Un montaje de Alain Milinati presenta a un Shakespeare viejo y cobard¨®n
, Despu¨¦s de ver Bingo, la pieza de Edward Bond que Alain Milinati ha presentado en Avi?¨®n, uno abandona el teatro convencido de que Willia¨ªn Shakespeare era un hijo de puta. Eso es al menos lo que pretende el autor, bien ayudado por el director franc¨¦s y sus actores. Bingo -subtitulada Escenas de dinero y de muerte- es una obra sobre la vejez y la muerte de Shakespeare -una muerte por suicidio- que el actor John Gielgud estren¨® en Londres hace 20 a?os y origin¨® un gran esc¨¢ndalo.
En Gran Breta?a meterse con Shakespeare se paga muy caro: John Gielgud, que interpret¨® el personaje de Shakespeare, escribi¨® en sus memorias: "Los ingleses no me han perdonado que interpretase aquella obra". Eso es todo lo que el gran int¨¦rprete shakesperiano dice de Bingo.De Shakespeare se saben muy pocas cosas. Se discute, y se seguir¨¢ discutiendo, si sus obras fueron escritas por ¨¦l o por otro u otros. Incluso hay quien asegura que Shakespeare jam¨¢s existi¨®. No es ¨¦sta la opini¨®n del autor brit¨¢nico Edward Bond, un comunista de toda la vida, quien, al parecer, se ha le¨ªdo con verdadero deleite el libro de E. K. Chambers, William Shakespeare, en el que el gran Will se revela como c¨®mplice de las maniobras poco limpias de unos terratenientes de Welcombe -unos campos pr¨®ximos a Stratford- en detrimento de los derechos de las pobres gentes que habitan en aquellas tierras y viven de ellas.
La idea de Bond es mostrar la relaci¨®n entre Shakespeare, su obra el mundo, y la sociedad en que vive el autor. Una idea que, en manos de Bond, un hombre convencido de que, el desarrollo tecnol¨®gico y la sociedad de consumo hacen a los hombres "ego¨ªstas, envidiosos e inhumanos", permite descubrir un Shakespeare viejo, cobard¨®n, "neutral", que defiende ese dinero que ha ganado con la sangre de los dem¨¢s: "Cuando me dirijo a mi teatro", dice el Shakespeare de Bond, "suelo pasar bajo una verja donde hay ensartadas 16 cabezas reci¨¦n cortadas. Todo escritor escribe con la sangre de los dem¨¢s".
Shakespeare no ha cortado la cabeza a nadie, pero no ha movido un dedo para evitar que azotaran y terminaran colgando a una pobre muchacha que hab¨ªa perdido a sus padres y que recorr¨ªa el pa¨ªs mendigando, prostituy¨¦ndose para poder comer. El propietario Shakespeare vive, malvive, v¨ªctima de sus propias contradicciones. ?De qu¨¦ sirve ser un escritor genial si el dinero te obliga a comportarte como un hijo de puta?, viene a decir Bond.
Puede que Shakespare, el viejo Shakespeare que muere en Stratford el mismo a?o en que transcurre la pieza de Bond -1616-, que Bond hace morir suicid¨¢ndose, fuese un hijo de puta, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que el Shakespeare, el viejo Shakespeare de La tempestad era un personaje mucho m¨¢s interesante y se expresaba de una manera mucho m¨¢s inteligente, rica y sensible que ese viejo que nos muestra Bond en su obra.
Lo mejor que se puede hacer con esta obra es olvidarla, como hace Gielgud en sus memorias. Y m¨¢s cuando nada, absolutamente nada del montaje de Milianti y de la interpretaci¨®n de los actores nos invita a acordanos de ella.
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