢s juicioso p¨²blico de sombra, le ovacionaron, le aclamaron y le entonaron el "?O¨¦, o¨¦, o¨¦!" que en la Pamplona sanferminera es la expresi¨®n m¨¢xima de la gloria y del ¨¦xtasis.
Hubo una ocasi¨®n se?era durante la faena en que Enrique Ponce se ech¨® la muleta a la izquierda y los 74 aficionados puros que hab¨ªa en la plaza no se lo pod¨ªan creer. "?Ponce va a torear al natural!" se avisaban, peg¨¢ndose codazos. Fue entonces Ponce, solemniz¨® la ocasi¨®n aquella que habr¨¢n de rese?ar los siglos, brind¨® a la afici¨®n el alarde, demor¨® la ejecuci¨®n de la suerte, cit¨® marchoso, acudi¨® el borreguito docil¨®n... y no sucedi¨® nada. Los art¨ªfices del toreo fingido en general -y Enrique Ponce en particular- cuando se deciden a torear por naturales, van, y consuman el parto de los montes.
La estocada que cobr¨® Enrique Ponce result¨® buena -por lo menos qued¨® arrriba, lo cual es otra novedad importante-, se le concedieron las dos orejas por aclamaci¨®n y dio una vuelta al ruedo realmente apote¨®sica, con irrupci¨®n en el ruedo de mozos y mozas que le besaban, le abrazaban y le anudaban pa?uelicos al cuello, en tanto otros le arrojaban desde el tendido flores, obsequios diversos y una fiambrera colmada de ajoarriero que revent¨® al caer y qued¨® desparramada la rica vianda por la arena.
No hubo m¨¢s sucesos. ni m¨¢s historia en la corrida, porque el paliz¨®n de derechazos que peg¨® Litri a los incautos toruchos de su lote, los dengues, probaturas y gestos de suficiencia de Finito de C¨®rdoba a los suyos, un trapaceo deslucido e inconexo del propio Ponce a la bella durmiente que le correspondi¨® en primer lugar, no interesaron a nadie.
Mas no iban a perder por eso la tarde los mozos de las penas, e "?Indur¨¢in, Indur¨¢in, Indur¨¢in!", en alternancia con Paquito el chocolatero, cuyo ritmo sincopado saben llevar mejor que nadie y el Vals de Astr¨¢in, que cantan como los ¨¢ngeles.
Y a esto lo llaman pomposamente la Feria del Toro; y a eso que sali¨®, seis escogidos y bravos ejemplares, seis; y al derechacismo fragoroso con el pico de la muleta, toreo.
Levanta la cabeza el C¨²chares, ve semejante farsa, y la vuelve a meter bajo tierra, abochornado. No ya el C¨²chares. Aficionados de medio siglo atr¨¢s se encuentran con esto y se creen que est¨¢n Sodoma y Gomorra.
La corrida de hoy
Plaza de Pamplona. 7? corrida de feria.Toros de Torrestrella, propiedad de ?lvaro Domecq e hijos, de la finca Los Alburejos en Medina Sidonia (C¨¢diz). Divisa azul y oro. Antig¨¹edad, 2 de septiembre de 1951.
Matadores: Emilio Mu?oz, Juan Mora y Chamaco.
Alas 18.30.
Babelia
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