Final a todo color

El Festival de Jazz de Vitoria concluy¨® su l8? edici¨®n con un viaje r¨ªtmico y colorista por las diferentes caras de ese Brasil siempre calidosc¨®pico. Un viaje avalado con la presencia de alg¨²n nombre hist¨®rico (Dori Caymmi), un par de estrellas del pop (Ivan Lins, Djavan) y un grupo de jazzistas de lo m¨¢s diverso (de la exuberante Eliane Elias al aparentemente discreto Oscar Castro-Neves); todo supervisado por la amorosa mirada de un armonicista belga.Ritmo contagioso

La primera parte fue entera para Djavan, que estructur¨® su concierto como una recapitulaci¨®n de su abultada carrera, retomando sus primeros y m¨¢s sonados ¨¦xitos y llegando hasta sus trabajos m¨¢s recientes. Por supuesto, en esa lista no faltaron ni Samurai, Oc¨¦ano, Esquinas o Asa, temas que el p¨²blico esperaba y, en alg¨²n caso, core¨® con el cantante carioca.

Un ritmo potente y contagioso y un Djavan en plena forma vocal pero manifestando una cierta timidez esc¨¦nica marcaron un concierto que a pesar de la potencia utilizada encontr¨® su momento m¨¢s intenso cuando el cantante se qued¨® a solas con su guitarra.

Curiosamente, a pesar de estar todav¨ªa en promoci¨®n de su ¨²ltimo disco grabado en castellano, Djavan no utiliz¨® en ning¨²n momento este idioma durante su actuaci¨®n.

La segunda mitad fue un aut¨¦ntico puzzle de sensaciones diversas. Toots Thielemans actu¨® como catalizador de las constantes entradas y salidas de m¨²sicos del escenario y demostr¨® que su arm¨®nica sigue siendo un instrumento privilegiado capaz de salir airoso de las situaciones m¨¢s comprometidas. Por ejemplo, su arm¨®nica se midi¨® de t¨² a t¨² con la voz ronca, profunda y convincente de Dori Caymmi, impovis¨® de forma exultante tras las melod¨ªas de Ivan Lins, coquete¨® con el piano de Eliane Elias y sonriendo, siempre sonriendo, se atrevi¨® con cl¨¢sicos del empaque de Berimbau, Brazil o Mahana de carnaval. Al final, su eterna Bluessette estall¨® en mil bossanovas mientras el p¨²blico de Mendizorrotza danzaba alegre sin ocultar su entusiasmo.

Toots fue un impagable maestro de ceremonias que provoc¨® y motiz¨® a sus colegas de escenario pero los puntos ¨¢lgidos de la velada se alcanzaron con la presencia de un desbordante Ivan Lins; su actuaci¨®n dej¨® clavado al p¨²blico y al mismo tiempo supo a poco, a muy poco. Muchos hubieran cambiado una primera parte entera dedicada a Lins y Djavan como invitado de ese proyecto brasile?o de Toots Thielemans.

Por la tarde el Jazz del Siglo XXI se hab¨ªa despedido con la propuesta aparentemente m¨¢s innovadora pero que, finalmente, no result¨® la m¨¢s atractiva. David Tronzo ofreci¨® un concierto que, rozando el hard core transit¨® por terrenos ya conocidos. Su slide guitar son¨® potente pero no descubri¨® nada nuevo, que es lo que generalmente se espera de todos los componentes de la escuder¨ªa Knitting Factory.