El mal ejemplo

JOAQU?N VIDAL Lo malo no es que los novilleros, todos tres, citaran fuera-cacho, embarcaran con el pico, perdieran pasos y de ah¨ª hasta el infinito en el vasto repertorio de la tauromaquia contempor¨¢nea que consiste en no torear nunca jam¨¢s, as¨ª lo mande el Papa; sino la absoluta falta de torer¨ªa, y ese es un ejemplo nefasto que est¨¢n dando de un tiempo a esta parte las figuras.

La soluci¨®n al problema es dif¨ªcil pues ?en qui¨¦n se han de mirar los novilleritos que empiezan si no es en la figuras esas, que ganan dineros, compran cortijos, van por el mundo rodeados de aduladores que los sah¨²man inciensos y los hacen creer que han alcanzado la gloria?

De manera que los novilleritos principiantes, los del festejo ?augural de la feria valenciana entre ellos, a¨²n no han iniciado el pase¨ªllo y ya se est¨¢n izando de puntillas para componer pinturer¨ªas; hacen como que la chaquetilla les molesta una barbaridad y se la encajan batiendo hombros; en los tercios de varas se sit¨²an a la derecha del picador creyendo que esa es la forma de ocupar un sitio preeminente en el estrado donde se sustancia la barbarie ecuestre; a la de muletear vienen los dengues y los alivios, cruzarse parece como si fuera felon¨ªa perseguible de oficio, ligar las suertes quiz¨¢ se lo prohiba su religi¨®n, los pases de pecho han de ser dos, y conclu¨ªdas las tandas es lo propio blandir al viento el espad¨ªn o pegar un pu?etazo al aire si tore¨® con la derecha (que es lo m¨¢s probable), gritando: "?Venga ya! "(pron¨²nciase venga-ch¨¢) o "?V¨¢monos!" (debe decirse amon¨®).

El p¨²blico aplaude, mientras tanto. El p¨²blico est¨¢ integrado en esta moda taurina entre otras razones porque encaja perfectamente con la modernidad de la vida misma, donde importa m¨¢s la forma que el fondo, la apariencia que la naturaleza real de las cosas. Y de tal guisa, la calidad de una corrida de toros se juzga no tanto por las emociones inherentes a la lidia como por las orejas concedidas.

El, pr¨®logo de la Fira de Juliol sali¨® bien parado en este sentido: hubo dos orejas. Y hubo al tiempo la revelaci¨®n de un jovenc¨ªsimo novillero valenciano llamado Tom¨¢s S¨¢nchez, de valent¨ªa y casta torera evidentes, que tendr¨ªa muy despejado su futuro si no hubiera seguido el mal ejemplo de las figuras.

Embarcaba Tom¨¢s S¨¢nchez consintiendo las encastadas embestidas de los novillos, las templaba incluso, y al ligar los pases ya echaba la pierna contraria atr¨¢s y adelantaba abusivamente el pico, sin necesidad alguna de tomarse semejante ventaja. Un torero de valor y casta -seg¨²n parec¨ªa ser el caso- est¨¢ preparado para cruzarse con el toro, echar adelante la muletilla, traerse al toro embebido en sus bambas y parar-templar-mandar, que es la f¨®rmula infalible para conjugar la emoci¨®n y la belleza del arte del toreo, y poner la plaza boca abajo.

Banderille¨® con desigual fortuna Tom¨¢s S¨¢nchez aunque al sexto novillo le gan¨® de poder a poder su arrancada recrecida y le prendi¨® un par soberano asom¨¢ndose al balc¨®n. Y fue muy celebrado, desde luego, por el m¨¦rito de aquella suerte bien hecha, pero tambi¨¦n porque esa hab¨ªa sido otra demostraci¨®n de valor y de casta torera.

El valor y la casta torera de sus compa?eros de cartel se les supone, mas pruebas de estas virtudes. no dieron muchas. En realidad dieron pocas. Jos¨¦ Luis Moreno tuvo unos novillos complicados a los que dio muchos pases, mas embarullados casi todos y hasta lleg¨® a sufrir una voltereta. C¨¦sar Orero citaba ofreciendo el medio pecho, s¨®lo que no se cruzaba, toreaba, hacia afuera y cada muletazo lo dejaba en la mitad. La verdad es que se trataba de otro novillero muy joven e inexperto. Los tres son j¨®venes e inexpertos y puede que al madurar afloren su ciencia y, su esencia. Siempre que eviten los malos ejemplos, naturalmente.