No, no invadan Hait¨ª

Si la Administraci¨®n de Clinton est¨¢ buscando un pretexto para invadir Hait¨ª ( ... ), le ha sido dado uno muy elegante. La expulsi¨®n, por el Gobierno sostenido por el Ej¨¦rcito, de los supervisores de los derechos humanos es una desafiante bofetada a las Naciones Unidas y a la Organizaci¨®n de Estados Americanos. Amenazando la seguridad de estos funcionarios internacionales, el general Raoul C¨¦dras y su pandilla han internacionalizado convenientemente lo que hab¨ªa sido una crisis pol¨ªtica dom¨¦stica, acabando con las objeciones a que una invasi¨®n violar¨ªa la soberan¨ªa de Hait¨ª.No hay garant¨ªa de una r¨¢pida salida o de una acogida entusiasta por parte de la poblaci¨®n haitiana. ( ... ) Y no est¨¢ apoyada por el Congreso ni por la opini¨®n p¨²blica americana. ( ... )

La fuerza es un elemento contundente. No puede resolver problemas pol¨ªticos. Muere gente, incluyendo tropas americanas, que s¨®lo deber¨ªan morir cuando intereses vitales nacionales est¨¦n envueltos. Deja vac¨ªos en el orden legal internacional. Es a veces necesaria, pero s¨®lo debe ser el ¨²ltimo recurso. La democracia y los derechos humanos son intereses nacionales de EE UU. Pero salvo para los refugiados, lo que est¨¢ pasando en Hait¨ª ¨²nicamente afecta a Hait¨ª. El miedo a las consecuencias pol¨ªticas de la admisi¨®n de refugiados, legalmente cualificados, pero pol¨ªticamente impopulares, no es muy buena raz¨®n para invadir un pa¨ªs.

14 de julio