Por el filo de la sierra
Quienquiera que bautizase Cuerda Larga al rosario de cumbres que se interponen entre los puertos de Navacerrada y de la Morcuera, dio en el clavo. El top¨®nimo no s¨®lo alerta sobre la extensi¨®n, del perfil -18 kil¨®metros-, sino que, m¨¢s all¨¢ de su significado geol¨®gico, evoca las similitudes del cordal con un cable de acr¨®bata tendido sobre los techos de la sierra. Un nombre feliz, pues.No quiere decirse con ello que enhebrar estas cimas guadarrame?as exija equilibrio u otras habilidades circenses. ¨²nicamente se precisa tes¨®n y hacerse a la idea de que se trata de una caminata de seis horas largas -regresar al punto de partida en el mismo d¨ªa es una machada digna de Stallone por terreno, pedregoso, sin manantiales a mano ni refugios contra los elementos. Los ¨²nicos consuelos son que no hay p¨¦rdida posible -para transitar por la divisoria basta conectar el piloto autom¨¢tico- y que la temperatura desciende proporcionalmente a la altitud: unos 0,6 grados cada, cien metros, seg¨²n los disc¨ªpulos de Mariano Medina.
De modo que si en pleno verano los term¨®metros registran 35? grados en Callao, en Cuerda larga disfrutaremos de una primaveral temperatura de aproximadamente 25? grados.
Las vistas
Y luego est¨¢n las vistas, por supuesto. Ya desde el alto de las Guarramillas, primer dosmil de la jornada -2.262 metros, para ser exactos-, se ven venir las panor¨¢micas que deparar¨¢ el resto de la excursi¨®n: al Septentri¨®n, el valle alto del Lozoya, custodiado en su cabecera por las orondas Dos Hermanas y la altiva Pe?alara, y remansando a lo lej¨ªsimos en el embalse de Pinilla; a manoderecha (o sea, al Sur), la sierra del Franc¨¦s y la Pedriza de Manzanares.Otro de los alicientes de este plan consiste en enriquecer el curr¨ªculo monta?ero de cada cual. De las siete cimas que se coronan a lo largo de la marcha, una es la segunda mayor altura de la Comunidad (Cabezas de Hierro, 2.383 metros), cuatro figuran en el top ten serrano (Valdemart¨ªn, Guarramillas, Pandasco y As¨®mate de Hoyos) y las otras dos a¨²n sobrepasan los dos kil¨®metros medidos desde el nivel del mar (Bailanderos y la Najarra). No son los Himalaya, desde luego, pero las tenemos a una hora de casa.
Por eso mismo, y porque las conquistas hay que trabaj¨¢rselas, no tiene mucho sentido comenzar el itinerario aup¨¢ndose en telesilla hasta la Bola del Mundo, en vez de gan¨¢rsela a pie por la pista asfaltada que arranca tambi¨¦n del puerto de Navacerrada. Ni, bien mirado, est¨¢ bonito eso de llamarle Bola del Mundo a un lugar millones de a?os m¨¢s antiguo que el repetidor de televisi¨®n, y cuyo nombre -Guarramillas- comparte etimolog¨ªa con la mism¨ªsima sierra de Guadarrama.
Seg¨²n parece, ambos provienen del Oued-er-Rmel ¨¢rabe, o r¨ªo de las arenas, que as¨ª se denomin¨® al hoy Manzanares. Y claro, en estas laderas se halla su nacimiento.
Terreno ¨¢spero
De aqu¨ª en adelante, la cuerda muestra un aspecto desangelado, como de muralla sobrehumana arruinada por los meteoros y la indolencia. Paisajes aparte, es tal la aspereza del terreno que hace falta ser una suerte de Gerald Durrell para sacarle alg¨²n jugo a la traves¨ªa. Advertir, por ejemplo, que este a?o el piornal ha florecido a mediados de junio, asfixiando antes de tiempo a los urbanitas asm¨¢ticos con su perfume amarillo-dulz¨®n.O que dicha fragancia no debe ser confundida con la del narciso rup¨ªcola, abundant¨ªsimo en la loma de los Bailanderos. O que s¨®lo con tal de gozar de las azules gencianas, en flor durante julio, merece la pena lanzarse desde la Najarra hasta el puerto de la Morcuera campo a trav¨¦s.
A veces irrumpen, en mitad de la nada, lagartijas como joyones verdes-turquesa, pandillas de mariquitas, -hay millares en Cabezas de Hierro-, una pareja de buitres con matr¨ªcula de la Pedriza o alg¨²n b¨ªpedo implume fatigando el filo en solitario.
Y si no fuera porque las comparaciones son odiosas, cualquiera dir¨ªa que esta desolaci¨®n y esta fauna no difieren demasiado de las de la capital.
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