"Mi 'karma' es el sufrimiento"
Roberto Baggio, el budista m¨¢s criticado y amado de Italia
Llegados a este punto, los italianos no escatiman t¨ªtulos para su h¨¦roe. Para unos es, el divino, y para otros, el pr¨ªncipe. Por supuesto, hablamos de Baggio. Roberto, no vayan a confundirse con el otro, con Dino,. un jugador casi tan providencial en la selecci¨®n italiana, pero con s¨®lo un punto en com¨²n con astro del Juventus: el apellido.Italia trata a sus ¨ªdolos como Clemente a sus adversarios. Los maneja partido a partido y luego mira los resultados. Unos dir¨¢n que es una actitud pasional y otros que es una cuesti¨®n de oportunismo. En cualquier caso, los h¨¦roes italianos habitan un momento en el cielo y otro en el infierno. Vean a Baggio, amado hasta la exageraci¨®n por cuatro goles decisivos y criticado sin piedad en los tres primeros partidos. Ahora es un t¨®tem nacional, el personaje milagroso que salva a su equipo en cada batalla. Italia le adora, le aclama y deposita en su pie derecho la fe conveniente para ganar la Copa del Mundo.
Apenas,20 d¨ªas atr¨¢s, Baggio era un jugador traicionado por todos: por Sacchi, por la prensa, por los tifosi; e incluso por su talento. Hab¨ªa arribado a Am¨¦rica con la credencial de mejor jugador del mundo, envuelto por una propaganda desmesurada y una vieja duda. Sacchi sospechaba de sus condiciones para adaptarse al r¨ªgido patr¨®n del seleccionador italiano. Baggio le ofrec¨ªa talento con la pelota y capacidad para decidir partidos en cualquier momento, pero no le recitaba los mandamientos de un entrenador que vive entre el cartesianismo y la burocracia. Baggio, el chico ligero (1,72 metros, 67 kilos), limitaba los planes de Sacchi con la presi¨®n, con la disciplina, con el esfuerzo f¨ªsico, con el juego a¨¦reo. De esa manera se inici¨® un debate por elevaci¨®n. La Italia que cre¨ªa en Sacchi y la Italia que adoraba a Baggio, es decir, al futbolista por encima de la pizarra.
La Copa del Mundo ha demostrado con estos dos hombres una extraordinaria fuerza dram¨¢tica. Presidida por el ojo p¨²blico de los periodistas y de los aficionados, la relaci¨®n entr¨¦ Sacchi y Baggio se ha convertido en la historia m¨¢s fascinante. Los dos han ganado y han perdido, han tenido sus momentos de gloria y de fracaso, pero en esta clase de pugnas teatrales siempre hay un vencedor final. Esta vez es el jugador: Baggio.
Mucho antes de que el budismo se pusiera de moda en los c¨ªrculos del arte, el cine y la m¨²sica, Baggio declaraba su condici¨®n budista. Se hac¨ªa un poco extra?o escucharle hablar sobre el karma en sus primeros a?os en el Fiorentina donde muy pronto se declar¨® la baggioman¨ªa. En la Juve, Baggio lleva el ideograma japon¨¦s de la victoria en su brazalete de capit¨¢n.
"Mi karma es el sufrimiento", dec¨ªa la semana pasada. Algo de verdad hay en esa declaraci¨®n. Baggio sufri¨® un calvario en la primera mitad del torneo, pero no se desplom¨®. Viaj¨® del desastre a la gloria en el ¨²ltimo minuto del partido ante Nigeria. En ese momento, el duelo ideol¨®gico entre Sacchi y Baggio tom¨® un nuevo rumbo. Sacchi era el personaje odiado en Italia; Baggio, el hijo m¨¢s amado. Cada uno de los partidos siguientes ha abundado en esta l¨ªnea. Al final, la pizarra y los entrenadores llegan hasta un pelda?o. El ¨²ltimo siempre lo suben los grandes jugadores.
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