Los supertenores
La tercera edad de Hollywood acudi¨® en masa a ver a Carreras, Domingo y Pavarotti
Desde las doradas monta?as de Hollywood bajaron las estrellas al Dodger Stadium de Los ?ngeles. Frente al escenario, sobre un alfombrado de color rojo, las localidades de lujo costaban 130.000 pesetas. Sobre la escena, los conocidos ya como los tres tenores cobraban cada uno cerca del mill¨®n de d¨®lares.Pl¨¢cido Domingo, Jos¨¦ Carreras y Luciano Pavarotti m¨¢s el director indio Zubin Mehta se han convertido en algo m¨¢s que m¨²sica celestial. Ganan y hacen ganar dinero a sacos. Con su actuaci¨®n en las Termas de Caracalla en el pasado Mundial de Italia produjeron unos derechos por discos y v¨ªdeo de 2.500 millones de pesetas. Esta vez, que a todos los coge adiestrados, se espera que la explotaci¨®n sea tanto o m¨¢s beneficiosa. ?El secreto? Hacer exactamente lo mismo.
Durante una semana, los cuatro protagonistas, con la Orquesta Filarm¨®nica de Los ?ngeles, han estado ensayando las piezas de un programa popular.
Los tenores hacen su papel con todo lo mejor de s¨ª mismos y el auditorio tiene lo que quiere. No se puede pedir una noche m¨¢s rom¨¢ntica y feliz. Carreras pone la voz m¨¢s humana y doliente de los tres, Pl¨¢cido la m¨¢s hermosa y seductora, Pavarotti la de mayor victoria. Necesitaron la primera parte del concierto para hacerlo completamente bien, pero en la segunda se afirmaron y al llegar los bises redondearon el pastel. En ambos momentos desapareci¨® cualquier distancia entre el espect¨¢culo y los espectadores para compartir en silencio o con palmadas los sones del Ave Mar¨ªa de Schubert o de la Cavalleria rusticana.
En realidad, cuanto m¨¢s conocida era la pieza m¨¢s entusiasmaba. As¨ª que aplaudieron mucho Granada, de Lara, pero todav¨ªa m¨¢s la Am¨¦rica de West Side Story. Los popurr¨ªs de una y otra, parte de la actuaci¨®n fueron muy celebrados, especialmente el primero, porque en el surtido se encontraba My way y Singin'in the rain, mientras en las primeras filas se hab¨ªan sentado Frank Sinatra y Gene Kelly, que saludaron al comp¨¢s de las melod¨ªas.
Si se except¨²a a Arnold Schwarzenegger, que se le ve¨ªa joven y con el pelo m¨¢s rubio, todas las estrellas importantes eran especialmente de la tercera edad, incluido Bob Hope y el magn¨ªfico Gregory Peck, acompa?ado de su esposa con un pa?uelo de gasa pegado a la frente para acentuar los ojos de cuarzo. Sidney Poitier, Whoopy Goldberg, Bush con su se?ora y Henry Kissinger tambi¨¦n fueron invitados. Y Jo¨¢o Havelange, que estaba metido en la ceremonia como presidente de la FIFA. Cincuenta y seis mil personas atestaron las gradas del estadio del equipo de b¨¦isbol de los Dodger.
Claramente, muchas de las gentes que se vieron a lo largo del concierto denotaban ser ricas. Ricos japoneses, ricos con sombrero de paja y cinta de seda, ricos con traje de g¨¢nster y gafas de pesca submarina acompa?ados de una rubia, ricos macizos en sillas de ruedas. Y ricos leg¨ªtimos con el aspecto de poder morir la semana pr¨®xima.
Exclusivamente por el concierto -sin contar venta de programas, camisetas, souvenirs, etc¨¦tera- los organizadores recaudaron m¨¢s de 1.500 millones de pesetas y se espera que el acto hayan acabado vi¨¦ndolo mil millones de espectadores, potenciales clientes del disco y el v¨ªdeo que se lanzar¨¢n en agosto.
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