?Miles vive!

A pesar de la tan cacareada crisis que planea sobre los cert¨¢menes veraniegos, el polideportivo de Mendizorrotza pr¨¢cticamente se llen¨® para recibir al tr¨ªo de virtuosos The Rite of Strings y, tras ellos, a la sorpresa de la velada (y probablemente de todo el festival): la nueva banda de Marcus Miller.Te¨®ricamente, ambos grupos salieron al escenario con la misma categor¨ªa de estrellas pero al acabar estaba muy claro que Ponty-Di Meola-Clarke hab¨ªan sido unos simples teloneros del apabullante Miller.

La noche se abri¨® con el encuentro en la cima de tres glorias del jazz-rock de los setenta. La propuesta se insinuaba como ac¨²stica pero finalmente no lo fue: el tr¨ªo se limit¨® a recuperar ese jazz-rock de la ¨¦poca dorada de Return to Forever o de la Maliavishnu Orchestra interpretado sin bater¨ªa pero sin llenar la ausencia, es decir, que en todo momento se not¨® la falta de un buen percusionista.

La propuesta son¨® algo amanerada y hueca, falt¨® espontaneidad y sobr¨® mucho virtuosismo. Al final, el tr¨ªo no aport¨® nada nuevo y aburrieron bastante.

?xito de Marcus Miller

Lo contrario sucedi¨® en la segunda mitad. Marcus Miller se mostr¨® tambi¨¦n como un virtuoso pero su buen hacer qued¨® enmarcado en una propuesta global de una pasmosa contundencia. Tras escuchar a esta banda puede afirmarse sin miedo no s¨®lo que Miles Davis no ha muerto sino que el relevo lo hab¨ªa tomado ya Marcus Miller mucho antes de que el genial trompetista muriera.Miller comenz¨® recuperando algunos de los temas que escribi¨® e interpret¨® junto a Miles. En especial Tutu son¨® con una s¨®lida clarividencia: Miles Davis se corporeiz¨® en Mendizorrotza y no porque el trompetista Patches Steward lo imitara con solvencia, sino porque Miller ha tomado esa m¨²sica (que en realidad era tambi¨¦n la suya) y la ha prolongado hacia el futuro con pasmosa naturalidad.

Miller suena a Miles con aquel color y aquella contundencia pero nadie puede ech¨¢rselo en cara, todo lo contrario.

Para rematar la jugada, el bajista present¨® despu¨¦s un homenaje a su antiguo patr¨®n, The king is gone, en el que incluso recuper¨® fragmentos de aquel Concierto de Aranjuez que Miles convirti¨® en un recuerdo imborrable.

De todos los homenajes ofrecidos a Miles Davis desde su fallecimiento (que han sido muchos y variados) el de Marcus Miller es, sin lugar a dudas, el m¨¢s creativo y consistente: nada de nostalgia, simplemente seguir transitando con autoridad por el camino que ambos construyeron conjuntamente.

Miller ha reunido para esta gira una banda s¨®lida como pocas en la que destacan los saxos de otro disc¨ªpulo de Miles: Kenny Garret, cada uno de sus solos levant¨® al p¨²blico de los asientos.

Al final, M¨ªller, para demostrar que es capaz de todo, se recre¨® con el clarinete bajo en una versi¨®n memorable de Round midnight y cerr¨® la noche revisitando con el bajo el Teen Town de Jacob Pastorius, para que quedara claro que no le tiene miedo a nada.