El esp¨ªritu de Bretton Woods
Medio siglo ha pasado desde que fueron redactados, el 22 de julio de 1944, en Bretton Woods, New Hampshire, los estatutos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional para la Reconstrucci¨®n y el Desarrollo (BIRD). Casi el mismo tiempo ha transcurrido desde las primeras conversaciones que condujeron al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). En este medio siglo, el escenario internacional ha cambiado radicalmente. Estados Unidos y el Reino Unido -los dos principales protagonistas en Bretton Woods- ya no mantienen el virtual monopolio en la determinaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica internacional. Pa¨ªses de la Europa occidental que hace 50 a?os estaban ocupados o eran enemigos, o neutrales -Francia, Alemania, Italia y Espa?a-, se han erigido como participantes importantes en la diplomacia econ¨®mica. Jap¨®n se ha convertido en potencia econ¨®mica y, con el fin de la guerra fr¨ªa, Rusia y los pa¨ªses de su anterior imperio se reincorporan a un sistema econ¨®mico mundial del que deliberadamente se excluyeron al final de la II Guerra Mundial.Sin embargo, las viejas y dif¨ªciles cuestiones que afrontaron los padres fundadores del sistema Bretton Woods-GATT persisten a¨²n: c¨®mo conciliar la libertad de comercio y los pagos internacionales con altos niveles de empleo interno y crecimiento, c¨®mo compensar la necesidad de instituciones econ¨®micas internacionales eficaces con las a¨²n poderosas exigencias de soberan¨ªa econ¨®mica nacional, y c¨®mo relacionar los acuerdos econ¨®micos regionales y bilaterales con un orden econ¨®mico global.
?Hasta qu¨¦ punto los padres fundadores lograron sus audaces sue?os? ?Qu¨¦ queda por hacer?
Para empezar, afirmar¨ªa que el logro m¨¢s importante de los padres fundadores en Bretton Woods fue la creaci¨®n de estructuras duraderas para la resoluci¨®n cooperativa e internacional de problemas. Su trabajo represent¨® una victoria sobre el nacionalismo econ¨®mico y las pol¨ªticas de empobrecer al vecino del periodo de entreguerras.
Tambi¨¦n podemos juzgar la labor de los padres fundadores mediante unos fr¨ªos datos econ¨®micos. El medio siglo desde Bretton Woods ha sido un periodo de prosperidad y crecimiento sin precedentes en la historia. En n¨²meros redondos, la producci¨®n mundial se ha elevado de 300.000 millones de d¨®lares anuales al final de la II Guerra Mundial hasta casi 30 billones hoy. El comercio mundial ha crecido desde 30.000 millones de d¨®lares anuales hasta sobrepasar claramente los tres billones. Incluso teniendo en cuenta la inflaci¨®n y el aumento de la poblaci¨®n, este crecimiento c¨¦ntuplo representa una mejora extraordinaria en el bienestar del hombre de la calle. Los cinco ¨²ltimos decenios han visto m¨¢s progreso en la mejora del nivel de vida que cualquier otra ¨¦poca anterior en la historia ` La esperanza de vida ha crecido el 50%. La mortalidad infantil se ha reducido a la mitad. Si bien ser¨ªa una excesiva simplificaci¨®n conceder todo el reconocimiento de este ¨¦xito econ¨®mico a las instituciones econ¨®micas internacionales establecidas durante y despu¨¦s de la II Guerra Mundial, est¨¢ claro que los planificadores de la posguerra tienen que haber hecho algo bien. Las instituciones que crearon el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio han demostrado una extraordinaria capacidad para adaptarse a las cambiantes necesidades de la econom¨ªa mundial.
Pero los aniversarios deber¨ªan ser tanto una ocasi¨®n para mirar hacia adelante como para mirar hacia atr¨¢s. Obviamente, es imposible imaginar c¨®mo ser¨¢ el mundo en el a?o 2044. Puede ser ¨²til, sin embargo, identificar un punto principal de una cuesti¨®n pendiente con la que la actual y la pr¨®xima generaci¨®n de dirigentes tendr¨¢ que enfrentarse mientras el mundo se adentra en el siglo XXI. Me refiero, por supuesto, al problema del empleo. Los padres fundadores del orden econ¨®mico de la posguerra estaban profundamente influidos' por el desempleo masivo que las democracias industrializadas experimentaron durante la gran depresi¨®n de los a?os treinta. Una de sus principales preocupaciones fue c¨®mo estas instituciones pod¨ªan evitar una repetici¨®n de la experiencia de entreguerras y asegurar altos niveles de empleo as¨ª como crecimiento econ¨®mico. No fue por casualidad que la conferencia origen del GATT y de la OIC fuera llamada "la conferencia de las Naciones Unidas sobre comercio y empleo".
Este enfoque sobre el empleo como una cuesti¨®n internacional se perdi¨® en los a?os de la posguerra, a medida que las democracias industrializadas disfrutaban de altos niveles tanto de crecimiento como de empleo.
Desde 1959 hasta 1973, por ejemplo, el ¨ªndice de desempleo en Europa era s¨®lo del 2%, aproximadamente. En Estados Unidos era del 5% de media, pero este mayor ¨ªndice iba acompa?ado del r¨¢pido crecimiento de los salarios reales -de, aproximadamente, el 3% anual- .Como consecuencia, durante los a?os setenta y ochenta la diplomacia econ¨®mica internacional se centr¨® en c¨®mo la pol¨ªtica macroecon¨®mica y la pol¨ªtica comercial pod¨ªan estimular el crecimiento global. El desempleo y la creaci¨®n de puestos de trabajo no fueron tratados como problemas en los m¨¢s altos niveles de la diplomacia econ¨®mica internacional.
Ahora, todo esto ha cambiado. El desempleo en las democracias industrializadas miembros de la OCDE alcanza los 35 millones de personas, un 8,5% de la poblaci¨®n laboral. En Europa, donde los salarios y las prestaciones sociales han crecido espectacularmente durante los a?os setenta y ochenta, el desempleo se sit¨²a en torno al 12%, sin expectativas de pronta mejor¨ªa. Estados Unidos ha disfrutado recientemente de un expediente mucho mejor de creaci¨®n de puestos de trabajo y ha mantenido el desempleo estable en un 6,5%, pero durante casi dos decenios los salarios reales por hora de sus trabajadores se han estancado. Tanto en Estados Unidos como en Europa hay un alto ¨ªndice de desempleo entre los j¨®venes, particularmente entre los trabajadores no cualificados, y un cr¨®nico desempleo entre los trabajadores mayores que han perdido sus empleos como resultado de la competencia extranjera o de r¨¢pidos cambios tecnol¨®gicos.
. Los peligros de esta situaci¨®n son obvios: amplio malestar y marginaci¨®n del orden social existente, que conduce al aumento de la delincuencia, a la drogadicci¨®n y, posiblemente, incluso a la erosi¨®n del apoyo al Gobierno democr¨¢tico. El fracaso en asegurar altos niveles de empleo con buenos salarios ya est¨¢ llevando a mayores demandas de protecci¨®n, amenazando as¨ª el sistema de comercio multilateral y, espec¨ªficamente, los logros de la Ronda Uruguay.
Fueron consideraciones como ¨¦stas las que llevaron al Grupo de los Siete (G-7) a celebrar la conferencia sobre creaci¨®n de puestos de trabajo y empleo en Detroit, en marzo de 1994. El enfoque de la conferencia estuvo en c¨®mo escapar de la inaceptable elecci¨®n entre crear altos niveles de empleo a expensas del estancamiento de los salarios (la experiencia estadounidense) o crear altos salarios y altos niveles de protecci¨®n social a costa de mayor desempleo (la experiencia europea). ?sta fue la primera reuni¨®n del G-7 que examin¨® con detenimiento los asuntos microecon¨®micos y macroecon¨®micos y reuni¨® a ministros de asuntos laborales y sociales con ministros de finanzas, econom¨ªa y comercio. Fue el tard¨ªo reconocimiento de que la nueva
Pasa a la p¨¢gina siguiente Viene de la p¨¢gina anterior
diplomacia econ¨®mica deber¨ªa resaltar no s¨®lo el crecimiento econ¨®mico por s¨ª mismo, sino el de alta calidad, con todo lo que implica: promoci¨®n de puestos de trabajo, reducci¨®n de la pobreza y de las desigualdades de renta, mejora de las condiciones de trabajo, facilitaci¨®n de formaci¨®n profesional y un tipo m¨¢s razonable de red de seguridad. Gran parte del trabajo del G-7 en este ¨¢rea ser¨¢ continuado en el amplio foro de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico.
No hay f¨¢ciles respuestas al nuevo desaf¨ªo de c¨®mo tratar el desempleo y el estancamiento de salarios cr¨®nicos. Evidentemente, siguen siendo necesarios todos los viejos remedios macroecon¨®micos: activaci¨®n de la recuperaci¨®n econ¨®mica mundial mediante el est¨ªmulo de la demanda y mercados abiertos en Jap¨®n, reducci¨®n del tipo de inter¨¦s en Europa y continuado progreso en Estados Unidos en la reducci¨®n del d¨¦ficit y en el crecimiento econ¨®mico no inflacionario. Pero est¨¢ claro que, en el futuro, instituciones como el G-7, el FMI y la OCDE necesitar¨¢n examinar nuevas cuestiones como las siguientes:
C¨®mo estimular al empresario mediante una reducci¨®n de la excesiva regulaci¨®n y de las cargas impositivas.
- C¨®mo conseguir mayor productividad mediante prudentes inversiones en investigaci¨®n y desarrollo, nuevos bienes de equipo e infraestructura.
-C¨®mo mejorar la educaci¨®n b¨¢sica y la formaci¨®n profesional para preparar a nuestras poblaciones para los empleos de alta especializaci¨®n y de altos salarios del futuro.
- Y c¨®mo reformar los excesivamente generosos programas de compensaci¨®n por desempleo, que reducen el incentivo para trabajar ' as¨ª como las r¨ªgidas leyes sobre salario m¨ªnimo o sobre despido o traslado de trabajadores, que sirven para proteger los puestos de trabajo existentes al coste de disuadir la creaci¨®n de otros nuevos.
-El solo hecho de enumerar estas cuestiones indica los impresionantes desaf¨ªos intelectuales y pol¨ªticos que deben ser afrontados en los a?os venideros por los Gobiernos democr¨¢ticos. Las instituciones de Bretton Woods, el G-7 y la OCDE no pueden sustituir el profundo estudio y el coraje pol¨ªtico requeridos a los dirigentes, pero ayudando a ¨¦stos a aprender rec¨ªprocamente de las experiencias y tomando juntos delicadas decisiones, estos organismos pueden ayudar a acelerar la transici¨®n hacia mejores pol¨ªticas nacionales, satisfaciendo las necesidades de creaci¨®n de puestos de trabajo en una ¨¦poca de cambios mundiales r¨¢pidos y sin precedentes.
El fin de la guerra fr¨ªa nos ha empujado hacia otro periodo de incertidumbre. Pero, en contraste con la situaci¨®n en 1944, no necesitamos establecer un nuevo conjunto de instituciones internacionales para afrontar nuestros ya antiguos desaf¨ªos o los nuevos que acabamos de examinar. Lo que necesitamos es, antes bien, usar las instituciones que hemos heredado con el mismo esp¨ªritu de internacionalismo constructivo que demostraron los art¨ªfices del orden econ¨®mico de la posguerra.
A pesar de todos los cambios que el mundo ha experimentado, los objetivos b¨¢sicos que inspiraron el trabajo de los padres fundadores son hoy d¨ªa tan v¨¢lidos como lo fueron en Bretton Woods hace 50 a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.